Cuatro ataques de lobo en diez días junto al Parque Empresarial de Reocín
Una vecina de la zona asegura que los cánidos le han matado dos ovejas y dos terneros «incluso a plena luz del día»
Sara García desconocía que los lobos andaban merodeando por el municipio de Reocín. Hasta que le tocó a ella. «Fue hace diez días cuando sufrimos ... el primer ataque», relata. El lobo mató una oveja adulta y un cordero de la decena de animales que Sara y su pareja poseen «en el terreno pegado a su vivienda», junto al Parque Empresarial del Besaya y a unos cinco kilómetros de Torrelavega. Sucedió en la noche del miércoles al jueves. Sara se disgustó, pero lo atribuyó a que el mastín que normalmente vigila a los animales «había dormido dentro de casa porque hacía mal tiempo». Aun así, la vecina de Reocín tomó medidas y decidió guardar a las ovejas por la noche y soltarlas por el día, por si acaso el lobo volvía.
Y volvió. «Al día siguiente nos marchamos de casa alrededor de las tres de la tarde y cuando regresamos a las seis, el lobo había matado a una cordera de un año». Esta vez mastín mediante y a plena luz del día. Ya resignada, Sara se lo comentó a los vecinos «y para mi sorpresa, me dijeron que más propietarios de la zona habían sufrido episodios de este tipo». Y no hay dos sin tres. La tercera visita del lobo se produjo el pasado sábado. De nuevo por la noche. «Cuando nos levantamos el domingo, otra oveja muerta». El saldo es «cuatro animales perdidos en apenas diez días». Con este panorama, «lo único que me preocupa es qué puedo hacer para que el lobo no me mate a las seis ovejas que me quedan». Ya el sábado Sara llamó al guarda de Montes, quien certificó que sus animales habían perecido «a manos de uno o varios lobos».
«Ante esta situación hemos cogido otro perro, porque con un mastín no es suficiente, e incluso he puesto una radio porque el sonido de las voces les espanta»
Ante esta situación, «hemos cogido otro perro, porque con un mastín no es suficiente, e incluso puesto una radio». ¿Una radio? Sí, porque se supone que el sonido de las voces les espanta, «pero no las tengo todas conmigo –comenta Sara–, ya que vivimos al lado de un polígono en el que hay luz y ruido, lo que no parece que les frene». Lo que seguro no va a hacer esta vecina, que tiene a los animales como hobby, es comprar más ovejas. «¿Para qué? ¿Para condenarlas a una muerte segura?», se pregunta. Dolida, repite que se sabe el nombre de cada una de sus diez ovejas de memoria «y no sé qué hacer para proteger al resto».
El guarda le ha dicho que «la Administración solo puede matar un cupo de lobos –hasta ahora no podía matar ninguno porque la especie estaba incluida en el listado de especies salvajes protegidas–, pero los ataques se siguen dando, incluso en zonas bajas donde se suponía que no había lobos». «Todos los días me voy a trabajar preocupada por lo que me pueda encontrar cuando llegue, porque paso todo el día fuera de casa y esta es una situación desesperante», insiste.
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