«Medio año con avispas asiáticas y ni Camargo ni el Gobierno nos ayudan»
José Florencio, propietario de una vivienda en el barrio La Venta de Revilla, urge a la Administración a retirar un nido de velutinas: «He llamado a todo el mundo, pero seguimos igual»
Dicen los protocolos de actuación que la mejor manera de intervenir frente a un nido de avispa asiática es llamar a los Servicios de Emergencia ... . José Florencio, vecino de Santander y propietario de una vivienda en el barrio La Venta de Revilla de Camargo, hizo exactamente esto en octubre del año pasado. Sin embargo, seis meses después, aún sigue esperando a que alguien se haga cargo. «He llamado al 112, a la consejería de Medio Ambiente, al Ayuntamiento de Camargo, a los Bomberos y a la Demarcación de Carreteras, pero nadie nos ayuda. Ha pasado medio año y seguimos igual», lamenta. Entre tanto, la familia de velutinas se acomoda en uno de los viejos eucaliptos de más de 20 metros situado frente a sus hogares, que también visitan de tanto en cuando: «En los últimos quince días he topado con varias».
Florencio caminaba este martes por el terreno para observar por enésima vez el tamaño del avispero, «un saco» de grandes dimensiones instalado prácticamente en la copa del árbol, fácilmente a 25 metros de altura, en un terreno situado junto a la carretera nacional N-623. En los últimos meses de escritos y charlas al teléfono, siempre han surgido inconvenientes. Pasando de uno a otro interlocutor, el problema ha radicado primero en la «ubicación del solar, propiedad de la Demarcación de Carreteras del Ministerio de Transporte», hablando con la concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Camargo; en la negativa de la administración estatal, «porque no se dedican a eso», como reproduce el vecino; en la ausencia de nuevas respuestas, por parte de la Consejería; y en «la falta de medios», en los Servicios de Emergencias.
Entre tanto, el Consistorio vuelve a emplazar a Florencio y al resto de vecinos en su situación al teléfono de este departamento (112), en un «círculo que no termina» medio año después. «Me he vuelto loco hablando con todo el mundo y la situación sigue igual», zanja, antes de recordar la presencia de menores en esta zona residencial.
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