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'Gracias al trabajo de mi abuelo, en casa nunca faltó puchero', carreta ganadora del Día de Campoo
Reinosa se alzó con el primer puesto del desfile del Día de Campoo, ante miles de personas que acudieron a vivir en directo el evento | El segundo y tercer puesto del concurso se lo llevaron sendas creaciones de los pueblos de Proaño y Villar
El Día de Campoo es como las grandes romerías de 'prao', como vivir la Fiesta que Nobel Sámano plasmó en un pentagrama. «Por brañas, puertos, ... camberas, por majadas y riberas vienen los mozos y mozas a mi pueblo que hoy es fiesta. Las campanas de la iglesia repican con alegría anunciando a todo el pueblo la gran fiesta de este día. ¡Redoblad pito y tambor! ¡Al aire las panderetas! ¡Levantad palos picayos, que va a comenzar la fiesta!». Y así es. Si cualquiera abre los ojos sobre las 12..00 hras, la imagen de Reinosa ha retrocedido un siglo para llenar calles y plazas, como decía el compositor cántabro, de música y trajes de la tierra, de tonadas, rondas, rabeles, bailes y danzas. Todos vestidos de domingo, del último domingo de septiembre, como manda la tradición, como viene siendo desde quién sabe cuándo. Porque a José Luis Bustamante se le atribuye la paternidad del nombre del Día de Campoo, allá por 1942, pero la gran romería montañesa que supone esa jornada se remonta a siglos pasados.
Y por si faltase algo, a las cuatro de la tarde comienza la procesión, cual final de la jornada de fiesta para regresar, cada cual, a su pueblo. Las carretas toman las calles, la tradición se hace grande tirada por bueyes, al son de albarcas, vestida de pañuelos al cuello o a la cabeza, fajines, sayas largas, justillos. Una veintena de carretas cual altillo de cabaña campurriana, cada una un museo etnográfico rodante, jaleadas todas por un público entregado que volvió a retar al día gris oscuro para llenar esas calles y plazas de Reinosa en las que campaban la romería.
El día había comenzado pronto, con la llegada de cientos de personas vestidas con el traje tradicional correspondiente a su procedencia, aunque mayoritariamente campurriano. «Un dineral, pero bien vale la pena enseñar, mantener y trasmitir esta joya», decía Avelina de su traje, miembro de uno de los muchos grupos de folklore cántabro que se sumó a la festividad.
La bendición llegó desde la parroquia de San Sebastián, con una multitudinaria Misa Campurriana, y, a partir de ahí, todos pendientes de la actuación de los ganadores del concurso folclórico de Reinosa en todas sus categorías, muy aplaudida, como la de las pandereteras de Ruente. Y si se daba un paseo, en cualquier rincón sonaba un rabel, una ronda, el pito y el tambor.
Se aprovecharon las casetas de feria, en su última jornada, para reponer fuerzas, y pronto la multitud se apresuró a coger sitio en las calles principales para no perder detalle del desfile de las 21 carretas inscritas en el Desfile del Día de Campoo y el concurso convocado por el Ayuntamiento de Reinosa. En las gradas de la plaza de España esperaba el anfitrión, el alcalde, José Luis López, escoltado por buena parte de su Corporación. Y allí estuvieron las consejeras de Presidencia, Justicia, Seguridad y Simplificación Administrativa, Isabel Urrutia, y de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad, Begoña Gómez del Río, además de la presidenta del Parlamento, María José González, diputados de todo el arco político, Mario Iglesia, Paula Fernández Viaña o Leticia Díaz, y muchos alcaldes de Campoo.
Ante todos pasaron, cantaron y bailaron los centenares de participantes y la veintena de carretas, pero fue una la que se llevó el gato al agua, de Reinosa, 'Gracias al trabajo de mi abuelo, en casa nunca faltó puchero'.
Todas representaron a diferentes localidades de la comarca, recuperando escenas de la vida tradicional campurriana, recorriendo, ante miles de personas, la vía principal acompañadas de rondas, agrupaciones de pandereteras y piteros, grupos de baile y cientos de acompañantes ataviados con vestimentas típicas.
La jornada demostró que el folclore campurriano bien se merece el Interés Nacional de las fiestas que así se precian. Septiembre deja en la memoria y con muy buen gusto dos celebraciones tan típicas como únicas, muy de romería de 'prao', llamadas a alzar su voz, San Cipriano, en Cartes, y el Día de Campoo, en Reinosa. Dos citas que a los propios gustan, como demuestra el tirón popular, y a los extraños, posiblemente aún más, por no ser algo que en otras latitudes se puede disfrutar. Mimbres para ese cuévano hay de sobra, desde luego.
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