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La 'pasá' del ganado por las calles de Cabezón fue uno de los momentos más importantes de la Olimpiada del Tudanco.

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La 'pasá' del ganado por las calles de Cabezón fue uno de los momentos más importantes de la Olimpiada del Tudanco. Javier Rosendo

Los campanos suenan de nuevo en Cabezón

Feriantes y ganaderos destacan la gran afluencia de gente a una cita «emblemática» gracias al buen tiempo | Tras un año de parón, el municipio acogió una nueva edición de la Olimpiada del Tudanco

LUCÍA ALCOLEA/JESÚS PÉREZ DEL RÍO

Cabezón de la Sal

Jueves, 12 de octubre 2017

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La trigésima octava edición de la Olimpiada del Tudanco que se celebró este jueves en Cabezón de la Sal estuvo llena de historias, como la de la joven Sandra Gómez, de Santillana del Mar, que intentaba convencer a su madre para que le comprase «unas diez vacas tudancas» y llevárselas a casa. O la de Jacinto Estébanez, que paseaba por los puestos buscando a su mujer, que se había perdido por ahí, y que viene todos los años por el Pilar a Cabezón «porque me gusta el ganado». Aunque es más de caballos que de tudancas.

El sol y el hecho de que la Olimpiada no se celebrase el año pasado por la huelga de ganaderos y sus desencuentros con el Gobierno regional, hicieron que este año la gente tuviera más ganas que nunca de acudir a la feria Por eso los comerciantes decían que había mucha gente y apenas podían hablar, porque no daban abasto a atender a los visitantes. Lo primero que se sentía al mediodía en la fiesta era el sol en la nuca y el calor de la gente. Por la feria pasaron, seguro, miles de personas y si uno se paraba a escuchar, los comentarios eran estos: «¡Ah! pensaba que estabas allí», «vamos donde queráis», «qué calor Dios mío», «qué barbaridad de gente» y comentarios similares.

Era difícil no perderse entre la multitud. A un lado, la gran finca plagada de vacas tudancas con ganaderos. Un total de 24 ganaderías. En total, se presentaron 724 animales en la cita. Al otro, los puestos llenos de productos típicos, ropa, bisutería y calzado, por donde era complicado transitar con ligereza. Paseando entre las vacas estaba Aitor Crespo, de Arenas de Iguña, ganadero que no llevó sus 17 tudancas a Cabezón, pero acudió él, porque la Olimpiada no se la pierde. «¿Cómo no voy a venir?». Y más si el año pasado la Olimpiada no se celebró, porque los ganaderos decidieron hacer huelga y no acudir a ninguna feria, como medida de protesta por la falta de acuerdo con el Gobierno regional sobre las subvenciones que recibían. «Lo que no se puede hacer -decía Aitor- es quitarnos la subvención, por eso protestamos y llegamos a un acuerdo y ese es el motivo de que estemos aquí otra vez». Mientras Aitor se despedía, el 'speaker', Nacho Barquín, anunciaba la oferta de hamburguesas con carne de vaca tudanca. Allí todo giraba en torno al mismo tema.

Los que no se imaginaban que acabarían en la feria eran Daniel Torralbo y María José García, de Santander. «Hemos parado de forma improvisada para verlo» y recién salidos de la finca hablaban sorprendidos sobre el tamaño de un toro. Y es que así es el encuentro del tudanco en Cabezón, un evento que saca el orgullo de los que participan y la sorpresa de los que acuden a verlo por primera vez. Mientras unos se iban otros se quedaban más, y la madre de la joven Sandra, interesadísima en comprar vacas, esgrimía sus motivos. «Es que mi hija se piensa que tener una vaca es llevártela al 'prao' y ya está». Y Sandra insistía, pero nada.

José Luis Ortega, ganadero de Soba, decía que le gustaban las vacas «y las chavalas jóvenes». «Faltan algunos ganaderos que no sé por qué no han venido», afirmaba. ¿Y la huelga del año pasado que hizo que se suspendiera la feria? «Me parece bien, porque tienen que defender sus derechos. Al ganadero siempre le echan por tierra y es el que pierde, porque prometen muchas cosas, pero a la hora de la verdad, nada de nada». José Luis y su amigo iban a comer chuletillas de cordero en un restaurante de Ruente. La feria beneficia a todos. Al menos eso afirmaba Teresa Vázquez, de Torrelavega, con un puesto de embutidos, panes y quesos de cosecha propia. «El año pasado no hubo feria y eso es un mal asunto para todos». Decía que había más gente que otros años y más puestos, mientras una señora le preguntaba que a cuánto estaba el queso de oveja y ella respondía: «¿a quién atiendo ahora?».

Javier Fernández vendía garrapiñadas y de su puesto salía el olor más dulce. «El año pasado no hice nada tal día como hoy, porque cada uno tiene que defender sus derechos», opinaba como comerciante. «Se está vendiendo bien», aseguraba. De nuevo, la voz del locutor anunciando la feria de Mazcuerras el 21 de octubre. Y la de Ruente después.

Olor a dulce y olor a lomo a la plancha, porque había un puesto donde se hacían en el momento bocadillos de lomo y era donde más cola había. A la venta, también los campanos de Javier Fernández, de Panes (Asturias). Dicen que cada campano suena de una forma diferente. «Si mira», confirmaba Javier. «Este suena así y este de otra forma». También vendía cebillas. Llegaba un chico y le preguntaba que «a cuánto estaban» y él decía que «a doce». «Me gusta esta feria porque mueve mucha gente y se vende bastante». El campano más grande costaba ochenta euros. En otro puesto, zapatillas a seis euros y calcetines a tres.

El tumulto de gente cada vez era mayor y el calor iba apretando a medida que se acercaban las dos. Entre toda esta gente estaba Camilo Herrero, ganadero de Carrejo, con sus 64 tudancas, que lleva acudiendo a la feria desde hace 27 años. Alguno incluso ha ganado algún premio. «El día de hoy es tan especial que no se puede describir con palabras, es un día de orgullo y satisfacción...»

A las cuatro de la tarde llegaba el momento más esperado, la 'pasá' de vacas tudancas, donde desfilan por las calles del pueblo más de mil reses. Un espectáculo de tradición. Como también lo es el resultado del concurso. La gran campeonas de hembras fue una vaca presentada por el ganadero de Coo Santiago Sañudo, mientras que en machos, el título fue a parar a un toro de algo más de cuatro años de edad propiedad de Aurelio Lombilla, de Arenas de Iguña. Consiguieron premios en las categorías que clasifican al ganado por edades ejemplares de José Antonio Palencia y Rocío Bustar, de Mazcuerras, Camilo Herrero, de Carrejo, y José María Ruiz, de San Felices de Buelna.

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