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Comillas se rinde a su Cristo del Amparo
La villa se une en una procesión marítima llena de «emoción y devoción»
Comillas vivió este martes la tradicional procesión marítima para pedir a su Cristo del Amparo protección a los marineros. Surcando las olas del Cantábrico otro ... año más y ya van unos cuantos. Un acto en el que se mezcla «la devoción y la tradición», y que sirve para que el pueblo entero se una bajo un mismo pensamiento y deseo: «Pedir por la protección de los nuestros». En medio de los festejos locales iniciados el pasado domingo con el actor Antonio Resines como pregonero, los comillanos –y turistas– vieron cómo desde la lonja salió la imagen del Cristo del Amparo bajo el ritmo de las pandereteras y las danzas de los picayos.
Los vecinos de la villa, en su mayoría con el pañuelo azul al cuello y la camiseta blanca –como la bandera de Comillas–, cumplieron fieles la cita con su Cristo y se concentraron en el muelle. Ahí, la «emoción y los nervios» se apoderaron de los cuerpos y el sentimiento por la procesión marítima era palpable. El pueblo se unió en el muelle en una tarde soleada en la que el lugar olía a mar. La brisa se sintió en los aledaños de la lonja, donde estaba custodiada la imagen junto a unas velas.
En los momentos previos al inicio de la procesión, los comillanos no hicieron otra cosa que mirar a la puerta de la lonja, con el deseo que se saliese ya el Cristo. «Otro año más aquí», comentaba una señora, mientras de fondo se escuchaba: «Venga, va. Vamos todo el mundo a por él». Las pandereteras y los picayos ya estaban colocados para recibir al Cristo del Amparo, que se disponía a salir de la lonja. «A la de tres… una, dos y tres». Tras ello, un silencio rotundo. La imagen ya estaba en la calle y el crujido de su retablo se oyó entre la ausencia del ruido. Fue como si el Cristo del Amparo también 'sintiera' vivir con emoción este «día tan especial».
Tras la señal, las mujeres comenzaron a hacer sonar sus panderetas y los hombres se arrancaron con sus bailes de danza. Comenzó ya el camino hacia el barco y en su cabecera estaba el estandarte de la Cofradía de Pescadores, el de los picayos y la bandera de Comillas. Bajo la atenta mirada de los vecinos de la villa –y de los turistas–, los fieles recorrieron el muelle hasta llegar al Gure Itxaropena, barco en el que fue colocada la imagen. «¡Viva el Cristo del Amparo!», gritó un hombre. «¡¡Viva!!» respondió el resto.
«Es que esto es algo muy nuestro», comentó a El Diario Montañés Javier Martínez, que otro año más recorrió el puerto danzando. «Este día es muy bonito y hay que disfrutarlo. A los de Comillas nos hace mucha ilusión esta procesión, que es lo más bonito de las fiestas». Junto a él, Christian Rebanal. Otro picayo y «comillano de toda la vida» que ha vivido este festejo «desde que era un crío». «Yo soy marinero y para mí es una tradición estar hoy aquí», apuntó Rebanal, que celebró la multitudinaria presencia de picayos y pandereteras tan pequeños. «Hay niños de 4 años y eso es una maravilla, porque se asegura el relevo», añadió.
Un ejemplo de ese testigo generacional fue Mateo Lamadrid, que a sus 8 años este martes danzó por primera vez en el puerto de la villa. Este pequeño, que viene desde Francia a pasar unos meses con sus abuelos, señaló que estaba «muy contento» por participar en la procesión. «Me hace mucha ilusión», afirmó. Las tradiciones es un sentimiento que se hereda entre familiares y Mateo fue el motivo por el cual su abuelo, de 71 años, volvió a danzar. Jesús Lamadrid, más conocido como 'Tatín', dijo que «si el nieto danzaba, yo también». El nieto danzó y él volvió a recorrer el muelle para cumplir la promesa. Ambos estaban con Pili Díaz, una mujer y abuela «orgullosa y feliz». «Estoy muy emocionada, porque ya es otra generación más que danza en el día de la procesión del Cristo del Amparo», destacó.
Protagonismo de la mujer
Si los hombres tienen su protagonismo en la mar, porque son los que se adentran en las olas, las mujeres también tienen una «gran presencia» en este sector porque son las que se encargan de «vender el pescado y hacer las redes». Laura Fernández es una comillana que destacó el papel femenino en el mundo de la pesca, y en concreto, también en la procesión marítima del Cristo del Amparo. Según comentó, lleva asistiendo a ella «desde los 7 años», porque su familia es marinera y pide «por su protección». «Este día es una jornada de mucha emoción, porque te corre algo por las venas que no lo puedes explicar», indicó.
Otra vecina que lleva toda la vida participando en este acto en Comillas es Guillermina Iglesias, que desde los 13 años recorre el muelle con su pandereta en la mano. Su hija también le coge el testigo, y desde el barco le saluda con emoción. «Verla a bordo es muy especial para mí», admitía Iglesias tras partir el navío.
Una vez ya en alta mar, tuvo lugar una ofrenda floral y un responso al Cristo del Amparo, que estuvo escoltado por una decena de barcos más. Tras ello, vuelta al puerto y procesión hasta la parroquia. Ya en tierra, La Galerna, una banda de Santander, recibió a la imagen y a la multitud que participó en la procesión marítima. Pero las fiestas no terminaron ahí. Por la noche hubo fuegos artificiales y ya hoy se va a celebrar una misa en honor al Cristo «para agradecer su protección».
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