Julia Gutiérrez, la abuela de Rionansa, cumple 103 años
La centenaria, que disfruta de una buena salud, festejó su cumpleaños rodeada de sus familiares y de los vecinos del pueblo
Julia Gutiérrez Rubín, la abuela del municipio de Rionansa, cumplió el pasado sábado, 9 de agosto, 103 años. La centenaria celebró su hazaña, la de ... vivir más de un siglo, en una jornada en la que estuvo rodeada de familiares y de la mayor parte de los vecinos de la localidad de Celis, su pueblo natal y donde ha permanecido toda la vida. El caso de esta mujer es cuanto menos, sorprendente, por lo bien que se encuentra a pesar de haber sobrepasado la media de vida de los mortales. Julia «no dejó de recibir felicitaciones desde primera hora de la mañana y su casa se convirtió en un trasiego constante de personas que querían abrazarla», explicaba el alcalde pedáneo, Enrique Pérez.
Felicitaciones que de nuevo se repetirán el próximo sábado, cuando todo el pueblo festejará a San Roque, una celebración a la que la centenaria no ha faltado nunca.
Julia disfruta de una extraordinaria salud y aunque ha ido perdiendo la vista con los años, su ilusión por vivir continúa incólume. De ahí que realice una vida «prácticamente normal» y continúe desarrollando la mayor parte de las tareas domésticas. Lo hace con la ayuda de su hijo, Manuel Jesús Gutiérrez. Lo único que lamenta es que «ya no puede coser y le gustaba mucho», explica Manuel. Es una de esas mujeres recias, del pueblo, que casi nunca «ha tenido que ir al médico ni ha pisado un hospital», relata también su hermano 'Chusín', de 93 años, con el que comparte todos los días «ratos de charla y recuerdos de niñez y juventud».
Casada con Laurencio Álvarez Gutiérrez, con el que tuvo 3 hijos, disfruta de la presencia de sus cuatro nietos y dos biznietos. Su marido, ya fallecido, trabajó gran parte de su vida en la entonces cercana mina de La Florida, hoy yacimiento de la cueva del Soplao. Una vez jubilado, se dedicó a las labores del campo, tarea en la que siempre le ayudó Julia, que además se ocupaba de la familia.
Entre los recuerdos de su larguísima memoria, está el día de su boda con Laurencio en la Basílica de Covadonga, Asturias. Compartió la ceremonia con una prima que también contrajo matrimonio ese día. De joven, aprovechaba los días de viento para salir a por castañas que luego vendía en el mercado de Unquera para sacarse un dinero extra. Recorría la distancia entre Rionansa y Unquera a pie cargando con el producto. Veinte kilómetros de ida y otros tantos vuelta.
Con el mismo arrojo, se la ve ahora barriendo el exterior de su casa para mantenerla limpia, como una de las muchas tareas que sigue realizando, llevando los años con ligereza. Pero con lo que más disfruta Julia es elaborando queso fresco de la vaca que mantiene su hijo. «Mi madre nunca permite que falte leche en casa», apostilla. Eso y tomarse tres o cuatro cafés al día son de las cosas que mas le gustan a esta mujer que parece ha vivido varias vidas.
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