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Ucieda sabe a cocido montañés
Tradición ·
La popular fiesta reunió una vez más a miles de personas para degustar el clásico plato, que se repartió al precio simbólico de un euro la raciónMarcela Cabrero, de Los Corrales, no perdona su plato de cocido, en Ucieda (Ruente), desde que su hijo, que ahora tiene cincuenta años, era pequeño. ... Como ella, al evento de la campa de la Casa del Monte, que celebró su medio siglo en 2018, acudieron este domingo miles de personas, algunas de las cuales tienen la fiesta como tradición en su familia. En una jornada apacible en lo meteorológico, desplegaron sillas y mesas y también conversaciones, en detrimento de la red wifi, cuya ausencia en este punto anima aún más a socializar.
Las charlas giraron una vez más sobre lo rico que había quedado el cocido y la cantidad de raciones preparadas, más de dos mil, con sus dos mil tiques. El último se lo llevó Hilario de María. No por llegar más tarde que otros, que fue de los primeros, sino para repetir. «¿Quedan boletos?», preguntaba casi al tiempo que entregaba el euro en la mesa. Un precio simbólico que desde que se instauró ha servido para ordenar el reparto y disuadir a quienes aprovechaban para llevarse la comida de toda la semana. Un cartel ya advertía de que no se admitiría ningún recipiente que no fuera el oficial, cuyas proporciones ya eran bastante generosas. Ni cazuelas ni ollas ni nada por el estilo.
A facilitar la entrega de las raciones contribuyó la metodología de los miembros de la Cofradía de los Cocidos, que trabajaban en cadena para llenar los envases y seguidamente introducirlos en las bolsas con cubierto y pan. Previamente, la labor principal había recaído en Mónica Calderón y Borja Mier, de La Pradera de Ruiseñada, que junto a Reyes Gómez y Miguel Valdés se encargaron de elaborar el plato, sirviéndose de 300 kilos de alubias, morcilla de año, morcilla de arroz, panceta, costilla, manitas, berza y repollo.
El reparto duró alrededor de una hora y media, que se hizo leve, al ritmo de los grupos de folclore, dentro y fuera de la carpa, por donde la cola se extendía serpenteando para sortear el escenario preparado para la actuación musical, prevista para la cinco de la tarde. Pasaba también junto a un par de puestos con juguetes que los niños acudían a mirar en sus idas y venidas al parque o a por un helado a la furgoneta de Juan el de Campíos. Y después de comer, un rato por la campa, quizás un paseo junto al río y muchas conversaciones. También hubo tiempo para el recuerdo, con el homenaje a Gabriel Argumosa, fallecido presidente de la Cofradía de los Cocidos. Y así, en la campa de Ucieda, miles de personas se despidieron hasta el próximo año. Hasta el próximo cocido.
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