La última travesía del pesquero de las Lindes hacia el museo de Lekeitio
La embarcación más antigua de la flota de San Vicente ha dejado de faenar y volverá al lugar donde fue construida hace 35 años
El pesquero Nuestra Señora de las Lindes realizará la próxima semana su última travesía por el Mar Cantábrico hacia el lugar donde fue construido hace ... 35 años, los antiguos Astilleros Mendieta, en la localidad vizcaína de Lekeitio. Allí, echará el ancla para siempre, tras más de tres décadas en la mar. Y aunque no saldrá a faenar, la embarcación permanecerá en la memoria, porque será una de las piezas del museo que se abrirá donde antes estaban los antiguos astilleros. Es decir, Nuestra Señora de las Lindes vuelve a casa. O a su otra casa, de la que emergió. Allí compartirá espacio con otras naves construidas en el mismo lugar a lo largo de todo un siglo. Algunas cuya base fue también San Vicente de la Barquera.
Pero sin duda el Lindes será la estrella de la sala en la que se recreará el trabajo que se realizaba en base a un modelo de patrimonio naval, que perduró a lo largo de muchos años en los puertos pesqueros del Cantábrico. Una muestra en el que los visitantes podrán conocer esa realidad.
Con la marcha del Lindes del puerto barquereño se cierra un ciclo, porque se va mucho más que un barco. Alrededor de él ha girado la vida de sus cinco tripulantes. En sus inicios y durante mucho tiempo, el barco navegó bajo la batuta de los hermanos José y Emilio Bustamante, que ya proceden de una familia con gran tradición marinera. Pero, a diferencia de lo que ha venido pasando en los últimos años en los que esa continuidad de padres a hijos en muchas familia se ha roto, en su caso se ha logrado mantener. En las manos de sus hijos David y Óscar ha estado la dirección de la nave a lo largo de las últimas campañas.
En la memoria de unos y de otros permanecen los recuerdos de las vivencias de las muchas horas de faena a bordo del Lindes. Hubo de todo, momentos buenos y malos. Entre los primeros, aquel verano de 1997, cuando en un solo día lograron capturar 540 bonitos. De los segundos, varios. Duras jornadas en la mar y el regreso a puerto con el barco de vacío.
Y lo traicionero y azaroso del mar; del mar y sus circunstancias. Las inclemencias meteorológicas a bordo, como aquella costera del bonito en la que les pilló un día un fuerte temporal con viento del nordeste. Tuvieron la suerte de su lado y lograron salir sin daños. No encontraron la fortuna otras embarcaciones cercanas. Eso sí, el miedo y el susto se quedó un poco encajonado entre los recuerdos.
El Lindes que salió del Astillero en 1991, poco tiene que ver con el que se ha mantenido en activo en los últimos años, al margen del aspecto exterior
Aunque no parecen tiempos tan lejanos, en estos años han cambiado muchas cosas en la mar. Algunas para beneficio de los marineros y de sus embarcaciones. El Lindes que salió del astillero en el año 1991, poco tiene que ver con el que se ha mantenido en activo en estos últimos años, al margen de su aspecto exterior.
Se ha mejorado el motor, el equipamiento para navegar o los útiles para la pesca y sobre todo se han mejorado los sistemas de información. Un avance que les ha permitido conocer con bastante exactitud y antelación las previsiones meteorológicas y el estado del mar. Así se han evitado más de un susto en los últimos años.
Lo explica Óscar Bustamante, que siente que pierde algo cada vez que observa cómo se va desarbolando el barco para su futura exposición en la localidad vizcaína. David y Óscar, primos, son ahora los patrones de la nave. Lo son desde que tenían 18 años, marineros de raza.
«En este barco prácticamente me he criado», explica Óscar, y ahí «guardo buena parte de mi memoria». De hecho, añade, «entré a formar parte de la tripulación con tan solo 15 años». Era un joven que hacía lo mismo que había visto hacer siempre, salir a la mar.
Habrá relevo
La historia del barco termina, pero la de este pescador continúa, porque habrá relevo. De hecho, Óscar está ilusionado. «En noviembre llegará otro barco, un nuevo Lindes», que en este momento están terminando de construir. Una segunda parte de la historia, con la siguiente generación y quién sabe si después de Óscar, habrá otro miembro de la familia dispuesto a continuar el legado que ha construido a los Bustamante mar adentro. Su historia seguirá latiendo entre los muros del museo.
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