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La dársena vieja de Santoña en el año 1914. Gutiérrez Bicarregui
Los primeros muelles santoñeses

Los primeros muelles santoñeses

Según las excavaciones realizadas, el primer puerto que desapareció era de la época romana

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Martes, 17 de noviembre 2020, 10:26

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El fondeadero de la bahía de Santoña ha sido utilizado desde los más remotos tiempos por poseer unas excepcionales condiciones de abrigo a vientos y temporales, que le hacen uno de los más seguros del Cantábrico. Según excavaciones realizadas, entre los siglos I al IV d.C., existía en Santoña un puerto romano, que llegaría a desaparecer.

A partir de 1654, se construyó un muelle de cantería, bajo la dirección del maestro Juan de Cabro, aprovechando un brazo de mar que iba desde el oeste de la población hasta la actual plaza de Abastos.

En el siglo XIX, dicho muelle era ya insuficiente, y se hallaba arruinado, por lo que el Ayuntamiento apoyó, desde 1855, el proyecto militar de construir una escollera en la playa sur (Pasaje), que hiciera las funciones de muelle. Las obras fueron aprobadas, con cargo al Ramo de Guerra, en febrero de 1862, siguiendo el proyecto de Lino Vea Murguía. Se esperaba que las rampas, escaleras y machinas que posteriormente se construyeran sirvieran para la carga y descarga de barcos pesqueros y mercantes.

La obra se concluyó en 1865, aunque la paralización de la construcción del baluarte de la Cruz (donde luego se hizo la plaza de toros), dejó una zona sin rellenar conocida como la charca del Pasaje (donde están las pistas deportivas del secadero). Con el paso del tiempo, se fueron produciendo deterioros en la escollera.

En 1895 se firmó un acuerdo de permuta entre los militares y el Ayuntamiento, y una de las cosas que pasó a propiedad municipal fue dicha escollera, pero la Corporación acordó en junio de 1907, cederla al Estado porque económicamente era imposible su mantenimiento. Las gestiones dieron su fruto como consecuencia de las contraprestaciones por la construcción del penal de El Dueso.

Dársena vieja

El 25 de abril de 1865 se aprobó el proyecto de José de Peñarredonda, para la construcción de una dársena corriendo a cargo de Fomento, pero al negarse éste a sufragar la obra, que suponía 2.800.000 reales, lo asumió el ministerio de Guerra en parte. A todo esto el Ayuntamiento recurría a la influencia de Juan Manuel Manzanedo.

Las obras se subastaron en marzo de 1867, tras un acuerdo entre las autoridades del Estado y las municipales para la financiación. Guerra asumía el 50% y el Ayuntamiento el otro 50% en un periodo de doce años. Para recabar fondos se solicitó un impuesto especial sobre consumo y al no autorizarlo el Gobierno se volvió a pedir la intervención de Manzanedo, pero las gestiones no dieron fruto.

Finalmente gracias a las indemnizaciones que el municipio obtuvo de Guerra, por la expropiación de terrenos del frente sur (Pasaje), pudo hacerse el pago. La dársena, conocida como muelle viejo, construida en sólida cantería, se inauguró hacia 1870. Tenía tres machinas de madera a las que hubo que hacer reparaciones en 1909, hasta que en 1921, fueron sustituidas por Obras Pública, por otras de cemento y piedra. Por los años sesenta se realizaron obras para dejarlas unidas en una sola. Dentro de la dársena había una rampa y unas escalerillas de piedra que permitían determinados servicios.

Con el aumento de la flota a partir del siglo XX, la dársena quedó pequeña y se pedía la construcción de un muelle nuevo o la ampliación del existente. Sería en 1954 cuando se iniciarían los trabajos de la nueva dársena o norte. Esta se inauguró en 1959. Ambas dársenas han cambiado con el Plan Director el Puerto, incluso se cerró la bocana del muelle viejo, orientada al sur, y se abrió una nueva por el oeste.

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