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Elena Tresgallo
Viernes, 13 de julio 2018, 11:46
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Eran poco menos de las seis de la tarde del pasado domingo cuando dos auxiliares de la Policía Local de Ribamontán al Mar recibían el recado para auxiliar a una joven pareja extranjera y a su bebé de ocho meses que habían perdido su furgoneta. Habían vuelto de pasar un día de playa en Galizano y, al llegar al aparcamiento, su vehículo había desaparecido con todos sus enseres. Ese es el principio de la historia de un robo con «final feliz» -según describen sus protagonistas- gracias a la intervención solidaria de muchas personas: los auxiliares de Policía, la Guardia Civil, el personal municipal, vecinos de Ribamontán al Mar y, también, el colectivo de autocaravanistas que consiguieron rastrear el vehículo hasta dar con él en Castro Urdiales.
«A las seis de la tarde del domingo nos llama el 112 y nos da el aviso. En principio nos llamaron porque pensaban que la furgoneta la había llevado la grúa y, al ver que no era así, se pusieron algo nerviosos, sobre todo la madre porque tenían un bebé de ocho meses y estaba desesperada porque lo tenía con un body y toda su ropa y alimentos estaban en la furgoneta», explica Noemí Escudero, quien junto a su compañero Isaac Esquisabel fueron los dos auxiliares de policía local, de guardia el pasado domingo, que acudieron a atender a la pareja.
«Nuestra principal preocupación fue que la niña estuviera bien porque les habían dejado con lo puesto», añade. Tras ello, la Guardia Civil trató de rastrear los móviles de la pareja formada por un belga llamado Hans y su mujer Marion de nacionalidad francesa. Pero no hubo suerte, los ladrones habían sido precavidos. «Los habían arrojado por la ventanilla y se encontraron después en dos puntos distintos». Se perdió el rastro y, con ello, crecía la desesperación de Marion y Hans por qué hacer con su bebé.
En ese momento, los auxiliares junto a personal municipal y la intervención de la teniente de alcalde de Ribamontán al Mar, Araceli Colina, se pusieron manos a la obra para darles una solución. Fue entonces cuando se les dotó de alojamiento y todo lo necesario para que su estancia fuese cómoda. «Les pusimos a disposición una de las viviendas de emergencia social de Somo para que pasaran la noche», explica Colina. Tras ello, los propios auxiliares acudieron a la farmacia para dotar de comida y un biberón a la pequeña y, una vecina de Suesa les dejó una cuna de viaje y ropita para el bebé. A la par, se les dotó de comida y todo lo indispensable para que estuviesen atendidos hasta que resolviesen su problema. «Ese día había habido un triatlón y les dimos ropa para que se cambiasen de la que había sobrado, ya que venían mojados de la playa y tuviesen con qué cambiarse», añade Noemí.
«Lo cierto es que los auxiliares de policía hicieron un buen trabajo, tanto Noemí como Isaac, pero en general los diez auxiliares que tenemos este verano están realizando una buena labor informando, ayudando y atendiendo a los vecinos y turistas dentro de sus competencias. Mucha gente nos está felicitando por ello», destacó la teniente de alcalde.
En este cuento de solidaridad hay otros protagonistas paralelos que ayudaron a resolver el problema de una forma tan solidaria como eficaz. El día que Hans y Marion disfrutaban de la playa tuvieron la suerte de que una mujer llamada Patricia López también estaba allí. Por casualidad, ella misma es gerente de la empresa Autocaravanas Cantabria y miembro de un foro en internet que aglutina a más de 60.000 miembros. «Estaba en la playa el domingo y nos llegó la noticia, el lunes por la mañana pedí a los guardias que nos dieran los datos para publicarlo en el foro», explica. Así lo hizo y, según cuenta, el lunes por la noche ya tenía el teléfono colapsado. «Es un colectivo muy solidario, cuando necesitas algo o te quedas en la carretera siempre acude alguien que está cerca», explica.
La idea de Patricia dio sus frutos y, el martes por la mañana, David, Mario y Anaira (tres autocaravanistas) encontraban la furgoneta azul de matrícula belga en una zona algo apartada de Castro Urdiales. «Me llamaron y se me caían las lágrimas de la alegría. Allí estuvieron después sentados esperando tres horas y vigilando la furgoneta hasta que llegó la Guardia Civil para que nadie se la llevara», explica.
Para Patricia el rescate de la furgoneta ha sido una aventura emocionante para todos los que, de alguna forma, han puesto su grano de arena para ayudar a la joven pareja. «Yo tengo tres hijos y viajamos en autocaravana, me pongo en su piel y ¡madre mía!».
Para Marion y Hans también ha sido toda una aventura con «final feliz», tal y como describen. Ayer, desde Francia, lanzaban un mensaje de agradecimiento a todos ellos y lo hacían llegar al Ayuntamiento. «La verdad que hay gente mala pero hay muchísima gente buena también», reflexionaban nombrando a todos y cada uno de los protagonistas de esta historia.
«Están muy agradecidos, ahora están en Francia y después van a Bélgica, pero nos han dicho que pronto volverán por aquí y podremos verlos, tienen un bebé monísimo», añade Patricia. Y es que, a pesar del mal trago, la pareja tiene intención de volver. «Marion me ha dicho que esto fue para ellos una pesadilla que se transformó en un sueño», relata Patricia a modo de moraleja.
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