Galizano quiere revivir su molino
Patrimonio. ·
La Junta Vecinal se vuelca en rehabilitar «un enclave único» a través de aportaciones personales y un 'crowfunding' en colaboración con Hispania NostraEn Galizano, cuando el murmullo del río Herrero se mezcla con la brisa del campo, todavía parece escucharse el eco de las muelas girando, del ... maíz desgranado y de las conversaciones junto al molino. Ese molino -el de Romano- es uno de los siete que llegaron a existir en el pueblo hace más de 200 años. De ellos, a mediados del siglo XX solo dos quedaban en pie. Y aún en los años 50, el molino de Romano seguía en activo. Continuaba moliendo. En la actualidad, solo permanece en pie la presa y tres paredes. «Está semienterrado», apunta Borja Lavín, uno de los vecinos de Galizano que se han propuesto devolverle su dignidad y convertirlo en símbolo vivo de su historia.
La Junta Vecinal de Galizano, presidida por Marta Sainz, en concejo abierto, ha aprobado la creación de la Comisión Pro Rehabilitación del Molino de Romano, presidida por José Luis Ezquerra y junto a ellos, numerosos vecinos encabezados por Borja Lavín y José Miguel Gómez, han conformado la iniciativa de rescatar este enclave único, marca de la vida rural de Cantabria y de su idiosincrasia más genuina.
El proyecto va mucho más allá de levantar paredes. Es, sobre todo, un acto de memoria y de futuro. Su objetivo es poner en valor las tradiciones, conservar la naturaleza y ofrecer a niños y jóvenes un espacio donde disfrutar y comprender cómo vivían sus antepasados hace siglos. Para ello se construirá también un pequeño centro de interpretación etnológica, con paneles ilustrativos y fotografías antiguas que muestren ese legado. La arquitecta Carmen Fernández, natural de Galizano, elaborará la memoria técnica con las fases de restauración del molino, un documento clave para obtener la financiación necesaria. La Junta Vecinal y la Comisión Pro Rehabilitación buscan recaudar fondos mediante aportaciones personales y a través de una campaña de 'crowdfunding' en colaboración con la institución Hispania Nostra, que incluye al Molino de Romano en su lista roja, donde figuran aquellos elementos del patrimonio cultural español que están en riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores.
«Los reductos que recogen la historia de estos pueblos se van cayendo con el tiempo. Las autoridades no son demasiado proclives a mantener espacios que no son productivos», explica José Luis Ezquerra. «Este molino recoge la historia de nuestro pueblo, es convivencia, es memoria. No podemos dejar que desaparezca», añade.
El Molino de Romano, situado junto al antiguo puente romano sobre el río Herrero, fue durante siglos un centro de actividad y convivencia vecinal. A mediados del siglo XX todavía funcionaba, pero con el paso del tiempo y debido a la expansión del pan de trigo dejó de molerse. Antiguamente se hacía la borona de maíz, pan tradicional de Cantabria y otras zonas del norte de España hecho principalmente con harina de maíz. Incluso una parte de la molienda que se realizaba para alimentar al ganado también desapareció por la llegada de nuevas técnicas de alimentación. Hoy, apenas se mantienen en pie tres de sus paredes y la presa de piedra de sillería, pero para los vecinos sigue siendo un símbolo irrenunciable.
La idea es rehabilitar el edificio y su entorno, instaurar el centro de interpretación etnográfica y colocar zonas de descanso para vecinos y visitantes. «Queremos que los niños y jóvenes puedan conocer cómo vivían nuestros antepasados», subraya Ezquerra. «Que puedan venir a leer, a charlar, a disfrutar del paisaje. Poner en valor es también recuperar un espacio para convivir y volver a hacer vida», insiste.
Salvar el Molino de Romano no es solo reconstruir una edificación; es rescatar el modo de vida de varias generaciones, una memoria colectiva y aprovechar un lugar privilegiado donde los futuros visitantes puedan respirar la historia del pueblo. Para Marta Sainz, el molino «representa un oficio, el de molinero, que hoy parece de ciencia ficción, y una forma de transformación del producto agrícola para paliar el hambre de la época».
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