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San Lucas de nuevo abarrotado en Hoznayo
La feria ha vuelto a reunir este domingo a miles de personas que se agolparon en torno a los puestos y las ochocientas cabezas de ganado en territorio trasmerano
De todo. Absolutamente de todo. Y gente a reventar. Así ha estado este domingo la feria de San Lucas en Hoznayo, Entrambasaguas, un año más. ... La cita ganadera, de las más antiguas y arraigadas de Cantabria, reunió en torno a ochocientas cabezas de animales provenientes de diferentes lugares de Cantabria, aunque la mayoría de territorio trasmerano, y cientos de personas se acercaron para disfrutar de los puestos y de los animales. Hubo mucho de las dos cosas. A las diez y media de la mañana ya era difícil aparcar. A las doce y media, imposible. La alcaldesa, Gloria Sierra, se alegró de haber mantenido la convocatoria –uno nunca sabe cuándo acierta con estas cosas– a pesar de la dermatosis nodular contagiosa que afecta a los bóvidos. Lo dijo ella misma, cuando estaba entregando los obsequios a los ganaderos en medio del recinto ferial, al pie del escenario: «No nos hemos equivocado». La regidora se mostró «agradecida» a los productores que acudieron a la llamada a pesar de la enfermedad y de –no nos olvidemos– la fragilidad que atraviesa el sector primario.
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Los asistentes recorrieron los puestos una vez lograron zafarse de sus vehículos —tarea realmente complicada–. Era un paseo reposado el que daban camino del recinto ferial, entre una oferta tan variada que era difícil posar la mirada en un punto. Libros, bragas, calzado, pulseras, antigüedades, herramientas de labranza, discos, monturas, ropa, juguetes, mucho, mucho producto cántabro y hasta colonias. Un centro comercial improvisado a lo largo de las calles de Hoznayo. Un recorrido de olores también. Que si a chorizo frito, a lomo, a tortos, a almendras dulces, a anís... Y todo sin una sola gota de lluvia, al son del viento sur que se hizo notar sin ser desagradable.
Entre el público, Antonio Rodríguez, de Mar (Polanco), y su mujer. «Nos hemos levantado y hemos dicho, venga, vamos a San Lucas». Iba en busca de ajos el matrimonio, «porque aquí los venden más baratos que en el mercado». En el recinto ferial, ovejas, cabras, caballos, chivos, vacas... Entre todos, las tres yeguas y el semental de Mani Abascal, de Soba. ¿Aquí se viene a vender? «No he llegado a hacer trato por cien euros de diferencia». Se refería a que él vendía el animal a un precio y el comprador se lo quería comprar por cien euros menos. «Hasta la una puedes pedir lo que quieras, después, hay que entregarse» y ceder. Mani y sus tres amigos, pasiegos los cuatro, podrían representar al sector entero. «Ten en cuenta que hoy gastamos mucho niña, entre los portes, almorzar, comer, gastamos mucho, porque nunca salimos y para un día que lo hacemos...». Iban a comer cocido, porque los ganaderos ayer estaban invitados. Eso sí, solo ellos. El resto, de bocadillo recién hecho en la parrilla. Los pasiegos no se lo montan nada mal. «Lo de ser ganadero está complicado», reconocía el de Soba. «Cuando no es la mosca es la lengua azul y siempre estamos así».
A las doce y media, las colas eran insuperables. De coches y de personas. En torno al puesto de Evangelino García, con embutidos de León, ya no cabía un alfiler. Y el hombre ahí, en la parrilla, haciendo bocadillos sin parar. «Esta feria es buena», decía en tono cómplice. Lleva ocho años viniendo a San Lucas. Al mediodía, entre las mareas de gente, ya se oían frases del tipo: «uf, cuanta gente», «menos mal que hemos venido pronto». San Lucas fue otra vez multitudinario y muy cántabro.
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