Casado Soto ya descansa en el Panteón de Ilustres de Santander
La ciudad honra así a quien «contribuyó de manera decisiva a su conocimiento, su proyección y su identidad»
El azar o el destino ha hecho que los restos del investigador, museógrafo e historiador José Luis Casado Soto reposen en el Panteón de Ilustres de Santander ... justo debajo de otros dos investigadores Jesús García Carballo y Sixto Cordova, y a apenas unos metros de otro investigador, Joaquín González Echegaray que fue, además, su mentor y su amigo. Así lo ponía hoy de relieve Rosa Coterillo la viuda del que fuera director del Museo Marítimo del Cantábrico, durante el acto en el que el Ayuntamiento de Santander ha hecho realidad un acuerdo unánime de toda la corporación, que el historiador estuviera en este panteón en representación «del deseo de una ciudad que sabe honrar a quienes han contribuido de manera decisiva a su conocimiento, a su proyección y a su identidad».
Fueron las palabras de la alcaldesa, Gema Igual, que se encargó de glosar los valores académicos y profesionales de Casado Soto en un acto en el que su viuda y sus hijas, y las palabras del párroco de Güemes, Ernesto Bustio, imprimieron el calor humano del amigo, del padre y del compañero. Un acto en el que estuvieron presentes numerosos amigos y colegas del investigador que falleció en accidente de tráfico en 2014. Concejales y diputados, representantes de la sociedad civil y militar, el exalcalde de Santander Gonzalo Piñeiro, el expresidente regional Ignacio Diego, o Gerardo García Castrillo, compañero durante años en el MMC y su sucesor, fueron algunos de los rostros que acompañaron a la familia y al ayuntamiento en este cita para recordar a Casado Soto y «su incansable esfuerzo por desencriptar cada rincón de la ciudad, revelando sus secretos y haciéndolos accesibles a todos», dijo Gema Igual, quien insistió en que «no solo fue un historiador; fue un custodio de nuestra memoria, un defensor de nuestro patrimonio y un faro de conocimiento que seguirá iluminando a las futuras generaciones».
Sus hijas, Clara y Carmen Casado Coterillo, se apoyaron en recuerdos cotidianos para evocar la figura de su padre: «La manera ecléctica en la que los dos guardamos las cosas» o ese globo terráqueo con el que jugaban a elegir un lugar para que Casado Soto y sus inmenso conocimiento les abriera ventanas al mundo, en una tarea que luego replicó con su nieto Manuel. La emoción quebró sus palabras. O la historia de aquel chaval de 6 o 7 años que se gastó sus primeras 25 pesetas en comprar libros y papeles -luego él mismo fue autor de más de 200 publicaciones entre artículos y libros- o el marido que sostenía a una niña en cada brazo para que ella, Rosa, pudiera preparar los exámenes de reválida en Deusto.
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Las tres agradecieron el reconocimiento aprobado por el Ayuntamiento porque ayuda a mantener su memoria y el hecho de que la ciudad le devuelve los años dedicados a su estudio, investigación y difusión del conocimiento. Y entre esos reconocimientos, Rosa Coterillo también quiso poner énfasis en su nombramiento como Hijo Predilecto de la ciudad en el año 2014 o la placa que le recuerda en una calle de Santander «pequeña pero con vecinos muy grandes que nos han llenado de anécdotas que ya nos han hecho felices». O el libro editado con UNATE en el que Aurelio González Riancho ha reunido la investigación de Casado Soto sobre la evolución de la ciudad. El cierre fueron las palabras de Ernesto Busto al que conoció cuando él era párroco en Tresviso y Casado Soto, un joven de 18 años, se acercaba a los Picos de Europa «donde aprendió otros conceptos cargados de humanismo». Como ejemplo contó cómo le acompañó en autostop hasta Alemania para visitar y ayudar a los emigrados allí. Y porque era una pieza especial para él, la Salve Marinera puso fin al acto en Ciriego. Ahora el maestro descansa mirando a poniente y su alumno, recién llegado al Panteón de Ilustres, a levante.
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