Curro Javier
El andaluz es una estrella de plata que ha formado a las órdenes de varias figuras del toreo
Es uno de los subalternos más cotizados, una estrella de plata que ha formado a las órdenes de varias figuras del toreo. Ahora, Curro Javier (Sanlúcar la Mayor, 1977), comparte furgoneta con un genio llamado Morante de la Puebla.
–Tuvo una lesión en el pie en marzo. ¿Cómo está?
–No estoy al 100%, pero ya me duele bastante menos. Puedo ya torear y puedo pisar bien, ya tengo más fuerza.
–Además, es sabido que los toreros son de otra pasta y los golpes les afectan menos…
–No es que no afecte, lo que pasa es que necesitamos torear y hacemos un esfuerzo muy grande para poder estar en la plaza. Entonces parece que somos de otra pasta, pero, al final, somos personas y nos duele igual.
–¿De dónde le nace la afición taurina?
–Desde pequeño, mi padre fue banderillero y veía en casa capotes y trajes de torear. Empecé de muy joven a querer ser torero y me iba con mi padre a los tentaderos.
–Usted fue novillero y llegó un punto en que decidió cambiar el oro por la plata. ¿En qué momento se decide dar ese paso?
–Para el que de verdad quiere ser torero es muy difícil, pero para mí, que lo veía muy complicado, no lo fue tanto. Yo tenía claro que no era capaz de hacer lo que hacen las figuras del toreo.
–Una de las partes complicadas es que se pasa de ser jefe a ser subordinado. ¿Cómo es esa adaptación?
–Bueno, lo que pasa es que de novillero no eres jefe porque, al fin y al cabo, donde aprendes es con los banderilleros antiguos. Entonces, más que un jefe era el alumno de ellos. Luego, de banderillero estás a las órdenes del matador y lo complicado es hacer las cosas bien para que le sirvan a él.
–Una buena lidia o una mala lidia puede convertir un toro bueno en malo y viceversa. ¿Qué cualidades tiene que tener un buen lidiador?
–Uno lo que intenta es enseñarle al toro lo que no sabe. Como no sabe embestir, enseñarle eso. Lo primero es que lo vea el matador, que en tus manos va. Entonces, a él se le hace más fácil todo para después coger la muleta. Pero tiene razón, como se le haga la lidia mal y se le peguen muchos capotazos, se puede orientar.
–¿Y el secreto para ser un buen banderillero?
–El banderillero tiene que hacer las cosas bien y despacio. Yo soy mucho de impulso, de querer banderillear muy puro y hay veces que se consigue y otras veces no. Lo de las banderillas me cuesta un poco más trabajo, pero siempre con ganas y haciendo las cosas bien y despacio, he banderilleado toros muy bien.
–Ha compartido temporada con las principales figuras del toreo. ¿Qué es lo más complicado de la convivencia en una cuadrilla?
–La convivencia es muy importante porque para eso están los inviernos y para eso están los días que vamos a tentaderos, para conocerse y para tener confianza con el matador y saber lo que quiere él. Y eso creo que es muy importante, convivir con él un invierno. Cuanto más tiempo estés con él, más lo conoces.
–Hay mucho mito en torno a las órdenes del matador a las cuadrillas. Que si matarlo en el caballo, que si bájale la mano para que se caiga…¿Confirma el mito o es una realidad?
–No creo yo que un matador vaya a torear y haga eso. Al revés. Ellos lo que quieren es estar bien y triunfar, a lo mejor te pueden decir 'tíralo que quiero el sobrero', pero para que la gente disfrute cuando el toro no está bien. Pero lo de picarlo para que muera en el caballo o tirarlo el banderillero al suelo es un mito, no me ha pasado nunca.
–Están viviendo una temporada histórica con Morante. ¿Cómo calificaría el 2025?
–Este año, la verdad es que él está muy bien y estamos es una temporada histórica. Los triunfos que lleva en plazas de Primera y en el resto la convierten en algo muy importante. La temporada empezó rara por su estado, pero, en general, todo ha salido sobre ruedas. Está cumbre.
–¿Cómo es el maestro en las distancias cortas?
–Es un genio. Es igual toreando que en la calle. Es un tío normal, que se habla con todo el mundo, y con nosotros es una persona muy normal. La verdad que es buen tipo.
–Haciendo un símil futbolístico, hay Champions League, Primera o Segunda División. ¿En qué categoría enmarcaría usted la Feria de Santiago?
–A mí es una de las ferias que más me gustan. Yo lo considero como la Sevilla del norte, me transmite mucha cosas.
Los toreros
Morante de la Puebla | La Puebla del Río, 1977
La mejor temporada de nuestras vidas
Todos somos un poco Morante. En momentos de zozobra, en tiempos de dudas, recordamos que a la vera del Guadalquivir la varita del altísimo rozó una cabeza que tiene sones propios y que permite que el arte fluya casi sin querer. El 2025 pasará a la historia como el manicomio de La Puebla, el año en el que el problema se convirtió en solución y la felicidad de todo un país nació de la seda de un genio.
Juan Ortega | Sevilla, 1980
Capote de oro, muleta de trazos dorados
Tiene en sus dedos la capacidad de emocionar a la persona má dura del tendido. Ortega es el temple refugiado en el carisma, la torería del que tiene el poder en brazos de seda bruñidos en piedras preciosas. En 2025 le falta redondear alguna faena en plaza importante, aunque hay detalles que valen una feria entera. Si un toro le aguanta veinte muletazos, Santander saldrá con la garganta seca.