El papel de los veterinarios en la plaza
Una parte fundamental para que los toros salgan por la puerta de chiqueros
Dentro de los trabajos de puertas para adentro que se realizan para que una feria taurina salga adelante uno de los más complicados es el ... de los veterinarios. Más allá de presidentes y delegados gubernativos, que son la autoridad dentro y fuera del coso, ellos son los encargados de gestionar, comprobar y cuidar todo lo que tiene que ver con el toro, el epicentro del festejo, el rey de la dehesa y la plaza y que, papeleo aparte, es sometido a una vigilancia continua desde que aterriza en Cuatro Caminos.
«Según llega el camión lo primero que hacemos es hablar con el conductor para revisar toda la documentación, tanto en lo que se refiere al aspecto sanitario como a la identificación de los animales para ver que está todo correcto», aclara Juan José Sánchez Asensio, uno de los veterinarios que vela por cada festejo y expresidente del Colegio Veterinario de Cantabria. Durante toda la Feria de Santiago se organizan en dos equipos de tres profesionales cada uno que se reparte los días, aunque los seis están pendientes de lo que pueda pasar en todo momento. «Como característica diferenciadora en esta plaza hacemos un primer reconocimiento de forma extraoficial porque, al estar a tanta distancia de las ganaderías, nos permite tener capacidad de reacción en caso de ver algo raro. A mí me gusta este reconocimiento porque se ven los movimientos. Se baja del camión y se ven muchas cosas».
Mucho tiempo para papeleo, conocimientos de cada encaste y afición, que siempre se necesita, son los requisitos para una tarea que incluye el reconocimiento de los caballos de picas y que tiene en el primer reconocimiento oficial de los toros su prueba de fuego, el momento exacto en el que se observa si el animal aprueba o no pasa el corte. «El trapío al final está definido como la adecuación al tipo zootécnico del encaste, hay que valorar el toro en función de las características morfológicas que tiene su encaste de referencia». Y es que, por hablar sólo de la actual feria, poco tienen que ver los Cabreras de Miura, los Murubes de Los Espartales o los Albaserradas de Victorino.
Líneas rojas
Con todo, la decisión de aprobar o no a la res, la línea roja del suspenso, depende, en ocasiones, del criterio subjetivo de los encargados de decidir. «La línea roja es la más compleja porque es la más subjetiva. Hay que valorar la adecuación al encaste y además que el animal tenga la suficiente agresividad en la presentación como para dar sensación de fiereza». Una tarea delicada que, sin embargo, es más fácil cuando los profesionales ya llevan tiempo realizando el trabajo. «Llevamos mucho tiempo en la plaza y tenemos mucha experiencia, más o menos tenemos el criterio claro. Pero esto es lo más delicado, sin ninguna duda, porque es fácil el blanco y es fácil el negro, pero siempre hay grises».
Superados los dos reconocimientos, los animales son enchiquerados a la espera de saltar al ruedo por la tarde. Ahí la tarea del equipo veterinario que tiene turno para el festejo no ha terminado, porque uno de los tres profesionales tiene turno de palco. Es decir, se sienta a la vera del presidente para acompañarle a la hora de tomar decisiones. «Es el peor rato, el que sube arriba a la presidencia no disfruta de la corrida. Hasta que no ves que el toro ha pasado el primer tercio, que es donde se ponen de manifiesto las lesiones que tenga el toro o que sufra en ese momento, estás muy tenso y siempre muy pendiente de cómo se mueve». Por si esto fuera poco, al final del festejo hay que vigilar también, en coordinación con el matadero, que el animal llegue correctamente a la operación de carniceración y que no presente algún tipo de dolencia o enfermedad.
Y, claro, en un mundo como el taurino, Juanjo habla de la relación con empresarios y toreros. La presión para no echar para atrás toros o, en este caso, la ausencia de ella. «A ver, hace tiempo sí. Llevamos aquí más de 30 años y hemos visto de todo. Pero si la pregunta es si ahora, en este momento, hay presiones, ninguna. Más allá de que, lógicamente, cuando tú decides retirar un animal, por supuesto, nunca es coincidente con el criterio del mayoral y siempre tienen sus argumentos, que los escuchamos con mucho cariño y además reconocemos sus conocimientos, pero al final valoramos nosotros porque, finalmente, nosotros lo que hacemos es un informe, un dictamen donde tenemos que poner nuestro criterio y la última decisión es del presidente».
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