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Marco Pérez sale a hombros en un festejo de sugestión y premios para todos
El salmantino corta una oreja en cada uno de sus toros y Alejandro Talavante y Emilio de Justo también logran tocar pelo
Estar en medio nunca es fácil. En la parte trasera del coche es muy incómodo, sin duda. Ser el segundo de tres hermanos supone herencia ... obligada por un lado y sustitución tempranera por otro y, por descontado, estar en medio de un triángulo amoroso sólo puede traer líos. Pero, hete aquí, que la Feria de Santiago siempre innovadora, descubrió ayer que el festejo que se incrusta entre dos no hay billetes, los de Morante de la Puebla y Roca Rey, puede ser el que cambie el rumbo de la feria. No por su brillantez, desde luego, pero sí por los brotes verdes ganaderos (nada para tirar cohetes) y por la generosidad de un respetable que empieza a pedir algo de diversión.
Aunque en los carteles va por delante El Puerto de San Lorenzo, en el festejo se lidiaron cinco de La Ventana del Puerto y sólo uno, el tercero, del Puerto. Que ambos hierros tienen el mismo dueño, pero no el mismo encaste. El porteño resultó feo, con poco cuello y menos trapío y nunca ocultó su condición de manso. Al resto del encierro tampoco le sobró trapío, hechuras o bravura, aunque alguno llegó al trasteo muletero con cierta movilidad y, en el caso del cuarto, con casta y humillación.
La ficha
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Ganadería Cinco toros de La Ventana del Puerto, escasos de hechuras y, salvo el quinto, de trapío. El cuarto fue un gran toro en el último tercio. Un toro de El Puerto de San Lorenzo, feo de hechuras, sin cuello y pitones, que manseó durante toda su lidia sin emplearse en las telas.
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Alejandro Talavante Estocada tendida, descabello y aviso (ovación con saludos) y estocada tendida y aviso (oreja con petición de la segunda).
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Emilio de Justo Estocada contraria de la que sale cogido (oreja) y pinchazo hondo y descabello sin sacar la espera (ovación con saludos).
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Marco Pérez Estocada tendida (oreja) y pinchazo y estocada delantera y algo caída (oreja).
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Incidencias Plaza de toros de Cuatro Caminos, con tres cuartos de entrada en tarde de sol, nubes y lluvia en el cuarto de la tarde. Presidió el festejo Manuel Martín.
Con hasta ahora una de las mejores notas muleteras de la feria, el burel, casi cariavacado, llegó al último tercio con el motor necesario para repetir con humillación una y otra vez en la muleta de Talavante, que más allá de indultar toros dentro de la peligrosa deriva triunfalista que tiene la tauromaquia, no atraviesa su mejor momento artístico. El toro pedía colocación, temple y mano baja y el extremeño mostró sus intenciones en una primera serie que inició por el izquierdo y que tuvo más molinetes, tres, que naturales. El resto del trasteo discurrió en el mismo tono, sin remate, con el toro humillando y Talavante acompañando la embestida, sin implicarse demasiado en la búsqueda del triunfo. Remató con bernadinas ajustadas, que siempre gustan, y el público obligó a Manuel Martín, el presidente, a acertar al no conceder la segunda oreja. De no haberse rajado en el tramo final, la res podía aspirar a ser el toro de la feria. Antes, en el primero, el pacense tampoco estuvo en el sitio con un animal noble que, lejos de emplearse, se movió en las telas.
Ayer, cierto es, el público quería fiesta y estuvo generoso. Lo estuvo con Emilio de Justo en el segundo, un animal negro, listón, bragado y girón bien pareado por Curro Robles y El Algabeño que siempre se mostró incierto en los embroques. El burel exigía un dominio que no mostró el cacereño, que muleteó aseado en las dos primeras tandas por el derecho y no pudo más que tragar por el izquierdo. Salió volteado al entrar a matar, el animal le pisó la cabeza infiriéndole una herida de siete centímetros y la sugestión hizo el resto. Una oreja.
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De Justo volvió a ser volteado galleando por chicuelinas en el quinto, al que le faltaron unos pasos a partir del tercer muletazo para ser un buen toro. Desconfiado y lineal con su buena mano izquierda, una serie por el derecho en el que apretó más cedió paso a un gustoso final de cadenciosos naturales. Al final, saludó una ovación.
La lidia del tercero se atropelló cuando encaró al caballo que montaba Puchano casi por los cuartos traseros para alzarlo y enviar a piquero y equino al suelo. Luis Cedillo, el dueño de la montura, salió a cortar a cuerpo limpio antes de que se ordenase una función en la que Marco Pérez reaparecía dos meses después de ser volteado en Alicante. Fue el toro el que dominó terrenos en una faena larga, con poco ajuste, en la que se libró de salir volteado porque el animal hacia las afueras quería poco. Un martinete y un molinete caldearon el ambiente moquero.
El sexto, algo abrochado de pitones y poco humillador, se paseó una y otra vez en la muleta de Pérez, que construyó con paciencia y manoletinas un trasteo que remató con un pinchazo y una estocada fulminante. Esta vez el usía no aguantó el pañuelo y la segunda oreja propició la tercera puerta grande de la feria.
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