Los grafiteros sacan los colores al plan de limpieza del Ayuntamiento
Las sanciones por pintadas vandálicas en «equipamientos de los servicios públicos» no disuaden a los que cogen sus esprays en Santander
Las pintadas vandálicas realizadas en las instalaciones del Tenis y en el espigón construido en la playa de La Magdalena ponen de manifiesto las dificultades ... que afronta el Ayuntamiento de Santander para atajar este tipo de actos, que ya llegan hasta lugares insospechados y muy cerca de reclamos turísticos de la capital cántabra. Pese a que en el artículo 21 de la ordenanza municipal sobre Protección de la Convivencia Ciudadana y Prevención de Actuaciones Antisociales, se considera infracción grave «deteriorar los equipamientos, infraestructuras, instalaciones o elementos de los servicios públicos así como el mobiliario urbano y fuentes públicas» y cuenta con un castigo en forma de multa de 750,01 hasta 1.500 euros -con descuento del 50% por pronto pago-, dicha sanción no termina de disuadir a los que cogen sus esprays, sabedores de la dificultad de cogerlos con las manos en la masa.
Cuando estos grafitis -llevados a cabo sin permiso- pasan a formar parte del paisaje urbano de la ciudad, es el momento de actuar sobre los mismos. Aunque no es tan sencillo como parece, dependiendo de la propiedad en las que se produzcan las pinturas vandálicas, el transcurso para su eliminación es diferente y puede desembocar en una ralentización del proceso. El caso reciente del muro exterior de la Real Sociedad de Tenis de La Magdalena es el último ejemplo de la dificultad para resolver un conflicto entre entidades y dilucidar la responsabilidad de limpieza. En los últimos años, el tira y afloja más sonado fue el de los exteriores del edificio Rema, ubicado en la Segunda playa de El Sardinero, que ahora luce de color blanco, aunque «de forma excepcional». Una actuación que la corporación local pudo efectuar tras recibir la aprobación de Demarcación de Costas, dueña del inmueble.
«La diferencia entre el arte urbano y el vandalismo es la intención. Quieres ir a lugares prohibidos y que tu firma se vea por muchos sitios»
Juan Díaz-Faes
Artista
«No hay ningún muralista que no haya pintado en un sitio público, de dibujar en papel a pintar con espray hay una brecha grande»
Anónimo
Grafitero en Santander
Aunque Santander mantiene activo un plan de limpieza desde 2023, en el que hace barridos por toda la ciudad y vuelve a empezar siguiendo el orden de los distritos postales. Este programa de trabajo puede sufrir alteraciones, ya que tiene prioridad la eliminación de cualquier pintada que contenga mensajes o símbolos ofensivos, y también se atienden los avisos puntuales indicados por la dirección del contrato o por los técnicos municipales y las peticiones ciudadanas al teléfono de atención. Ante la creciente presencia de grafitis en emplazamientos destacados de la ciudad y por el resto de sus calles, el Ayuntamiento no quiso aclarar a El Diario Montañés si este protocolo de actuación se mantiene en los últimos tiempos.
«Que se vea tu nombre»
Son pocos los que en momentos de gran exposición mediática se atreven a valorar el panorama actual que vive la ciudad frente a los grafitis. El artista Juan Díaz-Faes cree que «la diferencia entre el arte urbano y el vandalismo es la intención. Quieres ir a lugares prohibidos y que tu firma se vea por muchos sitios». Díaz-Faes puntualiza que el arte urbano piensa en el contexto y en el espacio en el que va a estar ubicado. «No es lo mismo pintar en una ciudad de México que en un pueblo de Cantabria. Piensas en el tipo de gente que va a pasar por ahí. El grafitero va un poco al revés, piensa más en la persona, en decir yo estuve aquí».
Desde el anonimato, un grafitero santanderino, confiesa que da «igual» que hagas algo bonito. «Aunque le guste a la gente, en cuanto a temas legales va a ser lo mismo», puntualiza. «El aspecto de pintar trenes, lo considero vandalismo; al final, lo pagamos todos. Y si es privado, a no ser que te contraten o tengas permisos legales por el Ayuntamiento va a ser considerado igual». Este grafitero anónimo subraya que «no cree que haya ningún muralista que nunca haya pintado en un sitio público, para llegar hay que practicar mucho, pero de dibujar en el papel a pintar con espray hay una brecha grande».
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