La Horadada está a la espera del desalojo de okupas para su derribo
El edificio de la playa de Los Peligros lleva aguardando diez años a ser demolido, desde que se terminó la concesión de sus anteriores propietarios
El edificio del antiguo Balneario de La Horadada lleva diez años esperando a ser derribado. Tras un sinfín de trámites, la Demarcación de Costas ... en Cantabria otorgó a Tragsa su demolición, previa salida a concurso. Pero la empresa se encontró con sorpresa: la que fuera la sede del primer club de windsurf de Santander, hace 50 años, tenía nuevos inquilinos, un grupo de okupas que habían hecho suyo el inmueble con las mejores vistas de la playa de Los Peligros. Ahora, Costas está pendiente de su desahucio. Hasta que esto no ocurra, las palas no podrán entrar a derrumbar este edificio, cubierto de pintadas y de aspecto sucio y abandonado.
Su último morador fue el Club Náutico La Horadada. Uno de sus propietarios, Fermín Ruiz, luchó todo lo que pudo porque Costas le otorgara una nueva concesión, concluida la suya, después de 25 años de actividad. Tras darse por vencido, él y sus socios optaron por trasladarse al cercano Balneario de La Magdalena (en 2018), donde siguen desarrollando su actividad deportiva.
«Al año de irnos de La Horadada, en 2019, ya vimos que había gente dentro. Hicieron buena cuenta de todas las telas que dejamos, ya que con ellas taparon todas las ventanas. La verdad es que no dan ningún problema. Son discretos y limpios. No hay suciedad a su alrededor», informa Ruiz a este periódico. Ahora, lo que es un misterio es quiénes y cuántos son estos okupas. «Alguna vez hemos visto a alguno. Gente joven, pero jamás hemos apreciado ninguna ventana o puerta abierta», agrega.
En el año 2011, la Demarcación de Costas de Cantabria decreta el derribo del inmueble
DECISIÓN
En 2018 sus concesionarios abandonan la instalación y se trasladan al Balneario de La Magdalena
TRASLADO
En 2019 un grupo de okupas se instala en el edificio, lo que impide que Tragsa pueda tirarlo
RETRASO
Parecidas afirmaciones realizan Ángeles Hierro y Jesús Herrero, matrimonio habitual de Los Peligros: «Una vez vimos a un grupo de chicos jóvenes, pero esto siempre está en silencio y no entra ni sale nadie». La única señal de que alguien vive dentro son las luces que por las noches traspasan los trapos sujetos a modo de cortinas, que se pueden ver desde el paseo de Reina Victoria.
En las diferentes puertas y portones del edificio, sujeto con cinta de color marrón, está el anuncio publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE), en el que se indica a los ocupantes que un buen día hicieron suyo el antiguo club Polo Norte, sin ningún tipo de contrato o pago de alquiler, que ahí no pueden estar, algo a lo que no han hecho caso.
En este anuncio se indica que, con fecha 14 de septiembre, la Demarcación de Costas procede a la recuperación de su propiedad, una vez fue publicado en el BOE y en el tablón de anuncios del Ayuntamiento de Santander (el 1 de septiembre) el inicio del expediente de recuperación, al cual se podían presentar alegaciones. Transcurrido el plazo de catorce días, sin alegación alguna, y «considerando que la okupación no cuenta con autorización», la Administración del Estado «puede recuperar de oficio la posesión indebidamente perdida de los bienes de dominio público», según se puede leer en el anuncio del BOE. Así, continúa el escrito, se procederá al desahucio, si fuera preciso. Todo indica que así será.
Intentos sin éxito
Fermín Ruiz mira con nostalgia, desde su flamante nuevo club, la ruina que queda del lugar de dónde todo empezó, de donde salieron los primeros campeones de windsurf de España. «Nunca entenderé por qué no nos dejaron continuar con aquel proyecto. La gente guardaba allí sus piraguas, los chicos daban sus clases de windsurf, en verano había campamentos... Y ahora, míralo. Da pena», lamenta.
En 2011 se decretó su demolición por incumplir la Ley de Costas de 1988, que sólo permite instalaciones en la playa que no superen los 150 metros cuadrados. El balneario mide 1.350.
Eses mismo año, el Ayuntamiento de Santander se interesó por quedarse con la concesión. En aquel momento, Íñigo de la Serna era el alcalde y declaró que «estamos dispuestos a que sea el propio Ayuntamiento quien solicite la concesión, en aras de que se mantenga un servicio que consideramos fundamental para los bañistas de esta zona».
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