El hotel Central sigue a la espera de la licencia para convertirse en residencia
Las obras para la transformación del edificio, que conservará su fachada original, durarán 18 meses
Ante el desprendimiento de un trozo de la cornisa en mal estado del hotel más antiguo de Santander, el hotel Central, sobre la calle peatonal ... Lepanto, junto al Mercado del Este, se ha procedido a precintar el edificio para evitar futuros daños. En concreto, se ha colocado «un cerramiento sólido para restringir el paso, obligando a mantener una distancia de seguridad con respecto al edificio», según explicó ayer el concejal del Ayuntamiento César Díaz.
Este emblemático edificio, que data de 1929 -algunas fuentes hablan de 1905- y que cerró sus puertas en 2015, ya tiene proyectada su reforma arquitectónica, que lo transformará en una residencia de mayores. La nueva propiedad, Onisan Inmuebles, permanece a la espera de recibir la licencia de obra que se está tramitando. Una vez se consigan los permisos pertinentes, comenzarán los trabajos, que manejan un plazo de ejecución de 18 meses para reformar exhaustivamente el edificio, manteniendo su fachada original en el número 5 de la calle Ataúlfo Argenta.
La nueva residencia atenderá la creciente demanda que existe en la ciudad de centros de mayores, y tendrá una capacidad para algo más de 50 plazas.
El nuevo centro residencial mantendrá la denominación original de este establecimiento, que abrió sus puertas bajo el nombre de hotel Ignacia, unas letras que cubrían de arriba abajo su característica fachada color azul claro.
Desperfectos
La urgencia de las obras en este edificio salta a la vista, debido a la antigüedad del inmueble, en el que el tiempo ha hecho mella y su fachada muestra una imagen de abandono, con algunas partes en mal estado, a lo que se suma este reciente desprendimiento que tuvo lugar hace escasos días.
El histórico hotel fue propiedad de Antonia Falla Ruano y nació como un hotel moderno y de estilo europeo, siendo una referencia en la ciudad y en el que se alojaron personalidades destacadas como Antonio Machín o Carlos Gardel en febrero de 1982.
El hotel cerró en enero de 2015 y los propietarios del edificio, la familia Cubría Falla, lo puso a la venta en 5,5 millones de euros. El primer proyecto que se perfiló fue pensado para dar continuidad al hotel, uniendo los bajos comerciales que habían quedado vacíos y que estaban a la venta. En los bajos se iba a situar la recepción del hotel. Pero se desestimó esta idea. Más tarde también se proyectaron varios apartamentos, pero finalmente se ha optado por darle un uso de residencia de mayores con la ventaja de que al estar en el centro de la ciudad está muy valorado.
Onisan Inmuebles ha informado que dará vida al edificio sin dejar que pierda su esencia. Fuentes internas de la empresa dejan clara su intención de respetar y mantener su aspecto histórico, aunque será rehabilitado para remediar las malas condiciones en las que se encuentra actualmente. Para garantizar ese respeto por su fachada original, Onisan contará con una empresa especializada en rehabilitar edificios históricos. «Queremos conservar el patrimonio y dejarlo en todo su esplendor».
Aunque por fuera mantendrá su estética, por dentro se transformará por completo para convertirse en un edificio sostenible. Desde Onisan destacan que «nos importa más la calidad que la cantidad» y que, como empresa familiar, quieren que su residencia también mantenga ese espíritu familiar. «Es un proyecto bonito en una zona espectacular que además permitirá recuperar un edificio histórico».
La nueva residencia de personas mayores creará en torno a medio centenar de puestos de trabajo, con personal titulado para dar un servicio profesional y con un completo servicio médico, de enfermería y psicología.
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