Santander ya no tiene calles con nombres franquistas
El equipo de gobierno del PP cumple así con el mandato de la Fiscalía emitido el pasado marzo, que les exigía acatar la Ley de Memoria Histórica, aprobada hace 18 años
Santander ya no tiene calles con denominaciones franquistas. Esto es así después de que los operarios del Ayuntamiento cambiaran las placas de la última calle ... que quedaba –de un listado de 16 en total–. Desde el pasado 21 de noviembre, General Dávila se llama Paseo de Altamira. Así, el equipo de gobierno del PP cumple con el mandato del fiscal delegado de Derechos Humanos y Memoria Democrática de Cantabria, Carlos Yáñez, que el pasado marzo dio un mes de plazo a la alcaldesa, Gema Igual, para que modificara el callejero franquista y cumplir con la Ley de Memoria Histórica, aprobada hace 18 años. En 2022 fue sustituida por la de Memoria Democrática, que es más amplia que la primera.
Un cambio que ya es visible no solo en las placas que indican el nombre de las calles, también en las paradas del TUS (Transporte Urbano de Santander) o en la aplicación para el móvil que te indica las diferentes rutas del autobús y el tiempo que falta para que llegue. Y un cambio sobre el que advirtió Correos a las comunidades de vecinos que se encuentran en alguna de esas 16 calles. Lo hizo colocando carteles en los portales. En ellos, se solicitaba a los residentes que modificaran su dirección antigua por la actual «para un mejor servicio y calidad en el reparto de su correspondencia». La empresa pública dio un plazo de tres meses para efectuar ese cambio –terminó el 11 de septiembre–. Desde esa fecha, la correspondencia que no estuviera direccionada correctamente, se devuelve al remitente.
Para ir efectuando poco a poco esos cambios, el equipo de gobierno del PP, que explicó en un primer momento que no se habían efectuando las modificaciones en las calles para no molestar a vecinos y a empresas, estableció un calendario. Se empezó con las zonas de menor dificultad (por el número de portales a comunicar, número de placas o posibles cortes de vía). Precisamente ese es el motivo por el que las últimas en modificarse fueron José Hierro –antes Camilo Alonso Vega– y Paseo de Altamira –antes General Dávila–. Y es que implicaban a un «alto número de comunidades de vecinos».
La «sorpresa» de Igual
En marzo, el Fiscal instó a Igual a cumplir con los acuerdos aprobados por el Pleno municipal en agosto de 2015 y mayo de 2016 sobre la modificación del callejero. Incluso hizo referencia a 18 calles, según aquellos acuerdos, aunque dos de ellas ya se cambiaron –Columna Sagardía y División Azul–, y Alcázar de Toledo, que aunque entonces aún no se había hecho efectiva la modificación, ya tenía asignado otro nombre: Cuesta de las Ánimas. Esta última generó un fuerte rechazo entre los vecinos, que pusieron carteles por la zona pidiendo al equipo de gobierno que se llamara calle del Parlamento. A su parecer, Cuesta de las Ánimas tiene una connotación «tétrica», ligada al antiguo hospital y cementerio de la zona.
Ese mandato–el del fiscal– no pareció hacerle demasiada gracia a la alcaldesa. Nada más hacerse pública la noticia, la regidora mostró su «sorpresa y confusión» por el asunto. También dijo que iba a cumplir la ley y reconoció que la medida iba a «incomodar a los vecinos». «No desvelo nada si digo que la memoria histórica no es un asunto de consenso entre toda la población». Una postura bastante similar a la que adoptó cuando se enteró de la propuesta del Gobierno de España de convertir el Palacio de la Magdalena en el primer Lugar de la Memoria de Cantabria. De hecho, sus declaraciones cayeron como un jarro de agua fría entre las diferentes asociaciones memorialistas.
Igual fue más allá y, en una entrevista que concedió a El Diario Montañés en el ecuador de su legislatura, justificó su tardanza. «No había plazo. Estábamos trabajando, pero no al ritmo que al fiscal le parecía bien. No he incumplido nada. En cuanto nos dieron un tiempo para hacerlo, se hizo». Y explicó que esta medida no era una «prioridad» para su equipo de gobierno. «Lo estaba haciendo sin prisa pero sin pausa, pero en cuanto nos han puesto un plazo, lo he cumplido. Pero vamos, tampoco tengo cargo de conciencia por ello», concluyó Igual. Al final, ha necesitado ocho meses para finalizar todo el proceso.
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