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Santander no encuentra su estilo
Con el paso de los años, el Ayuntamiento ha ido remodelando plazas y calles con un mobiliario, zonas verdes y baldosas diferentes en cada lugar
Santander no tiene un casco antiguo que defina su estilo. El centro, arrasado por las llamas hace más de 80 años, se recompuso y expandió ... como pudo en plena posguerra. Otras zonas, como El Sardinero, sí tenían entonces una imagen icónica, vinculada a los Baños de Ola, que se conservó. Pero en los últimos años, muchas de las plazas y calles que se construyeron el siglo pasado se han ido remodelando debido a su desgaste. Hay ejemplos como la plaza del Ayuntamiento, la de Italia o céntricas calles como San Francisco o Antonio López. Y a pesar de que muchas se han renovado en los últimos quince años, es difícil encontrar en ellas elementos comunes. Para sus sucesivos diseños, no se ha optado por el mismo tipo de farolas, bancos, zonas verdes ni baldosas.
Uno de los casos más polémicos fue la remodelación de la Plaza de Italia, inaugurada a principios de 2021. El estilo, mucho más minimalista que el anterior, chocó a muchos vecinos de la zona, que lamentaron perder lo que consideraban la esencia 'belle époque' de la zona. Ahora, en la plaza predominan los tonos claros, con baldosas de granito y amplios bancos de madera que hacen la función, a su vez, de acotar las zonas verdes. Las farolas elegidas son oscuras y muy sencillas, como una 'L' invertida.
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Sustituir el mobiliario por otro más minimalista es recurrente en otras zonas de la ciudad, como la plaza del Ayuntamiento, que se remodeló hace 15 años. Uno de los elementos que se retiró entonces fue la farola de las Cuatro Estaciones, obra de José Quintana, que ahora se ubica en la Alameda de Oviedo. El resto de farolas de la plaza también eran clásicas –con varios faroles y adornos de hierro fundido– y se sustituyeron por las actuales, de líneas rectas y con dos focos a diferentes alturas –únicas en la ciudad–. Los bancos, de madera y metal, son iguales a los de los Jardines de Pereda (renovados en 2014), pero distintos a los elegidos para urbanizar la calle Rubio (2015), Antonio López (2022) o la calle San Francisco (2023). Todos estos son también distintos entre sí, y más de lo mismo pasa con las farolas y los maceteros –especialmente llamativos en La Florida–. Una de las urbanizaciones recientes más innovadoras por su mobiliario fue la de Gamazo (2014), donde el Ayuntamiento se decantó por colocar hamacas, mucho más numerosas que los bancos de la zona.
Pero, ¿es un error que no exista uniformidad entre las nuevas urbanizaciones? ¿Debería abogar el Ayuntamiento por seguir un patrón? El decano del Colegio de Arquitectos, Román San Emeterio, cree que es válida la 'mezcla', siempre que respete el patrimonio. «Es muy difícil ver el estilo de algo en el momento en que sucede. El Santander que se está formando ahora podrá ser identificable, a lo mejor, dentro de veinte o treinta años». Y pone un ejemplo: «Cuando vives en los años setenta no eres consciente de que la ciudad se está construyendo con un estilo setentero. Y las cosas que parecían diversas, hoy sí se identifican como un estilo propio de aquella época». Por eso considera que muchos elementos del mobiliario utilizado en las últimas intervenciones de la ciudad, a pesar de ser diferentes entre sí, podrán detectarse dentro de décadas como parte de «las líneas generales» que definirán esta época.
Lo que también queda claro con este tipo de reformas es que las ciudades pierden poco a poco su identidad. «Vas a barrios nuevos de Santander y son iguales que los de Valladolid, que los de Madrid, que los de Sevilla... Iguales, o muy parecidos». Esto no pasa en sitios muy concretos que protegen sus símbolos identitarios a pesar de las reformas, como San Sebastián y sus barandillas, un icono de la ciudad. Para San Emeterio, algo a tener en cuenta cuando se hace una rehabilitación urbanística es «tener claro qué es lo importante y no quitarle protagonismo, no hacer parecer anecdótico lo que está ahí». Puede ser una iglesia, un edificio como el Casino o un paisaje identitario. «Cuando se plantea una intervención, hay que detectar qué hay que conservar y asegurarse de que la obra no reste protagonismo a ese elemento». Un ejemplo positivo lo encuentra en La Florida, donde la peatonalización de la calle Rubio potencia la imagen del Museo de Arte de Santander (MAS).
La falta de homogeneidad que se puede detectar al comparar las últimas remodelaciones realizadas en Santander también se puede localizar dentro de una misma calle, como el caso del Paseo Pereda. En la zona del paseo marítimo, las farolas son de una forma –blancas y azules, un estilo más marítimo–, junto al Palacete del Embarcadero hay una clásica de hierro fundido con un único farol y, al otro lado de la carretera, están las farolas clásicas con cinco faroles de hierro fundido. «Y es una opción, puede ser una ciudad variopinta. Pero si quieres cohesión tienes que apostar por algo y mantenerlo en el tiempo», valora San Emeterio.
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