El Sardinero llama a su revitalización
Vecinos, comerciantes y hosteleros coinciden en el mal diagnóstico de un enclave al que urge aplicar un tratamiento apropiado; «es preciso un proceso de reavivamiento que combine la modernización y la preservación»
Símbolo de una época de riqueza, lujo y ostentación, liceo de distinción y elegancia, orgullo de Santander y los santanderinos, de todos los cántabros, ... regio, aristocrático, señorial, El Sardinero, todo cuanto abarca ese espacio sinigual que va de La Magdalena a Mataleñas, está sumido en una depresión. Se la han diagnosticado sus gentes, sus habitantes, sus empresarios, sus comerciantes, sus hosteleros, sus visitantes habituales, que presienten que, de no aplicarse el tratamiento apropiado, esa enfermedad acabará borrando la huella, hoy todavía visible, de una transformación que hace un siglo cambió no solo el paisaje sino también la identidad misma de la ciudad.
«Necesitamos un proyecto hecho con cabeza, equilibrio y respeto por la identidad del lugar»
Verónica Revilla
Asociación de Vecinos
De esa crisis, precisamente, surgió hace apenas unos meses la Asociación Ciudadana en Defensa del Sardinero, un colectivo que se siente dolorido por el «deterioro progresivo» de la zona con más glamour de Santander y que integran «los que íbamos al Auditorium con nuestros padres», «los que aprendimos a nadar entre las olas de la Segunda», «los que cruzábamos los jardines de Piquío como quien entra en una postal» o «los que sabíamos que vivir aquí era un privilegio». Lo preside Verónica Revilla, preocupada, como el resto, de la deriva que ha tomado el Sardinero, a su juicio abocado a un proceso de «descuido» que ha desembocado en una movilización nunca vista por estos lares.
LAS CLAVES
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Abandono Los vecinos cuestionan el estado de dejadez de edificios simbólicos como La Horadada o el Rema
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Desestacionalización Los hosteleros creen que si la oferta de ocio trascendiera al verano la zona recobraría vida
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Planificación Los expertos consideran de vital importancia la toma de decisiones con ayuda de profesionales
«Es evidente que el Sardinero ha perdido todo su esplendor», se lamenta la presidenta, que recuerda que «donde hubo terrazas elegantes, con mesas blancas, casi de cerámica, y ciudadanos disfrutando del sol y un café, hoy tenemos restaurantes de comida rápida, con sillas de plástico y jóvenes haciendo botellón y tirando hamburguesas al suelo». Una imagen que, así resumida, nada tiene que ver con la de antaño, tan distinguida, y que no ayudan ni siquiera a disimular «la falta de mantenimiento de los equipamientos municipales», «el deficiente servicio de limpieza», o «el estado de abandono de construcciones tan emblemáticas como La Horadada o el Rema», enumera la mujer.
Revilla (Verónica), que desearía que las autoridades locales «dejaran de tomar decisiones unilaterales que nos afectan a todos» y «tuvieran un poco más en cuenta las opiniones de los vecinos», cree que la «decrepitud» del Sardinero obedece básicamente a una falta de proyecto de ciudad. «No hay un proyecto para Santander», se queja la presidenta, que piensa que, en ese boceto, «el Sardinero debería ser clave porque es la punta de lanza de nuestra ciudad».
«No hay un proyecto», insiste. «Solo se hacen obras puntuales», critica la mujer, que quiere que el Sardinero avance a través de «un proceso que combine la modernización y la preservación», bien pensando y bien ejecutado, «hecho con cabeza, con equilibrio y con respeto por la identidad del lugar», añade Verónica, convencida de que el Sardinero «tiene todos los ingredientes para volver a ser ese lugar esplendoroso y lleno de vida que llegó a ser». Y que lo será, acaba la presidenta, «cuando nuestro Ayuntamiento comprenda que lo que le da valor al Sardinero no son sus playas ni sus edificios señoriales, es su gente, su ritmo de vida, la calidad de sus servicios públicos y una gestión adecuada del turismo que nos visita».
Navarro aboga por tomar decisiones «desde el consenso»
El concejal de Fomento, Urbanismo, Movilidad Sostenible y Vivienda, Agustín Navarro, recuerda que en El Sardinero se están acometiendo actualmente una batería de obras encaminadas, todas ellas, a mejorar el aspecto de la zona. Así, el Ayuntamiento trabaja en la renovación urbana de la zona oeste, en la rehabilitación de los Jardines de Piquío, en la mejora de los accesos al recinto de La Magdalena y en el proyecto de construcción de la futura rotonda de la Mutua. Todo ello en tanto gestiona con la Demarcación de Costas el futuro del edificio Rema y mientras la iniciativa privada rehabilita los hoteles Sardinero, Colón y París así como diferentes palacetes antiguos. Con todo, y con vistas a la redacción del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), «es fundamental que las decisiones sobre este enclave, como aquellas que se tomen en relación con otros con características muy específicas, se adopten desde el consenso y con el asesoramiento de técnicos especialistas que vean la ciudad como un todo».
Hostelería
Lo mismo que piensan los vecinos, que el Sardinero requiere de una fina capa de revitalización, lo piensan también los hosteleros y los comerciantes del lugar, que igualmente creen que todavía hay tiempo para devolverle a la zona la pompa que siempre le ha caracterizado.
Presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria, Eduardo Lamadrid asegura que si Santander es una ciudad cada año mejor posicionada en el sector es, en parte, por lo que ha sido. Del mismo modo el Sardinero. «Un lugar tan emblemático no debería apartarse mucho del camino que le ha llevado a serlo», puntualiza el hostelero cántabro, que cree que para frenar o al menos ralentizar el proceso de deterioro del que todos allí hablan podría bastar con mejorar los servicios que se prestan a los vecinos y los visitantes.
«Un lugar tan emblemático no debería apartarse mucho del camino que le ha llevado a serlo»
Eduardo Lamadrid
Asociación de Hosteleros
Eso, para impedir su caída. Para hacerle despegar de nuevo, la hostelería podría contribuir «atrayendo a grupos de restauración potentes», dice Lamadrid. «Pero, claro, para eso sería preciso potenciar mucho la zona», que en verano va como un cohete pero en invierno va al ralentí. «No es rentable abrir un restaurante en un lugar donde solo hay gente como mucho tres meses», dice el presidente de los hosteleros, que piensa que si una parte de los grandes eventos que se celebran en el estío en Santander se sacaran de esa estación y se distribuyeran por las restantes, «si la oferta de ocio, tan concentrada en una época del año concreta, se desestacionalizara y alcanzara también a las demás», a la primavera, al otoño y al invierno, «yo estoy convencido de que el Sardinero recobraría su vida y alguno de esos grupos de restauración potentes a los que me refiero pondría la vista allí inmediatamente».
Comercio
El secretario general de la Federación del Comercio de Cantabria (Coercan), Gonzalo Cayón, aboga por un proyecto que tienda la mano a este sector, al que siempre ha costado Dios y ayuda introducirse en el Sardinero. «El tejido comercial allí es exiguo y no responde en absoluto a las necesidades potenciales ni de los habitantes ni de los turistas, que si quieren hacer compras o adquirir un determinado artículo tienen que irse hasta el centro de Santander porque en el Sardinero apenas abren supermercados y tiendas de alimentación», indica Cayón.
«El tejido comercial no responde en absoluto a las necesidades ni de los vecinos ni de los turistas»
Gonzalo Cayón
Asociación de Comerciantes
De ahí que los comerciantes hayan aplaudido con tanto entusiasmo el proyecto que el Racing presentó hace apenas unos días a toda la sociedad santanderina y que incorpora un espacio comercial en los bajos del estadio. Cayón, que siempre ha pensado que ese que rodea al campo es «un espacio muy desaprovechado», cree que el sector al que representa no debería renunciar «a un estadio de fútbol moderno con unos bajos comerciales convenientemente explotados» porque eso ampliaría el radio de acción del comercio, hoy limitado a los bajos de la Plaza de Italia y de Feygón.
Vivienda
CEO de Mikeli, líder en el sector inmobiliario de lujo de Cantabria, Antonio Avilés también conviene en que el Sardinero requiere de una cirugía que le devuelva su aspecto mejor.
«De lo que se trata es de devolverle el esplendor que le dio la realeza a principios del siglo pasado», subraya el especialista. «Porque mimbres para ello hay. Tiene la categoría, tiene las infraestructuras, tiene el clima... Lo tiene todo para ser un referente turístico», asegura Avilés, que cree que solo es cuestión de «sacarle partido».
Así, recuperando su estatus, este bello tramo de Santander podría ser un destino de lujo, «pero de lujo de verdad, a la altura de Marbella o de Mallorca», porque el dinero llama al dinero «y al turismo del más alto nivel, quiero decir, a los restaurantes de nivel, a las tiendas de nivel... Yo no puedo traer a un cliente adinerado a vivir al Sardinero para que luego se tenga que ir a comer a un restaurante de comida rápida», explica Avilés, que cuando habla de un cliente adinerado se está refiriendo a alguien que se pueda permitir pagar una vivienda en este lugar, donde los precios pueden oscilar entre los 3.700 y los 12.000 euros el metro cuadrado.
«Tiene todos los mimbres para ser un destino de lujo, pero de lujo de verdad, a la altura de Mallorca»
Antonio Avilés
CEO de Mikeli Inmobiliaria
«Depende de la zona, la orientación, la altura, la amplitud... Y tampoco es lo mismo una vivienda en primera línea de playa que una en segunda línea, o una reformada que a reformar...», especifica Avilés, que, en cualquier caso, incluye al Sardinero en el 'top ten' de los barrios más caros de España para adquirir una residencia.
Urbanismo
Arquitecto al servicio de la Administración Local en diversos ayuntamientos de Cantabria, entre ellos Santander, donde fue director general de Urbanismo, Antonio Bezanilla también tiene la creencia de que El Sardinero «ha de recuperar su vitalidad de antaño y su carácter ineludible de zona de ocio vinculado a sus magníficas playas aprovechando cuanto ya tiene y reforzándose con todo lo que podría necesitar» que, a la luz de su valoración, poco no es.
El arquitecto, que reprocha al gobierno municipal actuaciones tan criticadas por los vecinos como aquella de la Plaza de Italia, donde él entiende que se perdió «una gran oportunidad de conseguir, de verdad, un gran espacio público», o decisiones tan comentadas por los ciudadanos como esa otra de dejar en manos de un reducido número de santanderinos el color del suelo de los Jardines de Piquío, apuesta por llevar a cabo en este barrio una reforma que comenzaría por «el desplazamiento de los Campos de Sport al otro extremo del eje que marca el Parque de la Vaguada de Las Llamas», un espacio que la ciudad conoce y disfruta «pero que apenas está esbozado en su dimensión total y en su trascendencia y valor urbano, cívico y ecosistémico». Eso permitiría «que la gran veta esmeralda del parque alcanzase la orilla de las playas y del Cantábrico».
«Ha de recuperar su vitalidad de antaño y su carácter ineludible de zona de ocio»
Antonio Bezanilla
Arquitecto
Él no construiría un aparcamiento en la calle Joaquín Costa, lo haría, si acaso, en la explanada del Camello «con un proyecto paisajísticamente bien estudiado», matiza el arquitecto, que cree que el Palacio de Congresos y Exposiciones es una de las infraestructuras de la zona que «podría ganar peso para generar un segundo punto de interés en ese frente marítimo entre Piquío y el 'Chiqui'».
En todo caso, indica Bezanilla, «lo que es seguro es que la solución está, como siempre, en planificar, en decidir acciones sobre un tablero de juego que es la propia ciudad y sus mejores espacios verdes y costeros, por lo que la participación de los ciudadanos será fundamental y la de profesionales que canalicen y sepan alcanzar las soluciones mejores para las necesidades de Santander, también».
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