Superancianos
Ellos son la prueba de que el deporte no tiene edad. Escalar ochomiles y correr maratones pasados los 80 es posible
Irma Cuesta Cifuentes
Domingo, 29 de enero 2017, 16:55
Por más que él insista en que es un tipo normal, Robert Marchand tiene mucho de superhombre. Solo de esa forma se entiende que, con 105 años, acabe de batir el récord mundial de la hora para centenarios a lomos de su bicicleta.
Este aficionado francés dejó sin aliento a quienes fueron testigos de su enésima proeza en el velódromo de Saint-Quentin-en-Yvelines, muy cerca de París. Sus 22,547 kilómetros pedaleados en 92 vueltas a la pista son la prueba de que el deporte no tiene edad si, además de salud, a uno le sobran ganas.
«Estoy bien. No lo he pasado mal por las piernas sino por los brazos, ya que tengo reúma», dijo pletórico cuando se bajó de la bicicleta. Está claro que, para un hombre que ha sobrevivido a dos guerras mundiales, una hora dando pedales y un ligero dolor de huesos son cosa de nada... aunque haya pasado ya un lustro desde que celebró su centenario.
El año pasado, Marchand protagonizó un estudio científico avalado por la Universidad de Burgundy que trataba se averiguar si los atletas centenarios son el ejemplo del máximo rendimiento humano. Hasta ahora, lo único que han concluido con rotundidad es que su conejito de indias, ese individuo que no levanta más de metro y medio del suelo, es en realidad un gigante, que ha culminado una proeza humana que difícilmente volverá a repetirse.
Robert lleva en este mundo los mismos años que el indio Fauja Singh. Tornado con Turbante (así es como lo llaman) es otro ejemplo perfecto de cómo se pueden estirar, y hecho un pimpollo, los límites de la longevidad que al menos de momento nos está reservada a los humanos.
A Fauja (1 de abril de 1911, Beas Pind, Punjabi) le costó comenzar a andar. No está claro si el objetivo es agrandar su leyenda, pero dicen que sus piernas eran tan débiles que no desarrolló la capacidad de caminar hasta que tuvo cinco años. ¡Quién iba a pensar que, un siglo más tarde, aquel niño flacucho se convertiría en el maratoniano más longevo de la historia!
Tornado con Turbante es uno de esos deportistas de vocación tardía que pueblan el planeta. Tenía 89 años y la vida le había arrebatado a su esposa y a uno de sus hijos cuando, viendo un programa de televisión en el que hablaban del maratón de Londres, se le ocurrió que intentar completar esta prueba podría ayudarle a mitigar la pena.
Desde entonces no ha parado: Fauja ha completado en varias ocasiones los maratones de la capital británica, Toronto y Hong Kong, además de buen número de competiciones en diferentes distancias. Su mejor marca personal la logró en el maratón de Toronto de 2003. Fauja tardó 5 horas y 40 minutos en recorrer 42,195 kilómetros, todo un récord para alguien que, por entonces, tenía 92 años.
También Ida Keeling (Harlem, Nueva York, 1915) hizo de correr su particular terapia. Muertos dos de sus cuatro hijos por culpa de las drogas, está neoyorquina menuda de pelo blanco encontró en las piernas la fuerza que necesitaba para salir adelante. El pasado mes de junio, y con 101 años, Keeling pasó a la historia por batir el récord mundial de los 100 metros en la categoría de atletas con más de ocho décadas en las espaldas.
Tardó un minuto y 17 segundos en alcanzar la meta. ¿Mucho tiempo? Esperen a tener su edad y prueben. Cuando logró esta última hazaña también batió el récord de los 60 metros lisos , el New York Times le dedicó una amplia entrevista en la que, entre otras cosas, le preguntaban por su secreto. «Quiérete a ti mismo, haz lo que tengas que hacer y lo que quieras hacer. Come para alimentarte, no por placer, y haz ejercicio al menos una vez al día», contestó.
En lo más alto
A las 8.45 (hora nepalí) del jueves 23 de mayo de 2013, Yuichiro Miura coronaba por tercera vez el Everest acompañado por su hijo Gota.
El alpinista japonés holló la cumbre del techo del mundo (8.848 metros sobre el nivel del mar) con 80 años escribiendo un nuevo capítulo de su propia leyenda.
Operado en tres ocasiones del corazón (la última solo unos meses antes de la escalada), Miura es una celebridad en su país desde que el 6 de mayo de 1970 logró esquiar en esa misma montaña. El alpinista se tiró hacia el Valle del Silencio desde el collado Sur, situado a 8.000 metros, con unos esquís clásicos, un casco de piloto de combate equipado de transmisor-receptor, tanques de oxígeno y un parapente atado a la espalda para atenuar la velocidad.
Él es el protagonista de la película The Man Who Skied Down Everest que ganó el Oscar al mejor documental en 1975 y, sin duda, uno de los deportistas más longevos y valientes de la historia.
Tampoco le falta coraje a Betty Goedhart, una norteamericana de 84 años que lleva años pasándoselo de miedo haciendo piruetas en un trapecio. Tanto, que dedica cuatro horas diarias a entrenar y perfeccionar sus acrobacias. Cuando le han preguntado, Betty ha contado que, aunque desde pequeña quiso intentarlo, tuvo que esperar a los 78 para colgarse por primera vez de un trapecio.
«Deben de haber ayudado los genes y el hecho de que siempre haya sido una persona activa», explica sin darse importancia esta mujer que en su juventud compitió en patinaje artístico sobre hielo y que, desde luego, no aparenta los 84 años que tiene. También ella muestra con orgullo su receta: «Come de todo, pero en pequeñas cantidades, bebe algo de vino todos los días y también acude al gimnasio diariamente, haz estiramientos un buen rato y luego sigue con lo quieras».
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