Difusión y apoyo, una beca que va más allá de lo económico
Creación ·
Los proyectos tienen como resultado la muestra 'Itinerarios', con 20 ediciones a sus espaldas, aunque «el soporte de la Fundación es lo más importante»Cuando un artista aborda un proyecto ambicioso, financiarlo es necesario. «Pero el apoyo y el soporte que les ofrece la Fundación Botín, incluso transcurridos los ... años, es la parte más trascendental». Las becas de arte tienen reconocimiento nacional e internacional y llevan 30 años dejando una huella imborrable en las muestras de Santander, España y todo el mundo. 'Itinerarios XXX' cumple su trigésimo aniversario y la Fundación ha encontrado con la celebración la oportunidad perfecta para reunir a una buena parte de los becados y jurados del proyecto hasta ahora.
Begoña Guerrica-Echevarría es la directora del departamento de Artes Plásticas del Centro Botín y el alma mater de las becas. Lleva al frente de su gestión desde que comenzaron en 1993. Y durante el encuentro de todos los artistas que pasaron por este periodo en la Fundación Botín, se notaba. Los saludó uno a uno, por su nombre. «Es como recurrir a un familiar lejano, puede que no hablemos a diario, pero siempre está ahí», confiesa Lara Almarcegui, que participó en el proyecto en la edición de 1998/99. La artista comenzó el proyecto con el que participó en la beca en la universidad, «sin medios y sin saber cómo lo iba a poder acabar». Era una artista emergente y cuando concluyó el proceso continuó con su idea, «me ayudó mucho a profundizar».
Es una oportunidad «que cada uno vive de una manera», dice Joan Morey, becado en 2018/19. Su experiencia fue peculiar, «en plena pandemia, el momento perfecto para investigar a fondo», pero tan intensa como las demás. Puede ser que su paso se haya visto marcado por el momento de su trayectoria durante la beca: «Ya tenía una carrera media, incluso, definida. Cada artista absorbe un privilegio distinto del periodo, lo artistas emergentes pueden disfrutar más de la visibilidad que les da, pero en mi caso, fue el apoyo humano detrás del proyecto». Y es que, precisamente una de las peculiaridades que ofrece la Fundación Botín es que los periodos no tienen límite de edad. «Nos parece muy importante ofrecer visibilidad a todos los artistas, no solo a los más jóvenes. Hemos vivido una evolución o un cambio de modelo en la exposición y hay perfiles con media trayectoria que se ajustan perfectamente», plantea Guerrica-Echevarría.
La variedad de estilos, disciplinas y perfiles en el reencuentro representa bien la evolución de la muestra. Pero todos ellos tienen algo en común: «La mayoría de los artistas que han pasado por la beca han expuesto en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO), pero el total sigue trabajando en el mundo del arte y eso es gracias al esfuerzo y la dedicación de todos ellos. Confiamos mucho en los perfiles que seleccionamos». Carlos Bunga, becado en 2005/6, coincide con esta óptica. «El respaldo que da la Fundación es muy importante, pero cada artista valora lo que implica y se cosecha su futuro». Bunga desarrolló su proyecto en Nueva York, «desde que conocí el arte allí supe que quería volver y, sin la beca, hoy no estaría aquí».
243 historias diferentes que comparten una idea: el soporte detrás de la beca les ha permitido trasladar su creación. Txuspo Poyo, que participó en el programa en el año 2000/1, pudo acceder a formación en el ISCP (International Studio and Curational Program) y CADA (Center for New Technologies) de la Universidad de Nueva York, «me permitió salir de mi entorno y conectar con mucha gente». Los lazos que se crean a partir del periodo becado no pasan inadvertidos. De hecho, son una de las cuestiones que más mencionan los antiguos compañeros, conocidos e, incluso, amigos que resultan de la experiencia.
Pedro Torres (en 2005/6) y Elena Bajo (en 2018) se reencontraron después de tiempo en el Centro Botín. Comentaban «el cambio vital», más allá de la parte profesional, que les supuso la beca. «Me ayudó a salir de la precariedad instaurada en la que vivía en Barcelona y que es el pan de cada día de muchos artistas», criticó Torres. También, «hizo posible un viaje a México que tenía proyectado dentro de mi obra y que, sin el apoyo financiero, no hubiera podido hacer», replicó Bajo. Independientemente de los años de trayectoria o del circulo artístico al que tengas acceso, «la beca es una oportunidad para abrir horizonte y emprender nuevos caminos para cualquier artista».
Al fin y al cabo, ese es el objetivo. «Apoyamos a artistas que plasmen a través de 'Itinerarios' las distintas formas de trabajar y el recorrido de los diferentes proyectos», señala la directora. Y el resultado, está siendo más que satisfactorio con grandes hitos por un lado, e «historias de continuidad, artistas que crecen a nivel nacional e internacional con los que mantenemos el contacto, seguimos su trayectoria y acompañamos con cariño». En definitiva, «volcamos todas nuestra confianza en ellos y nos implicamos todo lo que podemos en sus proyectos». Puede ser ese el secreto que explique el éxito de la beca.
«La Fundación es como un familiar lejano, el contacto no es diario, pero siempre está ahí»
«Es una oportunidad que cada artista vive a su manera, dependiendo de su contexto de vida»
«El respaldo cuenta, pero cada artista valora la beca y cosecha su futuro en el proyecto»
«Pude salir de mi entorno y conectar con mucha gente distinta»
«Hice un viaje a México que tenía proyectado; sin el apoyo financiero no hubiera podido»
«Me ayudó a salir de la precariedad que tenía y que es el pan de cada día de muchos artistas»
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