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Desde la muerte de Franco hasta las primeras elecciones democráticas en España es el periodo que comprende la crónica 'Objetivo: democracia' escrita por el periodista ... y analista político Juan Fernández-Miranda y que ayer presentó en el Ateneo de Santander. Un repaso por la historia española que persigue construir «relatos accesibles y divulgativos» de lo que fue la Transición.
Con la preparación del artículo para 'ABC' del 50 aniversario del atentado de Carrero Blanco, el periodista se lanzó a estudiar a fondo todo lo sucedido durante esos días. «Me llamó la atención que los más jóvenes no conocían nada del suceso y pensé para mí mismo que, habiendo estudiado la Transición, también era necesario, desde la humildad, relatar este momento que tanto va a acaparar en los medios de comunicación de aquí en los próximos años», argumentó.
Fernández-Miranda confesó que como cualquier obra humana, la Transición, «no es perfecta», pero que no se conoce entre los más jóvenes, incluso ni los universitarios. «Con la aprobación de la Ley de Memoria Histórica salta por los aires la versión aceptada por todos de los años noventa. El momento más duro llega en 2014 con la aparición de Podemos, que tiene en su eje principal reivindicar que este periodo es una prolongación del franquismo, un pacto de elites y que la Constitución es el candado de la Transición», señaló. «Con la Ley de Memoria Democrática se comete el mismo pecado capital, se aprueba sin el consenso de los dos grandes partidos».
El escritor repasó las tres figuras principales durante la democratización de España: el rey Juan Carlos, Torcuato Fernández-Miranda y Adolfo Suárez. «La Transición se puede comparar con un viaje en tren, el rey Juan Carlos I estableció la estación de destino, Torcuato diseño las vías y Adolfo era el maquinista que llevaba a los españoles en el tren». Para Fernández-Miranda es decisivo que en el país se defienda la democracia y que desde el consenso se recupere el espíritu de esta evolución democrática.
Durante su intervención, el periodista no quiso dejar de lado la figura imprescindible del rey emérito en este proceso. «Han oído hablar mal del rey Juan Carlos, por méritos previos, pero los errores cometidos no pueden opacar toda la labor que hizo en la Transicion, rechazando el poder y entregárselo al pueblo. Un modelo en el que renuncia a casi todos los poderes, salvo el papel de arbitraje, neutralidad y moderado», puntualizó.
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