La nueva vida del asesino de Sandra Palo en la prisión de Jaén

Francisco Javier Astorga, que entonces tenía 18 años recién cumplidos, pasó la mayor parte de su condena en la cárcel de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), pero hace aproximadamente un año fue trasladado a la de Jaén. Se encuentra en segundo grado penitenciario y ya disfruta de permisos algunos fines de semana; ha tenido más de 20 salidas programadas, según explica su abogada, María Martín, del Bufete Davvero. «Su comportamiento es ejemplar, está muy arrepentido y no tiene relación con ninguno de los otros que estaban en la causa», explica la abogada, que cree que su cliente, que ahora tiene 40 años, es una persona completamente diferente y está «reinsertado».

Durante este tiempo ha contraído matrimonio con una mujer de fuera de la prisión, «nada relacionado con la delincuencia». Por todo ello, la letrada ha solicitado que Francisco Javier Astorga Luque pase al tecer grado, el inmediatamente anterior a la puesta en libertad, una petición que aún está por resolver. En esta modalidad se prepara a los internos en todos los ámbitos para retomar la vida en sociedad, y disfrutan de más salidas, pueden tener móviles propios en las habitaciones y acceso a ordenador.

Del atroz asesinato se acaban de cumplir 22 años. Fue en la mañana del 17 de mayo de 2003 cuando un camionero encontró el cuerpo carbonizado de Sandra en una cuneta junto a una empresa de rótulos en el municipio de Leganés. Desapareció aquella madrugada cuando regresaba de tomar algo con unos compañeros de un taller ocupacional al que solía acudir. Padecía una discapacidad intelectual leve que le causó un accidente de tráfico. Se da la circunstancia de que su hermano hacía la Primera Comunión ese día.

Se encontraba esperando el autobús junto a un amigo cuando llegó el coche, en el que iban cuatro personas que acumulaban cientos de antecedentes policiales. Los subieron a los dos, aunque a su amigo lo dejaron a mitad de camino. Ella corrió peor suerte. La trasladaron a un descampado, donde la agredieron sexualmente. Ante el temor de que pudieran identificarlos, barajaron la opción de quitarle la vida.

'El Malaguita', el único mayor de edad, la atropelló en reiteradas ocasiones. Después, compraron gasolina, la rociaron y le prendieron fuego. El fiscal la calificó como «una de las muertes más desproporcionadas, viles, inhumanas y sangrantes». 'El Malaguita' fue condenado a 64 años de prisión por tres delitos de violación y uno de asesinato con los agravantes de alevosía y ensañamiento.

Ramón Santiago Jiménez y José Ramón Manzano Manzano, ambos de 16 años, fueron condenados a cumplir ocho años de internamiento y cinco bajo libertad vigilada. También participó en el crimen Rafael García Fernández, 'El Rafita', que entonces tenía 14 años. Cumplió cuatro años en un centro de internamiento. Los que entonces eran menores de edad, al salir de nuevo a la calle, han protagonizado decenas de hechos delictivos hasta la fecha.

Por otro lado, los padres de Sandra Palo emprendieron una lucha por lograr la modificación penal de la Ley que regula la responsabilidad penal de los menores; querían solicitar el endurecimiento de las penas a los menores a nivel europeo. Han organizado numerosas manifestaciones para reclamar estas medidas y han recogido cientos de miles de firmas para instar estos cambios legislativos.