El obispo de Barbastro lanza un nuevo desafío para apartar al Opus de Torreciudad
Se espera que dentro de pocos meses el comisario pontificio dé a conocer la solución definitiva sobre este santuario mariano que cada año visitan unas 200.000 personas
Sorpresa en el Vaticano con la propuesta lanzada el pasado martes por el obispo de la diócesis aragonesa de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, para ... tratar de resolver el conflicto que mantiene abierto con el Opus Dei a cuentas del complejo de Torreciudad, ligado a la figura de San Josemaría Escrivá, fundador del citado movimiento eclesiástico. Aunque Pérez Pueyo abogó por colocar el santuario bajo la dependencia directa de la Santa Sede, haciendo de su territorio un ámbito extraterritorial del minúsculo Estado, un estatus similar al de las nunciaturas apostólicas (embajadas), lo cierto es que en Roma no esperaban esta iniciativa pública del obispo oscense, al que habían pedido «máxima discreción», al igual que a los responsables del Opus Dei. Alrededor de 200.000 fieles de todo el mundo visitan cada año Torreciudad, un lugar de gran importancia para los miembros de la Obra por su relación con Escrivá.
Fuentes vaticanas consultadas por este diario consideraron que el comunicado de Pérez Pueyo no influirá en el proceso iniciado por el Papa Francisco en octubre de 2024, cuando nombró como comisario pontificio para abordar las cuestiones relacionadas con Torreciudad al eclesiástico español Alejandro Arellano, decano de la Rota Romana, el Tribunal de apelación vaticano. Se espera que Arellano, al que el Papa León XIV recibió en una audiencia privada el pasado 3 de junio, dé a conocer dentro de pocos meses cuál es el estatus definitivo de Torreciudad para poner así fin a las controversias entre el Opus Dei y la diócesis. En círculos eclesiásticos romanos el comunicado de Pérez Pueyo ha sido visto como un intento de influir a última hora en el destino del santuario obviando la figura del comisario pontificio, al que ni siquiera se cita en el texto.
La prelatura del Opus Dei aseguró por su parte que había tenido conocimiento de la propuesta del obispo por medio del comunicado de prensa y recordó la autoridad «plenipotenciaria» de Arellano para estudiar la cuestión, señalando que la Obra ha estado durante todos estos meses a «total disposición de lo que ha requerido», por lo que permanece «a la espera de su resolución». Las citadas fuentes vaticanas aseguraron que pese a la controversia levantada con el último comunicado de Pérez Pueyo, la resolución del conflicto está bien encarrilada ya que las posturas entre ambas partes no están tan alejadas y hay buena voluntad tanto por parte de la diócesis como del Opus Dei. En la prelatura, eso sí, no acaba de entenderse la necesidad de poner Torreciudad bajo la dependencia directa de la Santa Sede, como plantea el obispo, al no existir a su juicio problemas económicos que impelieran a un control directo de Roma. Vería en cambio el Opus Dei con buenos ojos que el santuario estuviera regido por un rector elegido por Pérez Pueyo entre los miembros de una terna elaborada por la Obra.
La diócesis de Barbastro-Monzón propone que la Santa Sede se encargue que «auditar y aprobar» las cuentas de Torreciudad y de las sociedades ligadas al complejo, renunciando tanto a los «beneficios» como a las eventuales «remuneraciones» y «responsabilidades» que puedan ser necesarias debido al «origen o devenir de los fondos recaudados». Parece sugerir así el comunicado la posible existencia de irregularidades financieras de algún tipo. También pide Pérez Pueyo la devolución de la imagen original de la Virgen de Nuestra Señora de los Ángeles de Torreciudad a la antigua ermita desde el nuevo santuario, así como de la primitiva pila bautismal de la catedral de Barbastro, que se encuentra ahora en la sede de la prelatura del Opus Dei en Roma. Esta última petición ha causado sorpresa en la Obra, ya que la pila, donde fue bautizado Escrivá y «tantos mártires», según recuerda la diócesis, fue destrozada a martillazos durante la Guerra Civil y sus restos abandonados en el río. Fueron recuperados en 1959 y el entonces vicario general de la diócesis de Barbastro-Monzón los envió a Roma para cederlos al Opus Dei, que se encargó de restaurarlos.
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