Las estaciones de Torrelavega, en vía muerta
Ascensores y puertas averiadas, grafitis, suciedad y proyectos culturales olvidados marcan la realidad de los apeaderos de la ciudad
El mapa ferroviario de Torrelavega refleja con crudeza dos caras de una misma realidad: estaciones y apeaderos esenciales para la movilidad diaria de cientos de ... vecinos, pero sumidos en un estado de deterioro evidente, mientras proyectos de mejora se aplazan indefinidamente.
La imagen más descuidada la ofrece la estación de Feve del centro de la ciudad, utilizada a diario por centenares de viajeros. El ascensor que conecta ambas vías lleva un mes sin servicio, obligando a personas con movilidad reducida o equipaje pesado a depender de terceros. La entrada tampoco está en mejores condiciones: una de las dos puertas automáticas de cristal permanece precintada, pese a estar prácticamente nueva, mientras la otra funciona con el cristal roto desde hace semanas. La fachada presenta humedades, desconchados y un aspecto general de abandono que se agrava por la desidia en los locales anexos, cerrados desde hace años y sin mantenimiento.
Un panorama similar muestra el apeadero de Sierrapando, inaugurado en 1858 con el histórico tramo Los Corrales-Santander. Hoy es una instalación degradada, tapizada por grafitis y con farolas sin bombillas que convierten los andenes en un lugar inhóspito al anochecer. La máquina de billetes permanece averiada, mostrando el mensaje «fuera de servicio», lo que obliga a los viajeros a subir al tren sin tique previo. El proyecto de la pasada legislatura para reconvertir el edificio en un espacio cultural para bandas de música ha quedado en vía muerta: el actual Ejecutivo autonómico lo descarta por «impreciso y costoso», y desde el Ayuntamiento apenas se han alzado voces para rescatarlo. Así, las ventanas tapiadas y los muros vandalizados siguen siendo la imagen de una estación sin futuro.
No todo son sombras. En Ganzo, Renfe ha invertido en la construcción de una rampa de acceso adaptada a personas con discapacidad, lo que ha supuesto una mejora real para los usuarios. Sin embargo, esta parada carece de máquina expendedora de billetes, lo que alimenta la percepción de que muchos acceden al tren sin pagar, un problema recurrente en algunos apeaderos de la red.
En la estación de Tanos, el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) trabaja en la construcción de un paso inferior peatonal que sustituirá al actual cruce a nivel entre andenes. Esta actuación, enmarcada en el Plan de Cercanías de Cantabria, persigue reforzar la seguridad y mejorar la rutina de los numerosos viajeros que utilizan la terminal. Además de la conexión subterránea, se prevé renovar pavimentos, iluminación y acabados, ofreciendo al fin una imagen más digna para una de las principales puertas de entrada ferroviarias a la ciudad.
La estación del centro de la ciudad lleva un mes con el ascensor averiado y con el cristal de la puerta roto
Sierrapando y Altamira ejemplifican la dejadez; Tanos y Ganzo muestran pequeñas mejoras
Otro caso particular es el del apeadero de Altamira, ubicado tras el centro comercial del mismo nombre. Inaugurado en 1990, presenta un estado de abandono con papeleras desbordadas, cristales rotos y grafitis en muros y paneles informativos. Paradójicamente, se trata de una parada muy concurrida, sobre todo por jóvenes estudiantes y trabajadores que viajan a Santander cada mañana. Sin embargo, tiene fecha de caducidad: el soterramiento de las vías a su paso por Torrelavega, cuya cuenta atrás ya ha comenzado, contempla su derribo definitivo. Muchos de sus usuarios aún desconocen que pronto desaparecerá.
En contraste con este panorama, el apeadero de Barreda se libra de los problemas más graves. Su estado es aceptable y no presenta deficiencias reseñables, aunque la comparación con otros puntos de la red en el municipio refuerza la sensación de desigualdad en el mantenimiento de las infraestructuras.
La realidad es que, mientras los vecinos de Torrelavega dependen cada día de estas instalaciones, las inversiones llegan a cuentagotas o quedan postergadas. Entre ascensores rotos, máquinas averiadas y proyectos que nunca se materializan, la red ferroviaria de la ciudad continúa reflejando una imagen de abandono que contrasta con la importancia que tiene para miles de viajeros.
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