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Torrelavega alegra su vista con arte urbano
El primer Festival Internacional de Arte Urbano 'Alegra la vista' convierte a la ciudad en un referente de esta forma de arte con nueve murales que llenan sus calles de vida
Torrelavega respira un aire distinto estos días. El gris de algunas fachadas comienza a desvanecerse bajo la huella de artistas nacionales e internacionales que, subidos ... a grúas, brochas y sprays en mano, están transformando la ciudad en un museo al aire libre. El primer Festival Internacional de Arte Urbano 'Alegra la vista', que se celebra hasta este sábado, ha convertido calles y plazas en un improvisado taller colectivo donde la creatividad florece en cada esquina.
Desde hace una semana, el sonido metálico de los elevadores y el olor a pintura acompañan el trasiego diario de los vecinos. A diferencia de otras citas culturales, aquí el proceso creativo se comparte con todo el mundo: el transeúnte observa, comenta y opina mientras las figuras, letras y símbolos emergen en muros que durante años pasaron desapercibidos. Lo que antes era una medianera olvidada o una fachada apagada, ahora se convierte en un punto de referencia que invita a detenerse.
Uno de los epicentros de este festival es la plaza Covadonga, donde Jank y Den XL, dos viejos conocidos de la escena del grafiti, han decidido unir fuerzas tras casi una década sin colaborar. Su mural, sobre los edificios amarillos que forman parte de la memoria colectiva del barrio, fusiona el estilo tipográfico de Jank con los retratos realistas de Den XL. En el centro, una niña con un fondo que evoca la luna y el sol mira al espectador mientras señala las letras que se entrelazan con colores vibrantes. «Queríamos que se viera la esencia de la vieja escuela del grafiti, pero adaptada a este contexto», explica Jank. A su lado, Den XL reconoce que el proceso ha sido lento por la lluvia y el viento, pero destaca la reacción del público: «Han pasado abuelos, madres con niños, jóvenes... todos dicen que les gusta el color. Eso nos motiva».
La interacción con los vecinos se ha convertido en un elemento fundamental. Los artistas no pintan a puerta cerrada: trabajan a la vista de todos, recibiendo comentarios espontáneos que enriquecen la experiencia. Una vecina mayor se detuvo a felicitar a los grafiteros con un sencillo «qué bonito», gesto que, para ellos, vale tanto como el reconocimiento profesional. «Ver que distintas generaciones lo disfrutan nos confirma que vamos por el buen camino», apunta Den XL.
«Queríamos que se viera la esencia de la vieja escuela del grafiti, pero adaptada a este contexto y a toda la ciudad»
Jank
Artista participante
«Somos guerreros, venimos de pintar en condiciones pésimas, y ver a la gente disfrutar del mural nos da fuerza»
Denk XL
Artista participante
En el Paseo de Julio Hauzeur, frente al instituto Miguel Herrero, otro muro ha comenzado a contar su propia historia. Allí trabaja IKR, artista local y miembro de la organización junto a Daniel Revenga. Sobre la fachada abandonada de un edificio tapiado, ha levantado 'Luz ancestral', una obra que conecta el arte rupestre con el urbano. La figura central es una niña que sostiene un fuego, símbolo de la creatividad que atraviesa los siglos. «He querido mostrar que, aunque cambien las técnicas y los soportes, seguimos encendiendo la misma llama interior para narrarnos como humanidad», explica. Su mural no solo embellece un edificio degradado, sino que lo resignifica como espacio de memoria y de futuro.
El festival cuenta con nueve fachadas y un muro intervenidos por creadores de distintos lugares. Cada uno aporta su visión particular, desde el realismo más detallado hasta el grafismo abstracto o el homenaje a los orígenes del hip hop. Pero todos comparten la misma premisa: aportar belleza y revitalizar los barrios. El alcalde, Javier López Estrada, lo resume como «un proyecto que mejora la estética urbana y refuerza el orgullo de ciudad».
Los vecinos parecen coincidir. Muchos comentan que Torrelavega nunca había lucido tan colorida. Pasear por Mies de Vega, Cuatro Caminos o el Barrio Covadonga se ha convertido en un ejercicio de descubrimiento: cada esquina sorprende con una nueva paleta cromática, un rostro que emerge de la pared o unas letras que parecen romper el hormigón. La ciudad, tantas veces identificada con su carácter industrial, se abre ahora a un relato de creatividad y diversidad.
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El director del festival, Daniel Revenga, subraya que los artistas han trabajado con total libertad para adaptar sus obras al entorno. Esa autonomía ha permitido que cada mural tenga una personalidad única y dialogue con su espacio. «Queremos que Torrelavega sea un referente europeo en arte urbano, recuperando la esencia del hip hop y sumando música, danza y grafiti», asegura.
Cuando el festival concluya, quedará algo más que el recuerdo de los conciertos o las exhibiciones de breakdance: permanecerán los murales, testigos silenciosos de un momento en que la ciudad se dejó pintar. Un legado que no solo alegra la vista, sino que invita a mirar Torrelavega con otros ojos.
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