Torrelavega saca a licitación sus pistas de skate por casi medio millón de euros
El nuevo skatepark se construirá en Nueva Ciudad tras cerrarse el de La Lechera por las obras de la integración ferroviaria
Desde hace meses, las tablas ya no resuenan sobre el cemento de La Lechera. El parque de skate más emblemático de Torrelavega fue vallado en ... octubre de 2024, como preludio a su demolición por las obras de la integración ferroviaria. Pero, pese al cierre, sigue en pie. Medio abandonado, cubierto de grietas y rodeado de maleza, La Lechera es ahora más ruina que pista. Y aún así, Agustín Barreda, Darío Rey y Enrique Santibañez siguen yendo allí. A patinar lo que se puede. A mantener vivo el espíritu de un espacio que marcó generaciones. A resistir.
«Solo quedamos un par de locales cuidando y patinando las ruinas del parque», dice Agustín. Él, Darío y Enrique han sido la voz del colectivo skater de Torrelavega en el diseño del nuevo skatepark que el Ayuntamiento acaba de sacar a licitación. Pero ni eso les ha quitado el sabor amargo de ver cómo, un año después de haber anunciado el proyecto, la ciudad sigue sin ofrecer otro espacio. Desde que vallaron La Lechera, no hay alternativa.
El nuevo skatepark se construirá en una parcela de 2.000 metros cuadrados junto al pabellón María Pardo, en Nueva Ciudad. El proyecto, valorado en 494.039 euros, fue redactado por el arquitecto Daniel Yábar, especialista en este tipo de instalaciones tanto en España como en Francia. Su diseño contempla zonas diferenciadas por modalidades y nivel de dificultad: un área de 'Park' para usuarios medios y avanzados, otra de 'Bowl' para principiantes y una zona de 'Street' abierta a todos los niveles. Además, contará con iluminación perimetral, fuente de agua potable, aparcamientos para bicicletas y mobiliario urbano.
Todo suena bien sobre el papel. Pero los tiempos han jugado en contra. En noviembre de 2023, el Ayuntamiento anunció que el skatepark estaría listo en 2024. Incluso involucró a los propios skaters en su diseño. La realidad, sin embargo, ha sido otra. A día de hoy, ni se ha demolido La Lechera ni se ha iniciado la obra del nuevo parque. La licitación establece que las empresas interesadas tienen hasta el 9 de junio para presentar ofertas. A partir de ahí, vendrá la adjudicación, la firma del contrato y un plazo de ejecución de siete meses. Eso, con suerte, sitúa la apertura del nuevo skatepark a principios de 2026.
«Es un poco vergonzoso que hayan tardado tanto en moverlo», lamenta Agustín. «Llevamos desde 2018 con este tema. Se supone que estaría acabado antes de que tirasen La Lechera». Él forma parte del reducido grupo que todavía no ha tirado la toalla, pero reconoce que muchos compañeros se han ido a buscar pistas a otros municipios. «Algunos han emigrado a otros sitios. Aquí solo quedamos los de siempre».
Enrique y Darío también son parte de ese núcleo que sigue defendiendo el skate como cultura, no solo como deporte. Son parte de una comunidad que durante años ha organizado eventos, atraído a patinadores de fuera y alimentado una cantera local con alma de calle. Por eso, pese a la frustración, se han implicado en el diseño del nuevo parque. Quieren que esté a la altura de lo que Torrelavega fue. Todos confían en que «la espera haya valido la pena» y creen que es fundamental que la empresa adjudicataria tenga experiencia real construyendo skateparks.
Desde el Ayuntamiento, el concejal de Obras, José Luis Urraca, reconoce los retrasos. «Todo lleva sus pasos. Sin pliego no se puede licitar», añade. Ahora, asegura, el proyecto ya ha «tomado carrera para ser una realidad».
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El nuevo skatepark será de hormigón 'in situ', descartando las soluciones prefabricadas para garantizar mayor durabilidad y seguridad. Entre sus elementos destacan pirámides, polejams, hubbas, barandillas y una completa zona de calle conectada con fluidez al resto del espacio. Una apuesta ambiciosa, pensada para que pueda albergar desde iniciaciones hasta competiciones, y que busca volver a posicionar a Torrelavega como referente en el norte de España.
En los últimos años, la ciudad ha visto cómo la práctica del skate crecía, cómo el parque de La Lechera se llenaba cada tarde y cómo los chavales más pequeños empezaban a copiar los trucos de los mayores. También ha visto cómo esa comunidad se organizaba para reclamar mejoras, para dialogar con el Ayuntamiento, para construir colectivamente.
«Nos han dejado medio skatepark», ironiza Agustín. «Pero aún así, seguimos ahí, cuidando lo que queda. Esperemos que la espera valga la pena y tengamos un skatepark igual o mejor de lo que era LLSP (La Lechera Skatepark)».
A simple vista, puede parecer que es solo cemento. Unas rampas, unos cajones, unas barandillas. Pero para quienes lo han vivido desde dentro, un skatepark es más que una instalación deportiva: es un refugio, una escuela, un punto de encuentro. Lo fue La Lechera. Y eso es lo que Agustín, Darío y Enrique esperan que vuelva a ser el parque de Nueva Ciudad.
Queda camino por delante. Pero ellos ya lo han recorrido una vez. Sobre ruedas.
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