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Durante casi tres horas, un vecino del número 12 de la calle Casimiro Sainz tuvo en vilo a medio barrio de La Inmobiliaria. A las ... once de la noche del domingo se atrincheró en su domicilio y, tras numerosas amenazas, roció la estancia con la gasolina que había subido hasta el segundo piso en un bidón de 25 litros y provocó una violenta explosión y el posterior incendio que calcinó dos habitaciones y el salón del domicilio. Ni los reiterados intnentos de los agentes de la Policía Local de Torrelavega y de la Policía Nacional, ni una conversación con su suegra -ella fue quien avisó a las autoridades- sirvieron para convencer a G. D., de 36 años y sin antecedentes penales, de que depusiera su actitud. Después de que obligara a desalojar todo el portal y el anexo y de que causara la deflagración, fue detenido y trasladado al hospital de Sierrallana para tratarle de diversas quemaduras.
Nada grave para lo que presagiaban los testigos. «Cuando vimos la explosión todos pensamos que el hombre se había quemado a lo bonzo», explicaba ayer frente al portal María, que tuvo que levantar de la cama a su hijo y salir a la calle ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos. Para entonces el individuo ya había rociado con el combustible a los agentes que colocaron una escalera para llegar a la ventana de la vivienda y les había arrojado muebles «y todo lo que encontraba por casa».
«Estaba muy alterado y gritaba que no iba a salir hasta que el seguro le pagara todo lo que le debía. Que ganando 1.200 euros él no podía pagarlo», detallaba Cristina, la jefa de escalera. La Policía Nacional aclaró a este periódico que el domicilio del hombre, que vive con su mujer y sus tres hijos, sufrió un incendio hace medio año y no había llegado a un acuerdo con la compañía aseguradora sobre la valoración de los daños. Mientras concluían las obras de reforma, la familia residía de alquiler. «Yo entiendo que pelee por lo que es suyo y por sus hijos, pero no a costa de poner en peligro a los míos. Es que menuda noche hemos pasado por su culpa...», lamentaba Cristina, que tuvo que abandonar el edificio a toda prisa cuando los agentes llamaron a su puerta.
Primero le preocupaba que había aparcado su turismo recién comprado justo debajo de la ventana donde se estaba produciendo el suceso, pero al ver la explosión «me olvidé del coche. Todos pensábamos que el hombre tenía que haber muerto allí dentro porque aquello dio un golpe enorme». De hecho, además de varias ambulancias del 061, en previsión de un desenlace trágico, también se personó en el lugar un forense.
Según apuntan los vecinos, el detenido llegó a su vivienda poco antes de las 23.00 horas. No lo hizo solo. Le acompañaban dos amigos que, poco después, dejaron el inmueble. Pero G. D. no estaba dispuesto a salir de allí sin lograr su objetivo. A los pocos minutos, bajó a la calle y cogió el bidón de gasolina. Los vecinos señalan que lo sacó de la furgoneta de la empresa en la que trabaja, dedicada a la realización de labores forestales, pero en ese momento no le dieron importancia.
La primera en percatarse de la gravedad de los hechos fue la suegra, que llegó incluso a subirse a la escalera de los agentes para recriminarle su actitud. Cada vez era más violenta. Cada poco tiempo sacaba la mano por la ventana y enseñaba el mechero con el que finalmente provocó el incendio. La Policía -el peso de la intervención lo llevó la Local- precisa que «los agentes intentaron dialogar con el detenido para que abriese la puerta. Además de hacer caso omiso, incrementó su comportamiento agresivo procediendo a arrancar la ventana completa y arrojándola a la calle, junto a un aspirador y otro tipo de objetos».
De esa misma ventana, por la parte exterior, fue de donde se colgó cuando prendió el fuego para evitar la explosión. De nuevo volvió a entrar a la vivienda y ahí fue detenido. «Bajaba esposado y por su propio pie», insistía otra vecina, que valoraba positivamente que los agentes «nos informaron en todo momento y los bomberos que apagaron las llamas miraron que todo estuviera seguro antes de dejarnos volver a casa sobre las dos de la noche».
Ayer, la puerta del piso permanecía tapiado y en el rellano, una vez superado el susto, se lamentaban de que tal y como ha quedado el edifico lo tienen muy difícil para pasar la inspección técnica que realizará mañana el Ayuntamiento.
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