Ver 6 fotos
Torrelavega hinca el diente
Tradición y dulzura en la XI Feria del Hojaldre, en la Plaza Mayor
Dos tipos de harina, sal, agua, azúcar, mantequilla y levadura. Ingredientes simples y cotidianos, fáciles de encontrar en la cocina durante una tarde de verano, ... pero cuya mezcla da como resultado uno de los manjares más característicos de la ciudad de Torrelavega: el hojaldre. Aunque su éxito no se basa solo en la calidad de las materias primas, también influyen la maña y el amor por lo que se hace, así como la tradición y las recetas secretas que se transmiten de generación en generación. El hojaldre es a Torrelavega lo que los vinos son a La Rioja: si se piensa en uno, se piensa en el otro. Y no sin motivo. Ayer, durante la inauguración de la XI Feria del Hojaldre, quedó claro que tanto lugareños como turistas son incapaces de resistirse al dulce olor de los postres, más aún si proceden de la Confitería Santos o de la Hojaldrería de las Carmelitas.
Había dónde escoger: más de cinco confiterías, acompañadas de la Cofradía del Queso de Cantabria, porque todo dulce necesita su salado. Y para beber, un café Dromedario, un vino de la Bodega Viña Carmina o, tal vez, un vermut en la caseta Siderit. La Plaza Mayor estaba a rebosar cuando, a eso de las 12.00, dio comienzo el acto inaugural de la mano del alcalde, Javier López Estrada: «Esta feria se ha convertido en una seña de identidad de las fiestas de la Virgen Grande, algo que tenemos que agradecer a la cofradía, a los confiteros y artesanos, que se aseguran de que todo esté perfecto para los visitantes», declaró. Participó también en el acto la Cofradía del Hojaldre de Torrelavega. «Este dulce es ahora un elemento de hospitalidad, algo con lo que recibir y dar la bienvenida, pero también algo que llevar a amigos y familia cuando vuelves a casa», comentó Francisco Javier López Marcano, miembro veterano de la asociación. «Nos vestimos con estas capas, del color del hojaldre, adornadas también con el rojo y verde de Torrelavega. Y el gorro pastelero. Es nuestro uniforme desde el día fundacional, el 20 de agosto del 2000». Entre gritos y aplausos, los asistentes proclamaron a los cuatro vientos su devoción y compromiso patrimonial: «¡Viva la Cofradía!, ¡viva Torrelavega!, ¡viva Cantabria!, y ¡viva España!».
A continuación, la Agrupación de Danzas Virgen de las Nieves deleitó al público con cinco hipnotizantes danzas, incluido un complejo baile de lazos y unas energéticas jotas. Jesús, uno de los bailarines, perdió un zapato en mitad de la actuación a causa de la efusividad con la que se entregaba al público, pero eso no impidió que siguiera dándolo todo en el centro de la plaza. En Torrelavega las fiestas no paran, así que, si hay que seguir descalzo, se sigue descalzo. Carmen Olarreaga, portavoz del grupo, dedicó entrañables palabras a la audiencia, además de explicaciones sobre el folclore cántabro y los vestidos tradicionales, con exhibiciones incluidas. «Queremos dedicar estas actuaciones a toda la gente que está aquí, pero también a la que, por circunstancias de la vida, ya no nos acompaña. Ved en estas danzas a vuestros ancestros, a vuestros bisabuelos», sentenció emocionada.
Lo cierto es que la inauguración de la Feria del Hojaldre no dejó a nadie indiferente. Personas de todas las edades acudieron a la esperada cita, ansiosas por disfrutar de las actuaciones y de hincarles el diente a los sabrosos hojaldres. Asun y María Asunción, madre e hija, habían dejado un poco aparcada la tradición. Sin embargo, este año decidieron volver. «Yo ahora vivo fuera, pero noto mucho que, para comprar en una pastelería, no hay mejor sitio que Torrelavega», confesó Asun. Y no se equivoca. La alta asistencia, el entusiasmo desbordante y la indudable calidad de los dulces presentados son pruebas más que suficientes del poderío de la ciudad, de su impecable tradición y, sobre todo, de su exquisita repostería.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión