«Era el infierno. Todos los días caían piedras. Murió mucha gente»
I. F.
Domingo, 2 de marzo 2008, 02:20
Es la memoria viva del túnel de La Engaña. Llegó a Cantabria en el año 1940, tras la Guerra Civil, como convicto de guerra. Cuando hubo cumplido su condena -tenía una pena de muerte, pero fue conmutada- se quedó a vivir en Vega de Pas, para siempre. Allí trabajó en las obras del túnel y, cuando quedó libre, se quedó a vivir. A sus 93 años de edad, todavía recuerda algunos episodios de lo que fue la construcción del túnel de La Engaña. De hecho, no olvida los sacrificios que supuso acometer aquella obra, con los medios de entonces. Luego, fue el responsable de la línea de autobús de Vega de Pas, durante décadas. Gracias a que conserva su memoria suficientemente viva, charlar con él es tanto como revivir aquellos años en los que tantas y tantas personas fueron traídas a la fuerza para trabajar en las obras del Santander-Mediterráneo.
- ¿Cuándo vino usted a Vega de Pas?
- Vine en el año 40. Llevo casi 70 años en la Vega.
- ¿De dónde es usted?
- Nací en Mazarrón. En la provincia de Murcia.
- ¿Y vino aquí a trabajar?
- Sí. Me quitaron la pena de muerte, me indultaron y me mandaron a hacer el túnel. Estaba como la selva aquello, cuando empezamos.
- ¿Dónde vivían?
- En la finca de Madrazo -fue incautada tras la Guerra-. Vivíamos en la cabaña y dormíamos en sacos.
- ¿Eran mucha gente allí, en aquel edificio?
- Sí. Lo menos cincuenta. Subíamos en camiones desde allí. El camión tenía que hacer cada día dos viajes.
- Sin embargo cumplió la condena y quedó libre.
- Cuando cumplí la condena salí con destierro. No podía volver a mi pueblo. Entonces me quedé aquí. En los ratos que tenía libre hacía trabajos aquí, de mecánica, que se me daba estupendamente. Empecé a hablar con mi actual mujer. Empecé con ella y me quedé aquí. Luego estuve con la línea de autobús muchos años. Primero iba hasta Ontaneda, a la estación del tren. Luego hacía viajes a Torrelavega y Santander. El primer autobús que tuve se lo compré al Atlético de Madrid.
- Durante las obras ¿Qué jornada de trabajo tenía?
- Estábamos doce horas diarias trabajando, entre ir y venir.
- ¿Fue algo así comparable a trabajar en una mina?
- Igual. Al principio el compresor casi no funcionaba y había que estar allí con una humedad terrible. Se sacaban las piedras en vagonetas, empujando. Era el infierno. Todos los días caían piedras. Murió mucha gente. Caían las piedras, los llevaban a Santander y no volvíamos a saber más de ellos. ¿Y para lo que ha servido!
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