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Gonzalo Sellers
Martes, 26 de marzo 2013, 20:16
El paisajista Fernando Caruncho habló ayer de la luz, de la bahía, de los árboles y de caminos. De geometría natural y de naturaleza geométrica. Pero el autor del proyecto de los nuevos Jardines de Pereda, un espacio centenario y emblemático de la ciudad, se detuvo, sobre todo, en el tiempo, en el pasado y en el presente de ese nuevo parque, en torno al Centro Botín, «con vocación para los próximos cien años». Un proyecto que permitirá duplicar su superficie actual hasta los 48.000 metros cuadrados y que supondrá una inversión de ocho millones de euros para la Fundación Botín. «Este jardín está lleno de memoria, de voces, en sus monumentos y en sus árboles. Es esencial mantenerla, pero también pensar en las generaciones futuras», dijo Caruncho.
El jardinero, como él mismo se autodenomina, diseccionó ayer todos los detalles de ese nuevo espacio en un acto, en el Palacio de Exposiciones, en el que participaron todas las organizaciones y administraciones implicadas Ayuntamiento de Santander, Puerto y Fundación Botín y que sirvió para conocer la opinión del público asistente, muchos de ellos miembros de colegios profesionales, como arquitectos e ingenieros. Una jornada de participación que, como recordó el alcalde, Íñigo de la Serna, complementó a la que ya se realizó en la presentación del proyecto global, en 2011, con la presencia de Renzo Piano.
Hay un puñado de claves que definen lo que serán los nuevos Jardines de Pereda. Además del doble de espacio y de zonas estanciales, se triplicarán las zonas verdes, se dará un mayor protagonismo a la plaza Alfonso XIII y la ciudad quedará conectada directamente con la bahía, sin el obstáculo que actualmente presenta el tráfico. Los vehículos quedarán soterrados en el túnel que ahora se está construyendo y que estará finalizado el año que viene, casi en paralelo al fin de las obras del Centro de Arte. La decisión de meter los coches bajo tierra fue «fundamental», una palabra que ayer utilizaron tanto Caruncho como el presidente del Puerto, José Joaquín Martínez Sieso.
Meter bajo tierra los vehículos permitirá cumplir el objetivo que se marcaron en la Fundación Botín cuando, en 2010, hablaron por primera vez a las administraciones cántabras de este proyecto. Lo recordó ayer el director de la Fundación Botín, Íñigo Sáenz de Miera: «Crear un centro de arte de referencia mundial, que generará un nuevo espacio de encuentro en el centro de Santander y que fertilizará la vida cultural de la ciudad». Un deseo que abarca el carácter global y local del proyecto. La proyección internacional del edificio y la renovación de un espacio propio de la ciudad, como son los Jardines de Pereda.
Un caleidoscopio
El suelo tendrá un papel protagonista en el parque. Caruncho desveló ayer los materiales, los colores y hasta las sensaciones. El granito de color claro servirá como frontera, como «elemento de borde», entre la ciudad y los jardines. Una vez superado, se entrará en un «mundo de ensoñación» en el que el azul oxidado de los caminos trasladará el color de la bahía y de las montañas al interior de los jardines. Las decenas de caminos que cruzarán en todas las direcciones el espacio «reflejarán la luz los días de lluvia y de sol». «Será como un caleidoscopio, nos sorprenderá a todos», explicó el jardinero, para quien la búsqueda de este color tan específico ha supuesto una «obsesión» que le ha llevado meses. «Es un elemento clave y esencial de los nuevos jardines», subrayó.
La conexión de todos los espacios que integran los límites de los jardines será el eje de la intervención. El diseño se sirve de una elipse o anillo exterior que surca el perímetro del parque y hace las veces de kilómetro cero de esos caminos que recorren los jardines, uniendo la ciudad con el mar. Cada rincón de sus 48.000 metros cuadrados estará vinculado con el resto y, especialmente, con las plazas que se generarán en torno al Templete de Música y al monumento a Pereda. Las obras también incluirán el aumento de la zona infantil.
La plaza de Alfonso XIII, que en los esbozos originales aparecía cubierta de zonas verdes y árboles, se despejará para que funcione como un «salón urbano», en palabras de Caruncho, en el que celebrar eventos y actuaciones. Este espacio será uno de los mejores ejemplos de esa «intervención en un lugar urbano» a la que se refirió Sáenz de Miera, para quien la mayor diferencia entre el Centro Botín y el Guggenheim será el «carácter absolutamente local que se medirá en 10, 15 o 20 años». «No sólo estamos hablando de un edificio, sino de que su entorno sea un lugar de ebullición, de vida, de generar el mayor número de usos posibles para el mayor número de colectivos durante el mayor número de épocas del año», explicó.
Los cambios en la plaza, que intercalará el granito con el hormigón como zona de transición entre ciudad y parque, generará un itinerario peatonal muy importante que dará continuidad a la calle Calderón de la Barca, recorriendo todos los Jardines, y que a su vez conectará con el Centro de Arte para desembocar finalmente en el Paseo de Pereda.
En ese respeto por las señas de identidad del parque, el proyecto casi definitivo de Caruncho y Piano mantiene la posición actual de la fuente de Los Meones, el Templete de Música, el monumento a José María de Pereda, el estanque y su pasarela y, por último, la tienda de flores. De ellos, el templete y la tienda de flores son «elementos catalogados». En el caso de la Fuente de Concha Espina y el Monumento a Víctor de la Serna, serán trasladados y orientados en una nueva ubicación por decidir dentro de los jardines, con el objetivo de beneficiar su vista desde el Paseo de Pereda. Además, se construirá una nueva Oficina de Turismo.
Habrá más cambios. Desde los árboles, que pasarán de 201 a 218 aunque algunos de los actuales que se encuentren en peor estado serán trasladados a otros parques de la ciudad, hasta las farolas y el mobiliario urbano. Una transformación que, para el alcalde, supondrá «la creación de un espacio único en pleno centro urbano que permitirá acercar a todos a la bahía». De la Serna también mencionó los «beneficios incuestionables» que supondrá este proyecto para la ciudad, como las sinergías en el sector servicios, la generación de empleo y la actividad económica.
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