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Dos operarios tratan de retirar un nido secundario de avispa asiática como los que comenzarán a verse a partir de verano. DM
Frente común contra la avispa asiática

Frente común contra la avispa asiática

Gobierno y municipios se unen para frenar el avance de la velutina con la colocación de trampas contra las reinas: «Si las eliminamos ahora no habrá nidos en verano»

Daniel Martínez

Santander

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Sábado, 17 de marzo 2018, 13:36

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Antes de salir al campo de batalla, hay que preparar la guerra. Esa es la premisa con la que trabajan los apicultores y las empresas especializadas en la lucha contra la avispa asiática, una especie invasora que se ha propagado por todo el norte de España y que además de mermar las colmenas afecta gravemente a la biodiversidad. Durante todo el invierno han estado elaborando de forma minuciosa millares de trampas. El pasado 1 de marzo, siguiendo las indicaciones del protocolo elaborado por la Consejería de Medio Rural, comenzaron a colocarlas por el territorio, con especial atención a aquellos puntos en los que se han detectado mayores poblaciones de Vespa velutina.

La táctica militar es simple pero efectiva. En estos momentos, las avispas reinas están despertando de su letargo invernal y han comenzado a reunir fuerzas para construir los nidos y empezar a reproducirse. La idea es atraparlas antes de que comience ese proceso y así mermar lo máximo posible su propagación durante los meses de calor que están por llegar. «Sabemos que erradicarla es imposible, pero con esto creemos que vamos a conseguir reducir mucho su número», apunta Joaquín Vinaza, de la empresa Stop Velutina, que lleva trabajando en este campo desde hace cuatro años.

Cuando empezaron, la idea general era que este era un problema de los apicultores. «Ahora la gente está muy concienciada del peligro que suponen. Mata a las abejas, pero también tiene efectos sobre la polinización porque acaba con otros insectos, destroza la frutas como las uvas o las peras... Incluso pueden llegar a atacar a las personas, como le ocurrió a un hombre en Cabezón de la Sal. En Galicia ya ha provocado algún muerto», detalla. Por iniciativa propio, un puñado de municipios como Piélagos o Villaescusa el año pasado ya actuaron de forma preventiva y los resultados fueron evidentes. Este 2018, se han sumado muchos más gracias a un incentivo: la partida de 100.000 euros que Medio Rural reparte entre los ayuntamientos que se sumen a la campaña de instalación de trampas. Los Corrales de Buelna, Noja y Camargo son algunos de ellos.

Aún no han comenzado a construir sus nidos y criar, por eso es el mejor momento para atacarlas

También Arenas de Iguña. Allí estaban trabajando ayer Isidro Herrero y sus compañeros de Sercant Velutina, otra empresa especializada. Al quinto tono, descuelga el teléfono: «Me pillas reponiendo el trampeo en Las Fraguas. Estos días tenemos mucho lío. A ver si después se nota...», cuenta. Desde que arrancó el mes han estado colocando las trampas por Anievas, Santillana del Mar, Ruente, Mazcuerras, Valdáliga, Meruelo, Hazas de Cesto, Bareyo... El año pasado los municipios beligerantes contra la avispa asiática eran un puñado -pequeño-. Este, ya sea porque tienen ayuda autonómica o porque el grado de concienciación es mayor, la cosa es diferente.

Los primeros ejemplares fueron localizados en el pueblo de Ojébar (Rasines) en octubre de 2013

Desde comienzos de mes, Sercant ha activado 700 trampas en estas localidades. Ahora, ya están en la fase de reposición de los atrayentes que se utilizan para atraer a las avispas reinas. Cada 15 días retiran las muertas y rellenan las trampas para aumentar el botín. «Funcionar, funciona. Ten en cuenta que el año pasado, sólo en dos municipios, capturamos 2.800 reinas. Este año tienen que ser muchas más. Cada año ha ido a más porque no se había trampeado en condiciones como ahora», subraya. Teniendo en cuenta que si cada una de esas reinas hubiera sobrevivido habría construido un nido para dar cobijo a otras 25 o 30 obreras... De hecho, en lugares donde la guerra sin cuartel contra la velutina comenzó antes, como Álava, ya tienen datos que confirman una caída en el número de nidos.

Capacidad de adaptación

Vinaza es algo más conservador. «Creemos que sí, que funciona, pero es algo muy nuevo y todavía hay muchas cosas que no sabemos. Hay que actuar, ver los aciertos y los errores, y cambiar lo que no funciona. También pensábamos que la especie no sobreviviría lejos de la costa por encima de los 600 metros de altura y nos equivocamos», razona sobre su capacidad de adaptación. Porque aunque la plaga entró por Vizcaya procedente de Francia -el primer nido de este tipo se localizó en octubre de 2013 en Ojébar (Rasines)-, ya se ha extendido por todo el territorio. Además, lamenta que sirve de poco que un municipio se vuelque en la colocación de trampas si el limítrofe no hace nada.

Cada año avanzan 50 kilómetros y ya se han localizado nidos en todas las comarcas de Cantabria

Carlos Valcuende, portavoz de la Federación de Asociaciones de Apicultores de Cantabria (FAAC), cuenta que es relativamente fácil realizar trampas caseras. Tan solo es necesario una botella de plástico con dos agujeros de ocho milímetros para que puedan entrar las reinas y un atrayente que llame su atención, que se elabora a base de zumo de arándanos, vinagre y algo de alcohol. Con este último producto se intenta repeler a otros insectos polinizantes. «Por desgracia, ahora mismo estas trampas no son del todo selectivas porque pueden entrar otros bichos, pero es el mal menor teniendo en cuenta que a lo largo de su vida los pobladores de un sólo nido pueden llegar a comer hasta seis millones de insectos», dice.

Frente a lo que ocurrió hace un año, el frío puede haber matado a muchas reinas durante el invierno

En su opinión, el plan que ha puesto en marcha el Gobierno de Cantabria, dotado con 100.000 euros, es un primer paso positivo: «El próximo año veremos si ha sido suficiente. Lo bueno es que ahora hay una comisión de seguimiento que se reúne cada dos meses y puede hacer propuestas». Además, apuesta por que muchas de las reinas no hayan sobrevivido a un invierno especialmente duro. Mucho más que los anteriores. Otra parte, las que ya han salido de sus escondrijos, pueden morir en los próximos días si llega otra ola de frío, como anuncian las previsiones.

Las supervivientes

¿Pero qué pasa con las reinas más listas que no caen en la trampa? Pues que comienzan a construir sus nidos y se pone en marcha su ciclo vital para desgracia del resto de insectos. En los próximos días comenzarán a verse lo que se conoce como nidos primarios -su tamaño va entre una pelota de tenis y un balón de balonmano-, que construyen las reinas en zonas bajas, cerca del alimento. Aleros y cobertizos son sus lugares preferidos. «El que los vea las puede quitar a mano. Se echa espray antiinsectos o se tapa directamente y se arranca con una espátula. El que no esté seguro, puede llamar al 112», recuerda Valcuende.

Y entonces irán bomberos como Pablo Calvo, responsable del parque de Villacarriedo. Por decisión del Gobierno regional, ellos sólo actúan en núcleos de más de 5.000 habitantes a no ser que el nido esté en una zona de paso de personas y haya un peligro evidente. En el resto de casos, interviene la empresa pública Tragsa. «No es más violenta que la avispa común o que una abeja, lo que ocurre es que puede ser más peligrosa porque tiene más veneno y los nidos son más grandes», remarca. A ellos, más que los primarios, los que les dan trabajo son los nidos secundarios, mucho más grandes, que surgen en verano y situados hasta a 25 metros de altura. Dependiendo de la ubicación, utilizan una autoescala o unas pértigas con las que queman el nido. Cuando el fuego es un riesgo, tienen que recurrir a venenos: «Intentamos no hacerlo, porque pueden afectar a otros animales, pero depende de las circunstancias».

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