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Del modelado hacia el módulo

Cuatro décadas de creación de la artista Isabel Garay quedan reflejadas, desde hoy, en una exposición retrospectiva en la Sala Rekalde de Bilbao, que recorre "la coherencia de su obra y la continuidad de su pensamiento creador, pese a las diferencias de técnicas y de materiales"

Guillermo Balbona

Viernes, 10 de febrero 2017, 07:19

Coherencia y continuidad en su pensamiento creador. Y ello a pesar de las diferentes técnicas y materiales. Ese espíritu de trabajo y lucidez artística constituyó el fundamento y la seña de identidad de Isabel Garay. La escultora, en realidad una artista total, siempre perseguidora de formas, de una arquitectura propia y un lenguaje definido, concebía su creación como un camino de exploración y experimentación. Etapas, materiales, colores y piezas recorren cuatro décadas, numerosas series y un ejercicio de encuentros, encrucijadas y caminos de ida y vuelta donde logra una síntesis entre pintura y escultura, entre variación y adaptación a los lugares. Y en ese itinerario, siempre fecundo, a veces pausado, otras intensamente rítmico,"la luz ha jugado siempre un papel primordial en la escultura de la que hace resaltar el modelado y el volumen", como subraya Hubert Besacier, profesor y especialista en la obra de Garay (Muskiz, 1946-Santander, 2016).

Una ingente muestra de más de cuarenta piezas refleja en la Sala Rekalde de Bilbao, desde hoy y hasta junio, con carácter de retrospectiva, la huella de la artista fallecida hace poco más de un año. Aunque el Museo santanderino MAS celebró la pasada década una gran exposición, esta cita que evita el criterio cronológico permite recorrer los trayectos, apreciar los contrastes y recrear las fusiones entre las diversas fases, búsquedas y frutos que el trabajo de Garay transformó en hallazgos en su concienzuda y sólida creación desde su taller de Galizano.

Ahora el histórico espacio expositivo, anexo a la Gran Vía bilbaína, acoge bajo el epígrafe Del modelado hacia el módulo una panorámica que revela cómo Garay "lejos de instalarse en un saber-hacer confortable, no deja de experimentar, dando una amplitud magistral a cada uno de sus avances". Prueba de ese afán representativo que la exposición de Rekalde trata de demostrar se sintetiza en el propio umbral de la Sala. Tres piezas reflejan los mundos aparentemente opuestos con los que la artista configuró su universo: el acero, el barro y el vidrio como un reguero de etapas creativas que fluyen a su vez entre 1985 y 2005.

En las diversas salas del espacio expositivo, que abarcan unos setecientos metros cuadrados, se revela esa producción de más de cuatro décadas. Un periodo que certifica la coherencia de Isabel Garay expresada en dos momentos de génesis y descubrimiento, que dieron paso sucesivamente a nuevas series.

Un catálogo y un vídeo de once minutos completan este acercamiento global a la artista que ya en 1981 alumbró en el antiguo Museo de Bellas Artes las direcciones e intenciones de su trabajo.

El escaparate de Rekalde lo que transparenta con su mirada sintética es la"riqueza y lógica interna" de Isabel Garay, tal como destaca Besacier.

Acero corten, aluminio, barro refractario, pastel sobre papel, vidrio, pinturas... conforman la entraña de un mundo creativo que en un primer momento vivió el paso de las figuras de forma antropomórficas a las arquitectónicas y geométricas y abstractas. Después la artista asumió una mutación esencial en el devenir de su trayectoria: "El concepto de una escultura modular y en serie". Barras y estrellas, que alternó módulos de barro y de acero corrugado en iguales dimensiones y forma, le permitió multiplicar a voluntad los ensamblajes y reposicionar los elementos en otras tantas secuencias. Y, tras ella, Sobre triángulos, Génesis, Aire armado, Fugas, Módulo y materia, Aluminio y vidrio, Color y forma se sucedieron hasta el final de su vida. No obstante Isabel Garay nunca abandonó la práctica del dibujo y la pintura, que asomaba de manera inherente e intrínseca en sus raíces creativas. La muestra, por ello, también incluye su última serie de pinturas al pastel, que se dedicó a captar los colores y movimientos cambiantes del cielo y su posterior reorganización en composiciones estrictamente geométricas.

Para el estudioso, Isabel Garay es "una artista de nuestro tiempo, perfectamente rigurosa", cuyo trabajo "parte de la tierra para ir hacia la luz, consiguiendo admirablemente la síntesis del espíritu, de la cultura, de la literatura de lo vital y de lo sensual".

La exposición, en la sala que cumplió un cuarto de siglo el pasado año, certifica que "la retrospectiva es la creación de una vida y que esta creación es un todo", pero también que, a partir de los noventa, se suceden esas series citadas y que sus módulos se combinan a veces entre sí. Vida y creación de Garay, alternadas y fundidas en su residencia entre Santander y Galizano, desde sus primeras muestras en las salas de exposiciones que regentaba en los setenta Ramón Viadero, Puntal de Santander y Puntal 2 de Torrelavega, al MAS, pasando por la Fundación Botín, la galería Del Sol y la Biblioteca Central que acogieron sus creaciones en los últimos años. También mantuvo su contacto con el País Vasco a través de la propia sala Rekalde o de la galería Vanguardia que estos días le dedica su particular recuerdo.

Destaca la anterior retrospectiva del museo santanderino en 2002 que abarcó diecisiete años de creación sobre, al menos, ocho etapas diferenciadas a través de una veintena de piezas.

Dos meses después de su fallecimiento la obra de la artista volvió al MAS. El espacio de la calle Rubio, de la mano de Salvador Carretero, produjo una muestra bajo el epígrafe de Epidermis. La integraron nueve piezas, columnas y yelmos que generó la creación de Garay en los años 1987-88, y un conjunto de sus libros fósiles, piezas que en la muestra de Bilbao no se exhiben pero que se han incluido en el vídeo.

Besacier subraya que "sin renegar de los fundamentos telúricos de toda su actividad la arcilla refractaria, los metales y el vidrio son todos materiales salidos de la tierra y metamorfoseados por el fuego Isabel Garay pasó del volumen denso a la transparencia, pero sobre todo, incorporó en su escultura el color de sus pinturas".

La escultora, que siempre alternó las comparecencias locales con un continuo vínculo con espacios nacionales y ferias en los noventa, caso de ARCO, nunca hizo concesiones a las modas y huyó de etiquetas como el minimalismo, aunque la literatura, el cine y la música fueron territorios fértiles para su obra. Una creación ensalzada por su "aparente facilidad y sencillez" y por su"autenticidad apabullante". Frente a la confusión y los oportunismos, defendió todo lo que forma la escultura por tener una importancia vital: "Pero es en el resultado fial, cuando el proceso creador se detiene, donde se encuentra la idea realizada. Entonces el espectador recibe lo que debe sentir si la obra ha sido conseguida". Y opinaba que "el color, la dureza, el peso, la textura y otras características condicionan el acercamiento al material y sugieren sentimientos muy diferentes". Las concesiones a la moda "son un recurso fácil porque las cosas entran mucho mejor por los ojos cuando se parecen a algo conocido. Por supuesto quien actúa así es superficial, justo lo contrario de la profundización que exige el arte", decía. Los críticos destacaron de modo coincidente la caligrafía laboriosa de su creación. Gabriel Rodríguez elogiaba sus piezas llenas de "equilibrio sólido, simetría, formalismo riguroso, estabilidad, lugares de belleza serena, templos de armonía matemática, construidos con materiales valiosos y nobles". Hubert Besacier, a propósito de su etapa de búsqueda afianzada en los ochenta, resalta su recurso a la geometría modular, una elección que implicaba "enfrentarse a una obra abierta y de frente a un vértigo de infinitos combinatorios". Y Francisco Calvo Serraller alabó en los noventa"el trabajo volcado en la experimentación de materiales y situaciones, pero sin renunciar a las vivencias sensibles". Por su parte, Jesús Cámara apuntaba cómo la escultora era capaz de obtener "los más sutiles recursos expresivos, cromáticos y táctiles".

En su perfil de Garay, Besacier, que hoy presentará la muestra, resalta el vínculo estrecho y esencial con la tierra de la artista nacida en Bizkaia, que vivió y abordó su creación en Cantabria: "Asumiendo la modernidad de su obra Garay no se ha alejado jamás del anclaje a su región predilecta. Se puede observar en el paso de la tierra y del hierro a lo aéreo y a la transparencia. Los matices del océano se transcriben de manera expresiva en la abstracción modular más estricta". A su juicio, "en sus dibujos y pinturas se hace evidente al confrontar la abstracción y la figuración más delicada y precisa". Y subraya esa última serie de pasteles de la artista, bautizada como El cielo y su geometría, que "nos muestra que nadie escapa al influjo de su entorno".

Atrás queda la artista de formación pictórica que ensayó con la piedra y la madera como escultora antes de hallar su camino. Después llegó el barro refractario y el acero corrugado, el trayecto de la forma primitiva a la primordial, el sistema modular, las series y la importancia de la literatura y el propio ejercicio de la pintura y el dibujo. De Thomas Mann a Joyce, pasando por los citados Libros fósiles. Y, a modo de preludio iniciático, el dibujo y la pintura como trama sobre la que se construye el conjunto de su obra.

Para Besacier, Isabel Garay "no perdió jamás las raíces de la creación y los fundamentos de la cultura". Recurrir al módulo, apunta, la permitía "abrir su trabajo a todas las posibilidades de la composición y desarrollar su escultura en todas las direcciones, horizontal y vertical".

Sin embargo Isabel Garay "no se ha traicionado ni renegado". Examinando el conjunto de su obra se percibe que"más allá de de las mutaciones y cambios de materiales, hay un número de constantes que reaparecen y que se contrastan: expansión versus concentración, ligereza versus masa, despliegue potencialmente sin límite versus compacidad, preciosismo versus rugosidad, transparencia... y la rudeza del material bruto". Una muestra que testimonia la enorme sensibilidad de una artista siempre en busca de formas nuevas transformadas por el paso del tiempo.

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