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REDACCIÓN
Jueves, 3 de agosto 2006, 03:18
Una decena de cortes en el cuello cabeza y rostro, uno de los cuales le interesó la arteria temporal derecha, más de 25 puntos de sutura y un sinfín de contusiones y hematomas en espalda y piernas. Ese fue el resultado de un episodio de la denominada violencia gratuita, de la salvaje agresión de dos jóvenes, uno de ellos armado con una botella rota, sobre un chaval de 17 años en la madrugada del domingo en el Paseo de Pereda de Santander. Uno de los agresores, Diego de J. G., que opuso resistencia a los agentes, fue detenido poco después.
Tras asistir al concierto del grupo La oreja de Van Gogh y disfrutar luego con los amigos en los alrededores de Cañadío, una joven pareja inicia el camino de vuelta a casa. Ambos se topan con dos chicos con los que, al parecer, en uno de los establecimientos habían tenido un roce a cuenta de un pequeño empujón. Se entabla una discusión, le piden 200 euros y luego de un pequeño forcejeo, la joven pareja emprende la huida hacia el Paseo de Pereda mientras recibe amenazas de muerte.
A partir de ahí todo sucede muy rápido. Pese a que la pareja consiguió entrar en un taxi, los agresores lograron abrir una de las puertas traseras del vehículo antes de que arrancara. Uno de ellos se ensañó a golpes con la botella rota que blandía, hasta propinarle un total de 18 botellazos en cara y brazos, mientras que el otro, aprovechando que la acompañante salía a pedir ayuda, le pataleaba en la espalda y piernas.
Gravedad
Pese a los gritos de socorro dirigiéndose a la gente que transitaba por el Paseo, y a los ruegos a la conductora para que arrancara el taxi, sólo una persona acertó a ayudarles mientras acudía la Policía. El agredido sangraba abundantemente pues presentaba un corte cerca de la ceja derecha que le había afectado a la arteria; entre un agente de la Policía Local y la novia del agredido lograron contener a duras penas el chorro de sangre que manaba de la sien mientras el taxi, al que precedía un vehículo de la Policía para abrirle paso, se dirigía a Valdecilla. Entre tanto, una dotación de la Unidad de Intervención Policial de la Jefatura Superior conseguía reducir y detener a uno de los agresores, D. J. C., mientras que el otro lograba darse a la fuga.
El agredido, un madrileño de 17 años, hijo de santanderinos de vacaciones en la casa familiar, ingresó en Urgencias con pérdida de conocimiento, multitud de heridas faciales y policontusiones, aplicándose las curas principalmente en la reducción del sangrado de la arteria. Según el padre del agredido, fue tal la gravedad en la que su hijo llegó al hospital que si ese corte se hubiera producido «medio centímetro más abajo, podría haber muerto», y de haber tardado el taxi «un minuto más, se hubiera desangrado».
Tras las diligencias posteriores en Comisaría se comprobó que Diego J. G. tenía antecedentes pues le constan dos detenciones por delitos contra la propiedad y otro por resistencia a la autoridad. Puesto a disposición judicial, se ordenó su ingreso en prisión.
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