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Los primeros visitantes recorren la base de la muralla medieval en las nuevas instalaciones del 'anillo cultural'.

Santander viaja en el tiempo

Los primeros visitantes destacan que el itinerario del nuevo museo «te permite imaginar cómo era la vida en la ciudad hace 800 años»

PATXI RAMOS

Miércoles, 6 de agosto 2014, 07:47

Las olas golpeaban los muros defensivos de la villa a la altura de la Plaza Porticada. El Centro de Interpretación de la Muralla Medieval de Santander recorre la historia de la ciudad desde el siglo XIII hasta mediados del XX en un viaje de 45 minutos, que ayer realizó el primer grupo de visitantes -15 personas- en la apertura al público de la exposición. Las cerámicas, las pipas de pescador, las calzadas y los restos de los edificios hallados en la excavación muestran las claves de los escenarios fundacionales de la ciudad. A tenor de las impresiones de este primer grupo, «te permiten imaginar cómo se vivía en la ciudad hace 800 años». No obstante, fueron las fotografías de la ciudad tras el incendio de 1941 las que encandilaron a los visitantes, en su mayoría jubilados. «Salimos con muy buen sabor de boca», coincidían.

Tras bajar las escaleras situadas entre dos arcos de la Delegación de Hacienda, un vídeo sobre cómo la ciudad ha ido ganando terreno al mar da la bienvenida al grupo. Fernando Serrano, vecino de Santander, disfruta del recorrido mientras comenta que «la experiencia merece la pena». Acaba de pasar por el holograma de un noble de los Escalante que recuerda que a la derecha está la entrada de su familia a la villa y «nadie más la puede utilizar», puntualiza la guía, Azucena Herrerías. Como privilegiados que eran no pagaban tributos.

Las murallas medievales flanquean el recorrido dentro de la ciudadela, pero antes de entrar había que recorrer la calle Herrerías y atravesar la Puerta de la Mar, donde se cobraba un tributo en la aduana. A su paso por ella, otra de las visitantes, María Jesús Magdaleno, vecina de Santander, elogia el resultado del museo: «Está todo muy bien montado y es muy entretenido».

Un vídeo muestra el vaivén de las olas a escasos metros de la muralla en recuerdo del terreno que la ciudad le ha ido ganando al mar. Algunos de los usuarios tocaban maravillados las murallas que tienen unos dos metros de grosor. «Es que había que contener las olas», apunta otro de los asistentes. «Pescadores, escultores, vendedores y zapateros moraban aquí hace 800 años», relata el peregrino de la cinta de vídeo. Ya en el recinto, los visitantes pisan sobre un pavimento del siglo XIII y enfrente se vislumbra el inicio de un camino que llevaba al centro neurálgico por la calle Arcilleros. La guía turística señala que «el castillo del rey, los palacios de los nobles y los talleres de los artesanos se levantaban intramuros y sus caminos se cruzaban en el mercado para la compra-venta de víveres». Los arqueólogos hallaron cerca de 100.000 objetos durante la criba del terreno. Una veintena de restos de cerámicas, anillos y enseres se exponen dentro de las vitrinas. «Todo está en armonía», resalta Balbino Rodil, otro integrante de este primer grupo, que reconoce que incluso se ha llegado a «imaginar cómo se vivía antiguamente». Más adelante, hay una escollera y a mano derecha se han recuperado los cimientos de tres edificios del siglo XV.

En una vitrina se muestra una pistola hallada en las viejas cloacas de la excavación. Los expositores guardan enseres como una moneda alemana con la frase grabada 'La fortuna no está garantizada', pipas de marinero o anillos, e incluso la suela de un zapato medieval. Además de todo eso, lo que más sorprende al público son las fotografías de la Santander arrasada por el incendio en febrero de 1941. Todos se volcaron para identificar algunos de los edificios que fueron pasto de las llamas. Las visitas continuarán hoy y se realizarán de martes por la tarde a domingo por la mañana.

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