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Monumento dedicado al poeta José Luis Hidalgo, en Mesones. Foto: Javier Cotera.
En santander...

El parque de los monumentos

Mesones, en El Sardinero, concentra el mayor porcentaje de estatuas y homenajes

Álvaro Machín

Martes, 27 de agosto 2013, 13:10

Allí está el busto de un héroe de guerra, el nombre de un alcalde y el rostro de un poeta. Hay un escudo familiar colocado en un respaldo, un imaginativo y esforzado jugador de bolos y, por haber, hasta un par de árboles que parecen haberse cansado de la rectitud. Y aún queda, porque bien cerca, está el palo del banderín de córner de una vieja pasión futbolera junto a dos payasos, un estanque con forma de puerto y un par de obras de arte que, si levantaran la mirada, se toparían bien arriba con una veleta dedicada a la memoria de un gran doctor. Y sí, falta uno. Porque allí mismo, de cuerpo entero, está también la figura de Don Benito Pérez Galdós. Todo, en un mismo sitio y al aire libre. Una especie de cajón de sastre del homenaje. Y no es un museo. Es el parque de Mesones.

La curiosidad, más allá de las historias de cada pieza, está en la acumulación. Porque hasta el propio cartel informativo en el que se cuenta la historia del parque inaugurado en 1955 en homenaje al que fuera alcalde de Santander y promotor de la idea -el doctor Mesones- se queda corto en la descripción. Y no hay otro punto de la ciudad con mayor número de homenajes por metro cuadrado. «En esta zona verde aparecen varios conjuntos escultóricos dedicados a D. Benito Pérez Galdós, al teniente D. Joaquín Fuentes Pila, al poeta D. Luis Hidalgo, al alcalde Dr. González Mesones y al deporte regional: los bolos», pone en el panel informativo. Y todo es cierto, pero hay más. De entrada porque lo vinculado a Mesones tiene hasta tres partes. Hay dos columnas con el nombre del parque (y del doctor) coronadas con adornos. Pero hay, además, un banco distinto. Nada de listones de madera azul y patas blancas como los de alrededor. Piedra y cincel. En el respaldo hay un escudo labrado sostenido por leones rampantes. Corresponde al apellido Mesones.

La nota se queda corta porque no incluye lo que fue ampliación del parque, al otro lado de la carretera, en el que reposa el recién homenajeado córner de los viejos Campos de Sport de El Sardinero, rodeados por un seto y ahora con una -era necesaria- placa explicativa gracias a la Asociación de Peñas del Racing. Tampoco las estatuas de Pepe y Manolo Tonetti, haciendo reír en una imaginaria pista del circo Atlas diseñada por el escultor José Cobo Calderón o, ya en unos límites más "libres" de lo que sería el parque, la columna con veleta que preside la rotonda adyacente y que está dedicada al doctor Fleming como homenaje al inventor de la penicilina (al parecer, simboliza una jeringuilla). Dos esculturas en la intersección de las avenidas de García Lago y Castañeda, el estanque que recrea en miniatura la Bahía de Santander y su puerto... O sea, que da para hacer una lista.

Historias

Y más allá de los números, el rescate de las historias. Como la de Fuentes Pila, «héroe de Kudia-Tahar», homenajeado por el «Ayuntamiento y por los artilleros montañeses». El teniente montañés atravesó las líneas enemigas sometido al fuego de las tropas de Abd el Krim para defender una posición asediada y destruida con la única pieza útil de artillería que quedaba. Un orgullo para Cantabria, como el juego de los bolos, que cuenta aquí con el monumento tal vez más curioso de este parque. Obra de Gema Soldevilla fue inaugurado en octubre de 1982. Es

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