La elección de la mesa en el restaurante
La libreta ·
Hay restaurantes con vistas al exterior –al mar, a las montañas, al jardín...– y restaurantes con vistas al comedor –sin apenas huecos por los que ... entre la luz–. Algunos dirá 'qué más da'. Pero hay clientes que van a los restaurantes para disfrutar con la comida y con la conversación de sus acompañantes. Así mismo también hay quien va, además de para mirar, para ser visto. Condición humana incorregible.
Cada restaurante es un 'mundo', un ecosistema para trabajadores y clientes que cada día hay que organizar y, en este sentido, especial tarea tienen aquellos que deben planificar la sala a partir de las reservas y cuando las mesas están un día sí y otro también a rebosar.
A diferencia de otras culturas o países, aquí es poco frecuente esperar a la entrada del comedor a que el jefe de sala o maitre pregunten si tenemos reserva;lo habitual es que los clientes «se lancen» a la mesa que está vacía sin encomendarse a dios o al diablo. Esto provoca no pocos malentendidos, sobre manera cuando la presión del servicio es máxima.
Para evitar sorpresas, el comensal más acostumbrado a salir de casa y, por tanto, más previsor, suele formalizar la reserva por teléfono o por cualquier otro medio digital. Y en ese caso, salvo que se especifique o se concrete con la persona que recoge la reserva, no queda constancia de que el cliente tenga 'derecho' a elegir esta o aquella mesa.
Hemos asistido en más de una ocasión a situaciones embarazosas donde el cliente exige con vehemencia una determinada mesa, generalmente con vistas, sin saber que los profesionales de sala y responsables de las reservas han asignado ya las mesas a medida que se formalizaban las mismas. Al que madruga...
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