Javier Gómez Iruretagoyena: «La leche es el alimento más controlado que existe»
Veterinario y profesor en la Universidad Europea del Atlántico
Cada sábado, la web del Diario Montañés abre una ventana al sector agroalimentario a través de esta sección 'En la mesa con…', incluida en Cantabria ... en la Mesa. Tras más de dos años y medio de recorrido y cerca de 150 entrevistas, este espacio pretende seguir acercando la realidad del campo de la mano de sus protagonistas. Con el apoyo permanente de la Universidad Europea del Atlántico y de Grupo Consorcio, en esta ocasión el invitado es Javier Gómez Iruretagoyena, veterinario de larga trayectoria y hoy profesor universitario, que conoce el sector lácteo cántabro como pocos.
Gómez, que pasó la mayor parte de su carrera profesional en Nestlé, donde fue responsable de compras de leche a nivel nacional, recuerda esos años como un periodo de intenso contacto con los ganaderos. No solo en la negociación de precios –«inevitable», admite–, sino también en labores de asesoramiento, microcréditos y viajes formativos que permitían comparar realidades europeas y aprender de otras formas de producir. «Ha habido discusiones, claro, pero también mucha colaboración», afirma.
Esa experiencia le permite trazar un diagnóstico preciso del momento actual. En los últimos dos años y medio, tanto la leche como la carne han disfrutado de una bonanza inusual que ha mejorado la renta de muchas explotaciones. Sin embargo, esa situación contrasta con un hecho que considera preocupante: Cantabria sigue perdiendo ganaderos y volumen de producción, mientras Galicia continúa creciendo de manera sostenida. Cada pocos meses, explica, el número de productores que entregan leche se reduce.
La base territorial
Para Javier, la clave está en la base territorial. La crisis de 2022, marcada por la subida explosiva del precio del pienso y de los forrajes, evidenció hasta qué punto las explotaciones dependientes del almacén son vulnerables. Cantabria no es zona cerealista, pero sí puede producir maíz y hierba en cantidades significativas. La cuestión es si los ganaderos disponen de suficiente tierra y si esta está bien distribuida para garantizar estabilidad. «Creo que no», señala. A ello se añaden la orografía, la competencia con otros usos del suelo –turismo, eucalipto, vivienda– y un relevo generacional que no termina de despegar.
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Aun así, reconoce que hoy muchas granjas están muy bien dotadas tecnológicamente. Robots de ordeño, sistemas automáticos de alimentación y naves adaptadas han mejorado la calidad de vida de las familias ganaderas. Pero las nuevas generaciones, asegura, colocan como prioridad otros valores. La disponibilidad permanente, la obligación de trabajar fines de semana o festivos y la exigencia de continuidad no siempre encajan con la forma de entender la vida de los jóvenes actuales.
Docencia
Quizá por eso valora especialmente su labor docente en la Universidad Europea del Atlántico, donde imparte una asignatura vinculada a la producción de alimentos de origen animal. Su relación con la institución comenzó con un ambicioso programa de prácticas en el que colaboran cooperativas, industrias, laboratorios y empresas del sector. Durante 18 semanas, los alumnos recorren toda la cadena del sector lácteo regional y descubren posibles salidas profesionales. Para Gómez, esta faceta académica es una forma de aportar experiencia, mantenerse al día y, a la vez, acompañar a una generación que se enfrenta a un mercado laboral muy distinto al que él conoció.
Sobre la calidad de la leche que consumimos, se muestra categórico: «Es probablemente el alimento más analizado que existe». Todas las cisternas recogidas en España se muestrean a diario y los datos llegan a la administración. Desde los años 90, cuando España tuvo que adaptarse a las exigencias comunitarias, las mejoras sanitarias han sido notables. «Leche y productos lácteos son completamente seguros», afirma.
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