8 de marzo

Hace años, cuando visité por primera vez una finca cafetalera, descubrí que los mejores recolectores de café son mujeres. En sus manos tienen la habilidad innata de seleccionar sólo la fruta madura a través del método picking y la recolección es el primer paso para conseguir un café perfecto. Al final del día entregan su canasta llena sin hojas, sin ramas, sólo frutos rojos maduros que han sido recogidos con delicadeza.

La zona cafetera es una región extensa, fincas grandes o pequeñas, con hilares de plantas de café, que infinitas se pierden en la falda de la montaña bajo una suave neblina blanca. Cálidos días de sol, lluvias refrescantes en las tardes y en este paisaje los niños esperan pacientes a sus progenitores mientras corretean entre los cafetos.

Fue así que encontré a esta niña y me cautivó su singular belleza. Sus ojos han visto el trabajo, sacrificio y esfuerzo de toda su gente. Realmente no sé su nombre pero hoy la llamaremos: Esperanza.

La esperanza de que pueda decidir en su futuro. Que los prejuicios no la limiten en su vuelo, que si le apetece ser una recolectora de café o una cantante de rock, se sienta libre de serlo.

Que la sociedad no le imponga cómo hablar, vestir, caminar, pensar o vivir. Que se respeten sus derechos y que pueda ser valorada por sus aptitudes.

Hoy 8 de marzo se conmemora el día de la mujer, en memoria de 146 valientes féminas que, en la lucha por sus derechos, perdieron la vida en 1857. Algunas mujeres saldrán a manifestarse libremente, otras optarán por ir a trabajar. Y es válido, porque hoy somos libres de decidir, sabemos que aún queda camino por recorrer y hemos tomado el relevo de esta nueva sociedad para seguir caminando juntas hacia la igualdad.

El café de hoy me sabe a mujer valiente y luchadora. A Esperanza.