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En cada familia hay unos ingredientes preferidos e imprescindibles. A.S.
¿Qué hay de cena papi?

Piriñaca, la ensalada del verano

Admite múltiples variantes

Ricardo Ezcurdia

Santander

Lunes, 18 de agosto 2025, 07:31

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En casa, el verano no empieza oficialmente hasta que alguno de mis hijos dice: «¿Qué hay de cena papi?». Y la respuesta es, «hoy toca piriñaca». Y ahí empieza la magia patatas cociéndose mientras se cortan tomates que huelen a huerta, el huevo duro esperando su turno, unos espárragos blancos bien tiernos y una lata de bonito en conserva que se abre como si fuera un tesoro, sin prisas... No hay misterios, solo ingredientes frescos y la certeza de que en unos minutos habrá en la mesa un plato que gusta a todos. La piriñaca es de esas recetas frescas, coloridas, fáciles y capaz de salvarte cualquier comida de verano, ya sea en la cocina de casa o en un túpper donde vayas.

Es una ensalada muy popular en Cantabria y otras zonas del norte y su secreto reside en la sencillez, productos frescos, de temporada, tratados con mimo... Es el típico plato que cada familia prepara «a su manera», pero que siempre mantiene su esencia. En mi casa, por ejemplo, prescindimos de los pimientos y apostamos por unas buenas aceitunas y espárragos blancos, que le dan un toque delicado y elegante, cebolleta fresca que no puede faltar y los demás ingredientes básicos.

La base es clara patata cocida, tomate maduro, cebolla, huevo duro, bonito, aceitunas, una buena lechuga y espárragos blancos, todo bien aliñado con aceite de oliva virgen extra, vinagre y sal. Un buen aceite, que no falte, porque es lo que une todo el conjunto y lo hace irresistible.

Primero, cocemos las patatas enteras con piel hasta que estén tiernas, y las dejamos enfriar antes de pelarlas y cortarlas en dados medianos, mientras tanto, cocemos los huevos y los reservamos para más tarde, a continuación, cortamos el tomate y la cebolla en trozos pequeños para mezclar con las patatas.

Después, añadimos las aceitunas y los espárragos, que cortaremos en trozos no muy grandes pero tampoco pequeños para que mantengan su textura.

Por último cortamos las hojas de lechuga con las manos en trozos no muy grandes y aliñamos todo con aceite de oliva virgen extra, vinagre y sal al gusto. Incorporamos el huevo duro cortado y el bonito desmenuzado. Probamos el punto de aliño, ajustamos si hace falta, y ¡lista para servir!

Es un plato que gana si se deja reposar un poco antes de comer, y que incluso está más bueno al día siguiente. Puede servirse como entrante, como guarnición o como plato único en esos días en los que el calor aprieta, porque es fresco, equilibrado y de esos que siempre apetecen.

Aunque la mía no lleva pimientos, hay quien los añade, así como pepinillos, alcaparras..., lo que queráis. También se puede cambiar el bonito en conserva por ventresca o pescado fresco. Lo bueno de la piriñaca es que admite cambios sin perder su esencia.

La piriñaca es verano en estado puro, un plato humilde que conquista por su sabor, su frescura y su capacidad para reunir a todos en la mesa. Porque, al final, no se trata solo de comer, sino de disfrutar de ese momento en el que el sol aprieta, la mesa está llena de colores y el primer bocado sabe a vacaciones.

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