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Rodaballo cocinado al horno. DM
¿Qué hay de cena papi?

Rodaballo al horno

Este pescado tiene pinta de haber perdido una pelea, pero que cuando llega al horno lo gana todo, elegancia sin florituras

Ricardo Ezcurdia

Santander

Lunes, 9 de junio 2025

¿No os pasa a veces que no queréis ni food porn, ni cocina de autor, ni platos que parecen salidos de un congreso de inteligencia artificial?, y que uno lo que quiere es comer bien sin trampas ni filtros.

Pues bien, hoy os traigo una receta que sirve perfectamente para esos días: un rodaballo al horno, ese pescado que tiene pinta de haber perdido una pelea, pero que cuando llega al horno lo gana todo, elegancia sin florituras.

Ni es fotogénico ni falta que le hace, tiene lo que hay que tener, sabor, presencia y esa textura que le diferencia y que, si conseguimos el punto perfecto, es casi insuperable.

La elaboración paso a paso

Comenzamos con unas buenas patatas, cortadas en rodajas finas, y las vamos a pochar en la sartén con cebolla, un par de dientes de ajo y ese aceite que tenemos guardado para estas ocasiones.Mientras tanto, para el rodaballo, pedimos a nuestro pescadero de confianza que nos lo prepare para hacer al horno. Luego le hacemos unos cortes a la piel, siguiendo la espina central, sal gorda, un poco de vino blanco, una gota de aceite y directo al calor. Previamente habremos precalentado el horno a 200º para empezar con carácter; luego lo bajamos a 180º y le damos media hora larga, dependiendo del tamaño.

No queremos que se nos pase y una señal de que lo tenemos hecho es la cola, cuando veamos que su piel y la carne se empiezan a despegar es el momento de sacarlo. Vamos mientras con lo que ahora llaman aceite infusionado y lo hacemos como siempre con unos dientes de ajo laminados, aceite caliente, una guindilla si os gusta y, justo al final, un buen chorro de vinagre. Lo vertemos sobre el pescado justo al sacarlo del horno y ahí pasa la magia, el sonido, el vapor; es el momento en el que la cocina se llena de algo que no se puede explicar pero que se parece mucho a la felicidad.

Damos un meneo a la bandeja y volvemos a volcar todos los jugos a la sartén para recoger también esa mezcla con la gelatina que haya soltado el propio pescado en su cocción. Volvemos a ligar todo en la sartén y volvemos a rociar el pescado con esa maravilla, un par de vuelcos más y lo tenemos

Al día siguiente

Si te sobran patatas, las comes al día siguiente con un huevo frito y un poco de pan. Si te sobra rodaballo, te haces una ensalada templada con lo que tengas, unas hojas verdes y un buen aliño. Y si no sobra nada, que será lo más normal, es que lo has hecho muy bien.

Y es que a veces lo más sencillo es lo más difícil de cocinar, estamos en tiempos de cocina-espectáculo, elegir un plato de horno con patatas puede ser el gesto más punk de la semana.

Y como no os quiero decir una cosa por otra, tengo que compartir con vosotros que cuando un rodaballo está bien hecho, no hay menú degustación que lo supere.

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