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Vasos de sangría elaborados con vino rosado, vino tinto y champán.
Sangría, historia y olé

Sangría, historia y olé

HISTORIAS DE COMIDAS ·

Tan español como parece, el nombre de nuestra bebida más conocida procede realmente de las Antillas Británicas

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Martes, 5 de junio 2018, 14:14

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Si ustedes creen que la sangría, la paella y la siesta después de comer son lo más español que existe, agárrense los machos. Porque la «bebida refrescante que se compone de agua y vino con azúcar y limón u otros aditamentos», como la define la Real Academia Española (RAE), es inglesa. O bueno, más bien su nombre, que no es poca cosa. Como me temo que estarán ustedes a punto de empezar a mesarse los cabellos y a ciscarse en la Pérfida Albión: respiren, no se adelanten, no es para tanto.

Esto de la sangría anglófila se sabe desde 1987, cuando el filólogo Francisco Marcos Álvarez divulgó en el Congreso de Historia de la Lengua Española (Cáceres) que la palabra sangría proviene de 'sangaree', una bebida de los ingleses residentes en las Indias Occidentales Británicas y algunas otras colonias norteamericanas allá por el siglo XVII.

Es decir, que cuando los guiris piden sangría a grito pelado en las terrazas en realidad están utilizando, sin saberlo, un anglicismo. Ay. Para que se hagan una idea de lo que es el 'sangaree' y desde cuándo ronda por el mundo, sepan ustedes que allá por 1694 y en la isla de Martinica se hacía «de vino de Madeira mezclado en una jarra con azúcar, zumo de limón, un poco de canela y clavo en polvo, abundante nuez moscada y una corteza de pan tostado». Así la describía el francés Jean-Baptiste Labat en su libro 'Nouveau voyage aux isles de l'Amérique' (1722), quien probó aquel brebaje en su viaje por las Antillas británicas y declaró que, una vez colado y frío, resultaba tan delicioso como refrescante.

El 'sangaree' se elaboraba con vino de Madeira, Oporto o Canarias (a veces también con ron) y fue una bebida popularísima en las colonias de Barbados, Bahamas o Virginia a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Del inglés sangaree Labat entendió 'sang-gris', término que pasó vía teléfono escacharrado al español como 'sangre gris' gracias a Esteban Terreros y su 'Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes' (1788), donde se definía como «cierta bebida que han inventado los ingleses y se usa mucho en las colonias inglesas y francesas de América: los ingleses dicen que refresca porque lleva algo de zumo de limón o de cidra […] pero el subirse fácilmente a la cabeza, prueba que hay en esta bebida mucho espíritu y mucho fuego». Ya entonces la sangría embolingaba que daba gusto.

En 1803, la RAE pasaría olímpicamente de aquella sangre gris y optaría por incluir una nueva acepción para la palabra sangría: «bebida que se compone de agua de limón y vino tinto». Con ese significado se entendía ya desde hacía décadas en México y otros países hispanoamericanos seguramente por influencia caribeña, pero extrañamente en nuestro país no aparece ninguna mención previa a 1800 salvo unas «sangrías de vino tinto» servidas en un baile de Carnaval gaditano en 1770.

Heredera de los vinos medicinales de la Edad Media

¿Es que los españoles no empinaban el codo con vino y limón? Por supuesto que sí, pero hasta principios del siglo XIX aquella mezcla fue conocida como limonada. Heredera de los vinos medicinales y especiados de la Edad Media, la limonada de vino fue junto a la aloja una de las bebidas más populares del Siglo de Oro.

Lo mismo servía de refresco que de medicamento contra la fiebre, los vómitos o como medida anticoagulante antes de recibir –¡adivinen!– una sangría. Vayan ustedes a saber si alguno de nuestros cirujanos matasanos no recomendaría en las Indias la limonada de vino, limón, azúcar y especias como paso previo a la sajadura y si algún inglés avispado la adoptaría como sangaree; poder, podría ser.

La cosa es que a mediados del siglo XIX España adoptó el término sangría con fervor y para siempre, desbancando casi por completo a la antigua limonada. Esta última sigue viva en la limonada de Semana Santa de León o la limonada de txakoli típica de Orozko (Vizcaya) además de en la cueva, la zurra o el zurracapote, bebidas muy similares elaboradas con vino blanco o tinto, fruta y azúcar. Igual que el sengri menorquín, que este sí que sí, procede sin duda alguna del 'sangaree' británico. La ocupación inglesa de la isla durante el siglo XVII dejó entre otras cosas esta bebida caliente hecha de tinto, azúcar, naranja, canela, anís, nuez moscada y pan, extraordinariamente parecida a aquel mejunje que hace más de 300 años probó Labat en la soleada Martinica.

Ya lo saben. Nuestra bebida más internacional, el cóctel español por definición, procede de alguna manera del otro lado del Atlántico, participación inglesa incluida. Por si acaso, no lo cuenten muy alto en el chiringuito, no vaya a ser que a los turistas se les quite la ilusión.

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