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Cantabria ha pasado en veinte años de tener cinco manadas a tener trece.
El Gobierno asegura que los últimos ataques de lobos son habituales en esta época del año

El Gobierno asegura que los últimos ataques de lobos son habituales en esta época del año

Antonio Lucio, director general de Medio Natural, reconoce que en Cantabria ha aumentado el número de manadas pero no el de los ataques al ganado

Álvaro San Miguel

Jueves, 14 de abril 2016, 07:18

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Hace 20 años había cinco manadas de lobos en toda Cantabria. Hoy hay trece. Algunos ganaderos se aferran a esa explosión demográfica para reclamar al Gobierno mano dura con el gran depredador ibérico. Pero el director general de Medio Natural, Antonio Lucio, reitera que no existe una correlación exacta entre el número de ejemplares y el de ataques al ganado. «Lógicamente, si hay una mayor presencia de lobos es más probable que haya daños, pero depende también de las poblaciones de ungulados silvestres, de las tendencias de las propias manadas, de las medidas preventivas... Hay muchas variables. ¿Hay más lobos? Sí ¿Hay más ataques? No», asegura el máximo responsable del Gobierno de Cantabria en esta materia. Antonio Lucio utiliza a su vez una cifra para desmontar esa creencia de que a más lobos más ataques: «Desde hace unos años se reciben una media de 200-250 reclamaciones de daños en la Consejería de Medio Rural. Si comparamos esas cifras con las de hace 20 o 30 años, sí podemos decir que el lobo está matando más ganado. Pero en nuestra memoria reciente no hay un repunte de los ataques».

Medio Natural activa 494 expedientes de daños bloqueados

  • al día con los pagos

  • Entre febrero de 2012 y enero de 2015 cuando se contrató una póliza con SegurCaixa la tramitación de expedientes por daños de lobo a ganado estuvo «prácticamente paralizada», explican desde el Gobierno. Hace un mes se firmó finalmente el procedimiento para desatascar todos los expedientes pendientes de esos años. A finales de marzo se comunicó a los afectados que los 494 expedientes pendientes se habían activado y se les informó de las cantidades que iban a cobrar por el daño 48 fueron desestimados por falta de evidencias. En total, suman unos 200.000 euros. «Así que ya no hay expedientes pendientes de tramitación. Se han puesto todos al día y el pago se producirá a lo largo de este año».

Lucio explica que la reciente oleada de ataques, que han ido minando la moral de los ganaderos de Lamasón, Camaleño, Vega de Liébana, Santiurde de Reinosa ... se repite todos los años por estas fechas, cuando el invierno se retira de las montañas y los animales empiezan a subir a los puertos en busca de pastos. También coincide con la época en la que paren algunas especies en este momento las yeguas. Además, la retirada de las nieves hace que la fauna silvestre se disperse mucho más que en invierno y sea más inaccesible para el lobo. «Todo ello hace que los ataques al ganado se concentren entre abril y agosto», dice el director general de Medio Natural.

La población actual fluctúa de un año a otro porque algunas manadas se mueven entre distintas comunidades autónomas hay cuatro o cinco de ese tipo en Cantabria, pero los censos oficiales reflejan una mayor ocupación de terreno por parte del lobo ibérico. Hace dos décadas ocupaban poco más de 2.000 kilómetros cuadrados, pero ahora el gran depredador de la península Ibérica abarca más de 3.000. «Es una expansión que se está produciendo en todo el norte», explica Antonio Lucio.

Pero si la expansión de la especie en Cantabria no explica la reciente proliferación de ataques a ovejas y potros. ¿Qué se le puede decir entonces al ganadero José Manuel Recio después de perder a manos del lobo cerca de 90 ovejas en dos años?

Menos presas para el lobo

Hace un par de inviernos nevó tanto que la población de venados quedó notablemente diezmada. La de rebecos también se vio afectada por la nieve, pero además sufre una epidemia de sarna. «Por eso hemos reducido a la mínima expresión los permisos de rebeco», señala Lucio. Tampoco los corzos están en su mejor momento. Hay un parásito respiratorio que afecta a esta especie y que ya se ha extendido por todo el norte de España. «Está provocando problemas de mortalidad y por eso hemos reducido también el cupo de caza de corzos». Todo esto significa que las principales presas del lobo están en franco retroceso desde hace un par de años y el cánido termina acercándose a los pueblos para matar ganado.

Pero no siempre es necesario que el lobo baje a los valles para cebarse con las ovejas o los potros, claro. Cada vez es más común que el ganado campe a sus anchas por el monte sin vigilancia. Ni de pastores ni de mastines. Los controles de población y las indemnizaciones no son la única manera de hacer convivir al lobo con la ganadería extensiva. La prevención sería quizá el camino más seguro hacia la paz entre estos enemigos irreconciliables. «En esto no se puede generalizar advierte el director general de Medio Natural, pero cuando se adoptan medidas preventivas, como la presencia de mastines, la vigilancia por parte de personas, el resguardo del ganado por la noche... el riesgo de daños se reduce».

Lucio admite que resulta difícil introducir determinadas medidas preventivas, como encerrar al ganado todas las noches, con el modelo de explotación tradicional que se emplea en los montes cántabros. No obstante, la Consejería de Medio Rural, Pesca y Alimentación ha lanzado una línea de ayudas para incidir precisamente en las medidas preventivas. En la primera convocatoria, los ganaderos han realizado 74 peticiones para mantenimiento o adquisición de mastines, al margen de otras ayudas para cercados móviles e incluso contratación de personas que ayuden a la vigilancia del ganado.

Otros expertos consultados por este diario aseguran que la exterminación de algunas manadas autóctonas ha dejado espacio libre para que entren lobos de otras zonas en expansión sobre todo de la vertiente sur de la cordillera Cantábrica. Estos depredadores, al desconocer el terreno y las mejores zonas para cazar animales silvestres terminan atacando al ganado para sobrevivir. «El hecho de que grupos colonizadores tengan un comportamiento diferente al de los grupos autóctonos es una posibilidad, pero hay opiniones técnicas en uno y otro sentido. Diría que es un problema enormemente complejo como para simplificarlo en base a recetas», objeta el director general.

El plan de gestión del lobo

El Gobierno PRC-PSOE está intentando aprobar un plan de gestión del lobo capaz de poner a todo el mundo de acuerdo: ganaderos, cazadores, proteccionistas... La medida más novedosa consiste en quitar al depredador la etiqueta de especie cinegética. «La razón fundamental es que de esa forma podremos hacernos cargo de todos los daños que el lobo provoque en Cantabria». Actualmente, el Gobierno solo cubre las cabezas de ganado masacradas en la Reserva Nacional del Saja y en el Coto Regional de Caza de Valderredible. En el resto de la región, los responsables de los pagos son los cotos de caza, que en la mayoría de los casos no cuentan con fondos para afrontar las indemnizaciones.

Antonio Lucio insiste en que convertir al lobo en especie no cinegética sacará de la ecuación la caza deportiva, que de hecho no es importante para los aficionados cántabros. Pero eso, para tranquilidad de los ganaderos, no significará que se deje a los cánidos campar a sus anchas. «Si se aprueba el plan de gestión se realizarán los controles necesarios para que la convivencia entre el lobo y la ganadería extensiva sea lo más armónica posible. Los controles los realizaría esencialmente la guardería, que ya está haciendo controles en número significativo». Desde septiembre se han matado así doce lobos.

La evaluación y pago de los daños es otra cuestión primordial para los ganaderos. En enero de 2015 se contrató un seguro que le cuesta a todos los cántabros unos 410.000 euros para cubrir todos los daños que causa el lobo en la Reserva del Saja y el coto de Valderredible. «Gracias a esa póliza explica Lucio, ahora mismo se están pagando los daños a una media de 81 días desde que se presenta la reclamación».

Cuando se produce un ataque son los guardas forestales los que evalúan los daños. Algunos se quejan de que los técnicos atribuyen todas las muertes a los lobos. Otros argumentan lo contrario: que ponen difíciles las subvenciones. Lucio defiende a los suyos. «Puedo asegurar que siempre se hace una valoración lo más completa posible para averiguar si el daño ha sido provocado por lobos».

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