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Las ayudas cántabras para libros pasarán de las familias a los centros

El Gobierno elimina el decreto por el que se concedían estas subvenciones directamente a los padres de los alumnos para crear un nuevo modelo que destine, a partir del próximo curso, esos fondos a los bancos de libros

Víctor Puente

Viernes, 13 de mayo 2016, 07:13

La apuesta de la Consejería de Educación por la gratuidad de los materiales curriculares ha llevado al Gobierno de Cantabria a derogar el decreto que regulaba la concesión de ayudas para la compra de libros de texto y material escolar a las familias. ¿El motivo? Quieren implantar un nuevo modelo en el que esos fondos sean gestionados directamente por los centros escolares con el fin de potenciar la figura de los bancos de libros.

El acuerdo, promovido por el Consejo Escolar y aprobado este jueves por el Consejo de Gobierno, busca "garantizar un mejor aprovechamiento de los recursos públicos y favorecer la autonomía de gestión de los centros, a la hora de atender las necesidades de las familias más necesitadas".

El nuevo procedimiento tendrá una vigencia de cuatro años, se implantará entre los alumnos de tercero a sexto de Primaria y se pondrá en marcha a partir del curso que viene porque este año "no es posible modificar el sistema al estar ya reglamentado".

De hecho, este curso se ha seguido utilizando el sistema de ayudas individualizadas a las familias. 200 euros para los estudiantes de Educación Secundaria, y 170, para los de Primaria. En ambos casos, han de cumplir los requisitos que se exigen a las que se les considera familias necesitadas.

El cambio de modelo responde al descontento mostrado por padres, centros y la propia administración. "Las ayudas individuales provocan un atasco en la administración, mucho trabajo y a veces no se garantiza que se adquiera el libro de texto". El resumen del sentir generalizado lo hizo Manuel Pérez, director del colegio público Buenaventura González de Bezana y presidente del comité de directores de Primaria cuando realizó estas declaraciones tras reunirse por primera esta legislatura con el consejero de Educación, Ramón Ruiz.

La solución ideada por la Consejería para contentar a la comunidad educativa es potenciar los bancos de libros de los centros para que "todos los alumnos y las familias puedan acceder de una manera económica al material escolar", tal y como le explicó Ruiz en aquel encuentro.

La medida anunciada esta semana desde Peña Herbosa solo es una parte de la hoja de ruta de Ramón Ruiz para potenciar la gratuidad de los materiales curriculares. Su idea más ambiciosa está por llegar pero ya la ha anunciado a los cuatro vientos desde que se hizo cargo de la Consejería. Los parlamentarios, los directores de los centros, los sindicatos y las familias saben que Ruiz se ha marcado para esta legislatura implantar un banco de libros universal que funcione igual en todos los centros de la región.

La idea ha calado pero con matices. Las asociaciones de padres y las ampas de los colegios coinciden en señalar la importancia de incrementar las ayudas económicas para gestionar el préstamo de los libros de texto. "Nos parece que es una buena idea siempre y cuando no sea un costo para familias y que funcione por igual en todos los centros para que no haya ningún niño que se quede sin libros", explicó a este periódico Leticia Cardenal, presidenta de la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos (FAPA). Mónica Haro, presidenta de la Confederación Católica de Asociaciones de Padres, cree que la propuesta no será muy bien acogida, sobre todo entre aquellos centros que consideran que su actual sistema funciona a las mil maravillas.

Esta diversidad de opiniones no es tan evidente en los centros. "Se deberían dar más ayudas económicas porque muchas veces el banco de libros no cubre el 100% y hay muchas familias que desgraciadamente no pueden permitirse comprar libros de texto", explican desde el colegio Mateo Escagedo, de Cacicedo de Camargo.

La postura de los directores de los colegios se centra en reclamar que el modelo universal abarque a todos los escolares de la región. Lo dice Manuel Pérez. El que fuera presidente de los directores de Primaria dice que el problema es que ahora el servicio de préstamo solo abarca cuatro cursos y se quedan fuera todos los niños que usan material fungible.

El mayor escepticismo se nota entre los libreros. Paz Gil, de Librerías Gil, ve con buenos ojos la idea del consejero pero no es capaz de esconder su preocupación porque se deje a las librerías de la región fuera del negocio.

Ahora habrá que esperar al siguiente paso de la Consejería para conocer algo más de ese modelo universal de bancos de libros que el consejero de Eduación se ha comprometido a poner en marcha durante los próximos cuatro años.

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