Borrar
Su avión. Mosca CM-125 pilotado por el jefe de la cuarta escuadrilla, Manuel Zarauza. La foto aparece en 'Cuadernos de aviación histórica'.
El 'piloto fantasma' que salió de Santoña

El 'piloto fantasma' que salió de Santoña

Piloto estrella durante la Guerra Civil, acabó como coronel del ejército ruso contra los nazis. A finales de mes recibirá un homenaje en Bakú

Álvaro Machín

Martes, 15 de noviembre 2016, 13:39

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Kirovabad ahora se llama Ganya. Con los zares se llamó Elizavetpol, pero la etapa soviética lo cambió casi todo. Hasta el país. Azerbaiyán, a orillas del Caspio. Sin embargo, en los archivos de la aviación, en los papeles de los antiguos republicanos, el nombre no ha cambiado. Allí estaba la escuela a la que llevaron a sus pilotos. Cuentan que la exhibición de uno de ellos aún se recuerda.

El Polikárpov I-16 era una prolongación de su cuerpo. Sólo el piloto número uno de la URSS y probador oficial del 'Mosca' (así llamaban al avión) era capaz de imitarle. De tomar tierra con un caza en el mismo espacio que una avioneta. Como aparcar un camión en pleno centro.

Era bajito y de ahí le vino el apodo. Tan metido en la cabina que apenas asomaba. Por eso lo del piloto fantasma. As de la aviación, temido en los cielos durante la Guerra Civil y coronel del ejército ruso contra los nazis en plena Guerra Mundial. Una biografía vertiginosa que terminó antes de cumplir los 25. 'Eterna gloria a los héroes caídos en la lucha por la libertad e independencia de nuestra patria. Aviador de la España Republicana', pone en el monumento que hay junto a su tumba. La de Manuel Zarauza Claver, de Santoña. Está en Bakú. Sí, Azerbaiyán. Allí le rendirán un homenaje a finales de mes. Esta es una gran historia.

O dos. Porque tan interesante es el propio relato como la peripecia que llevará a parte de su familia a conocer el lugar donde murió y los detalles de su vida. Hijo de militar en el bando opuesto. Tal vez eso dificultó construir del todo el relato. Cosas de la guerra. Saben que de crío la mecánica y los aviones ya le volaban por la cabeza. Que gracias a un contacto lo mandaron a una escuela a Madrid siendo un chaval. Y que allí empezó su despegue. «Piloto de gran habilidad y de un escalofriante valor, abatió en combate diez aviones nacionales, siendo el aviador gubernamental que más victorias obtuviera». Es lo que pone en su ficha en el Ministerio de Defensa. Escuela de Pilotos de Santiago de la Ribera (Murcia), ascenso a sargento, piloto de uno de los biplanos I-15 'Chato' en la Escuadrilla 'Lacalle'...

Las crónicas insisten en que «un fallo del motor producido poco después de despegar, le obligó a regresar al aeródromo de partida» cuando fue enviado a la Zona Norte. A combatir 'en casa', ya en plena contienda. Pasó entonces a la Escuela de Alta Velocidad de El Carmolí y comenzó su relación con el 'Mosca'. Los siguientes capítulos incluyen algunas de las operaciones más conocidas de la guerra y un recorrido siempre hacia lo alto en el escalafón. «Uno de los tres únicos españoles que en la zona gubernamental llegaría a mandar un grupo de caza», le define Defensa.

«Cuando el frente de Cataluña se hundía irremediablemente, Zarauza decidió refugiarse en Francia con su avión para impedir que ambos cayeran en manos del enemigo, donde fue internado en el campo de Argelés-Sur-Mer». Capítulo dos. El tercero incluye la hoz y el martillo, el viaje a la URSS... Camarada Zarauza. Junto a otros españoles fue trasladado a Jarkov y empleado en una fábrica. Pero al cántabro le persiguió la guerra. Una más grande. Como otros pilotos republicanos acogidos se alistó en cuanto escuchó el sonido de las armas -y cuando les dejaron-. De nuevo como militar, pero en otro ejército, pasó por Stalingrado, por Moscú...

Llegó pronto a coronel y fue asignado para enseñar a los jóvenes pilotos soviéticos, que no contaban con la experiencia en el combate que él ya había acumulado. Se habla -aunque las cifras bailan- de unas treinta victorias aéreas y de un reconocimiento unánime en la época. Por eso la noticia de su muerte impactó tanto. Por el qué y por el cómo. Por la pérdida y porque cayó tras un accidente en un simulacro de combate sobre Bakú. «Su muerte recorrió todas las colonias españolas en la URSS y supuso un duro golpe para la comunidad de pilotos republicanos. Máxime sabiendo que su compañero había caído en su labor de instructor y no en batalla».

Está escrito y Carmen Ojanguren Zarauza lo cuenta mientras saca recortes de prensa de un archivador. Una sobrina. Hay solo tres fotos. Pequeñas, amarillentas. Años veinte y treinta. La joya es un dibujo, un retrato a lápiz con las gafas de aviador y con una inscripción: «A mi madre con todo el cariño de mi corazón». Lo firma su tío y Carmen lo encontró hace años guardado en el misal de su propia madre junto a un recordatorio de primera comunión. «El tío Manolín, que era un gran piloto». Es lo que decían en casa y poco más sabían. Hasta que les avisaron de que su nombre apareció en un documental de TVE en 1985. Escribieron una carta y empezaron a obtener respuestas y adjetivos. «Afectuoso, servicial, muy bromista...». Supieron cosas y mantuvieron un contacto que se fue apagando hasta hace poco. Casualidades de la vida. Carmen es suegra de Emilio Amavisca, el jugador de fútbol. Con los veteranos del Real Madrid recaló en Bakú para un partido. Una conversación informal con un tipo fue clave. «Pues un familiar de mi suegra está enterrado aquí y hay un monumento». Aquilino Mata resultó ser el presidente de la Asociación de Aviadores de la República. «Pues esa persona sólo puede ser Manuel Zarauza, un héroe».

Carmen y otros cinco primos ya preparan el viaje. «Aquilino está muy contento. Hace poco que les han permitido acceder a los archivos rusos y van a saber muchas más cosas». Sonríe mientras habla sin soltar los recortes. El dibujo. «Mi madre lo guardaba como un tesoro».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios