Barré: si no sabes qué es, no estás en onda
Una nueva disciplina de entrenamiento que combina la barra de ballet con estiramientos y pesas se abre paso a gran velocidad en Cantabria tras haber triunfado en otras capitales
Se escribe barré (viene del francés) y, si tienes entre 25 y 55 años y no lo has probado todavía, has de saber que estás ... fuera de onda. Porque el barré (ahórrese la bromita, no tiene nada que ver con coger una escoba) lleva tiempo causando furor en las grandes capitales españolas -con listas de espera en los estudios de baile de mayor reputación- y hace ya más de un año que se practica en Santander, también con éxito de público. Mayoritariamente femenino. Lo demandan mujeres que, tras probar el pilates, la zumba, el entrenamiento de fuerza en el gym y quizá habiendo olvidado ya aquellas nociones de yoga y ballet de otras etapas se apuntan a esta disciplina que lo combina todo: los estiramientos del baile clásico, el cardio y las mancuernas.
Dice Pablo Santamaría -que abrió su estudio en el centro de Santander tras varios años de ejercer como profesor en Madrid y darse cuenta de que en su ciudad de origen podría interesar esta modalidad- que «hablamos de un ejercicio muy completo» a la par que «divertido, porque toda la clase se imparte con música y solo» (abramos comillas a ese solo) hay que seguir el ritmo de los acordes. «Serán más relajados o más cañeros dependiendo del momento que toque, unos con mayor intensidad que otros».
Santamaría es bailarín y decidió centrarse en este método cuando constató que en Cantabria el mercado del barré «estaba por explotar». Está encantado con la decisión porque ve que «quien lo prueba, en tres meses ya se nota más fuerza, más resistencia, más flexibilidad y mejora su postura». A quien le parezca poco todo lo anterior: también se queman calorías. Una sesión de 55 minutos incluye «un primer tiempo en barra en el que se trabajan los trenes inferior y superior con pesas y, un segundo, en el que se abordan estiramientos y abdomen. Es muy entretenido. Aquí ponemos música que puede ser de los años 50-60 o reaggeton. Incluso baladas en el momento de estirar».
Como se trata de un «ejercicio intenso», el profesional no lo recomienda para gente de edad avanzada («el pilates es más para todo el mundo», subraya) y añade: «Les suele gustar a aquellos a quienes aburre la monotonía de las máquinas en un gimnasio: la música hace que te olvides del sufrimiento y una clase se pasa bastante rápido».
Laura Arconada coincide al 100% en que el barré es una forma de moverse «muy completa». Ella lo imparte en un local abierto recientemente en Revilla de Camargo -se llama Be Pilates- «con fácil aparcamiento», especifica. Y cree que «tienen algo de ventaja a la hora de empezar aquellas personas que han hecho ballet y recuerdan las posturas», pero también las que han pasado horas en el pilates y las que se han desafiado con las mancuernas. «En realidad es para todos los públicos». Aunque «han venido hombres a probarlo, parece que les gusta más a ellas», reconoce.
Arconada expone que la música y los espejos son elementos muy definitorios. «Los ritmos hay que cuidarlos mucho porque son los que hacen que la gente se olvide de todo lo de fuera y les obliga a concentrarse en lo que están haciendo». Los reflejos en el espejo, además, le revelan a dos tipos de personas: «Las que tienen gran autoestima no se quitan ojo». A las que están en camino de elevarla, «les cuesta más mirarse».
Apunta, por otro lado, que «esto no es solo activarse. Si hace mucho que alguien no entrena, recomiendo empezar por pilates porque en barré metemos mancuernas y ejercicios muy variados, bastante cercano a lo que encontrarías en un gimnasio, como sentadillas o zancada». Y es que si bien se puede enfocar más hacia la coreografía, a ella le tira más «la versión fitness», de modo que usa discos, ladrillos y pelotas pequeñas. Todo con una meta: «trabajar la alineación corporal, la coordinación y la fluidez de movimientos».
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