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Imagen de ayer en Cabárceno, lleno de visitantes en torno al espectáculo de las aves rapaces.

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Imagen de ayer en Cabárceno, lleno de visitantes en torno al espectáculo de las aves rapaces. Celedonio Martínez

Cabárceno y Fuente Dé se resienten de la caída de turistas en un julio «desastroso»

Cantabria ·

Las instalaciones de Cantur sufrieron las consecuencias del mal tiempo | Ahora, durante este agosto, los hosteleros aprecian un cambio de tendencia

Ángela Casado

Santander

Miércoles, 15 de agosto 2018, 08:02

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Las bajas temperaturas y las lluvias que se apoderaron de Cantabria durante el mes de julio fueron la razón principal por la que el turismo registró cifras bastante inferiores a las del año anterior en las mismas fechas. Pero no sólo la meteorología fue la causante del descenso, también los valores que se registraron en el resto de España tuvieron la culpa. «Parecía primavera», aseguraba el director de Cantur, Javier Carrión, respecto a los grados que marcaba el mercurio durante ese mes en Madrid y otras comunidades de interior. Agosto, con mejor cara meteorológica, se presentaba como la gran esperanza para remontar las cifras del verano, aunque es «imposible» superar al 2017. En cuestión de números, «fue un año histórico».

Ahora, a mediados de mes, parece que los pronósticos se están cumpliendo. «Agosto no falla», sentencia el presidente de hosteleros de Cantabria, Ángel Cuevas. Aunque las cifras oficiales no saldrán hasta finales de septiembre, las reservas están siguiendo la línea de años anteriores. La primera quincena siempre tiene «mucha fuerza» y la ocupación en los hoteles ronda el 'completo'. Los últimos diez días del mes son más difíciles de pronosticar y dependen, fundamentalmente, de la previsión del tiempo. «Si llueve o hace frío nos hace mucho daño», explica Cuevas. «También puede perjudicarnos lo que anuncien. A veces se predice una cosa y luego pasa otra».

Carrión lo tiene claro: julio ha sido «desastroso». «En 37 años, no ha habido uno igual». Y es que las lluvias han estado presentes durante 27 días del mes en la provincia. El teleférico de Fuente Dé ha sido, sin lugar a dudas, la atracción turística de Cantur más afectada durante la época estival. Durante junio el desfiladero de La Hermida –que da acceso a la comarca– estuvo cerrado por obras doce días, una circunstancia que, indudablemente, ha disminuido el número de visitantes. En concreto, la bajada fue de 19,6% respecto a 2017. Y aunque en julio ya estaba abierta la carretera, el resultado ha sido peor: un 21,8% por debajo del año anterior. Todos los ámbitos del sector del turismo, sin excepción, han registrado resultados negativos en julio en Cantabria. Aunque no sólo la temperatura dentro de la región afecta al número de turistas. El resto de España ha gozado de unos valores muy por debajo de los habituales para estas fechas, por lo que no se han visto en la «necesidad» de viajar al norte para «refrescarse».

El Soplao, la atracción turística menos perjudicada

Julio ha sido, definitivamente, un mes poco favorecedor para el sector turístico en Cantabria. En la cueva de El Soplao se ha registrado un descenso de turistas, respecto al 2017 de un 9,3%. El lado positivo es que ha sido el único periodo de tiempo que ha contado con cifras negativas. Durante mayo, junio y agosto, el incremento en comparación con el año anterior ha oscilado entre el 3% y el 5%. Es bastante si se tiene en cuenta que, en la mayor parte de las atracciones turísticas, se conforman con que el descenso no sea muy notorio. «Agosto, en principio, va a desarrollarse igual que el anterior, en el que nos visitaron 64.317 personas», explica el director de El Soplao, Juan Carlos Jimeno. «Es difícil pronosticar qué ocurrirá durante la segunda quincena, pero de momento vamos por el mismo camino».

Los números de julio son un reflejo de lo ocurrido en toda Cantabria. «Si ha habido pocos visitantes en la región, es lógico que repercuta en todas las actividades de ocio», razona Jimeno. Pero el causante principal de ese descenso, el tiempo, no afecta a las visitas de las cuevas. En todo caso, positivamente: «Los días en los que no hace para playa son los más propicios para visitar El Soplao», señala.

Los turistas no suelen «desperdiciar» una jornada despejada lejos de la costa, por lo que las nubes se convierten en el principal aliado del turismo de interior. «Por ello, si durante julio no se han alcanzado los datos de otros años es porque, directamente, no había suficientes turistas en Cantabria para que se acercasen aquí». La mayor parte de las personas que se acercan hasta la cavidad eligen la visita turística, aunque un pequeño porcentaje de las cifras oficiales corresponden con aquellos que prefieren la opción de aventura, recorriendo las zonas menos accesibles.

El inicio del verano presagiaba unos buenos resultados en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno. Junio, respecto al año pasado, registró un aumento de visitantes del 5,2%. «Al mes siguiente, pinchamos», reconoce Carrión. La bajada en julio estuvo cerca del 10% y, aunque la previsión era positiva para agosto, las cifras siguen sin remontar. «Aunque el número en esta primera quincena está ligeramente por debajo del año pasado, hay que tener en cuenta que 2017 fue idílico en cuanto a números», reconoce.

Las instalaciones de Cantur recibieron entonces a más de 1.200.000 turistas. En comparación, la primera mitad de 2018 sólo está «un 7%» por debajo. «No es alarmante». De hecho, el teleférico de Fuente Dé ha registrado un aumento del 6,8% respecto a la primera mitad del agosto pasado. Estas atracciones están ubicadas al aire libre, por lo que la meteorología es siempre un factor determinante para los turistas. Los días en los que no ha llovido, se ha detectado una afluencia similar a la de otros años.

«Cantabria está de moda», asegura el Consejero de Turismo, Francisco Martín. Esto ha provocado que, a pesar de las precipitaciones, las cifras no hayan sido «catastróficas». «Aunque estén por debajo de las del año pasado, han sido bastante aceptables. Por supuesto, todo es mejorable», confirma. La prueba irrefutable está en el aeropuerto Seve Ballesteros, donde la cantidad de pasajeros que han elegido a Cantabria como destino para su descanso de verano ha sido «magnífico». Estas dos primeras semanas de agosto han demostrado que la gente tenía ganas de disfrutar del buen tiempo y «de pasar las horas en las terrazas de los locales, consumiendo y en compañía de sus amigos». «El tiempo se escapa de nuestro control pero, si no fuera por él, las cifras habrían igualado a las del año pasado», concluye Martín.

«El turismo de Cantabria no vende sol. Vende la gastronomía, el territorio y la oferta cultural». Así lo asegura Carrión, quien considera que debe mirarse más allá del color del cielo cuando se trata de esta tierra. Aunque «nos parezca mentira», los turistas también valoran que aquí «se puede dormir por las noches». Asegura que mucha gente viene a disfrutar de la oferta turística, a descansar y a «huir» del calor. Los resultados son más claros en la hostelería. Este agosto, «no hay lugar para la queja».

Caída del 15% en la actividad hostelera

Las cifras están siendo muy positivas y el número de turistas en la región se acerca a lo que se pronosticaba al principio del mes. Cuevas ha apostillado que es «muy posible» que el resultado final sea inferior a 2017, «pero tampoco va a ser una catástrofe». Lo que sí ha concretado es que entre el 1 de enero y el 20 de junio se ha producido una caída del 15% en la actividad hostelera, «casi toda» debida al mal tiempo, especialmente «el que han pronosticado, que ha sido peor que el que efectivamente ha hecho».

Además de agosto, septiembre también se presenta como un mes esperanzador para el sector turístico. Cada año se consolida más como un periodo atractivo para los visitantes. Las temperaturas agradables y los precios moderados son las razones por las que esta tendencia se está asentando. Y es que parece que el verano cada vez llega más tarde y, por consiguiente, ocupa algunos meses que tradicionalmente pertenecieron al otoño. «Suele ser un mes en el que la gente reserva a última hora», revela Cuevas.

Al no ser temporada alta, los visitantes asumen que no se encontrarán con problemas en sus reservas, lo que retrasa el momento de realizarlas. «Aun así, los más previsores ya han encontrado sus alojamientos con varias semanas de antelación», destaca. Los primeros diez días serán decisivos. De hecho, suelen ser «estupendos» pero, una vez que quedan atrás, la caída es drástica. «Cuando se terminan las vacaciones de los niños y comienza el curso escolar es el momento en el que descienden notablemente las reservas».

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